Un partido enfermo

Todo lo que sabe a patriotismo da repelús a este PSOE

Luis Ventoso

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A las 8.30 de la tarde del 8 de agosto de 2002, una treintena de proetarras se citaron para atacar la Casa del Pueblo del PSE en Andoáin, población del interior de Guipúzcoa de 15.000 vecinos. Llevaban cubos de cola y escobas para pegar en la fachada de la sede socialista pasquines de «precintado». Pero dentro estaban dos militantes del PSE y los dos escoltas de uno de ellos. Los dos socialistas eran el concejal Estanis Amutxastegi, uno de los cinco ediles del PSE en la villa, y el jefe de la Policía Municipal de Andoáin, el sargento Joseba Pagazaurtundúa, de baja por problemas psíquicos fruto del acoso etarra (cócteles molotov a su balcón, quema de su coche, amenazas, insultos...). Estanis y Joseba encararon a la turba, que los insultaba y lanzaba piedras. En el forcejeo golpearon a Pagaza con un palo. Pero lo más duro fue la seca amenaza de uno de los radicales nacionalistas: «¡Ya te pillaremos!».

Joseba, que cada día abría y cerraba la Casa del Pueblo como un rito de resistencia, anticipó su final: «Ay madre, me han de matar y no puedo evitarlo. Que mi grito de libertad lo acojan los ciudadanos», garabateó en marzo de 2002, en un texto para su amá. Seis meses después del incidente en la sede socialista, su premonición se cumplió. Joseba salió de casa, compró el periódico en la librería Stop y entró en el bar Daytona para tomarse un café y leer. Un pistolero etarra llegó a cara descubierta y pidió una consumición. Cuando el local se despejó, se acercó a Pagaza y le descerrajó dos tiros en la cabeza y uno en un hombro. Eran las 9.50 de la mañana del 8 de febrero de 2003. Batasuna, que gobernaba en Andoáin, nunca condenó el asesinato. El PNV local votó en contra cuando se distinguió a Pagaza a título póstumo. El policía, miembro de ¡Basta ya!, murió por empecinarse en defender la libertad y sus ideas socialistas. En el año 2000, su amigo López de la Calle, también en la órbita del PSE, había tenido idéntico final: un sicario lo mató tras comprar la prensa en el Stop.

Hoy manda Bildu en Andoáin. Este domingo se organizó allí un homenaje a dos etarras que acaban de salir de prisión, los chivatos que colocaron a Pagaza en la diana. Hubo vítores y pancartas, aurresku, pasillo de honor e ikurriñas en loor a los delatores. Pero alguien le echó valor y mantuvo la dignidad. Media docena de militantes constitucionalistas les hicieron frente enarbolando fotos de Pagaza. ¿Eran del partido por el que dio la vida? No. Eran del PP.

Partido Socialista Obrero ¿Español? Todo lo que suena a patriotismo les suscita repelús. Tras la felonía del domingo en Andoáin (que una edil del PSE intentó enjugar ayer), los socialistas han continuado abochornando a los españoles. Ayer la ministra de Sanidad apoyó que se pueda estudiar en castellano en Cataluña. Condena inmediata del PSOE. Ayer se celebró el gesto de Marta Sánchez con el himno. Desprecio displicente del PSOE. Un español al BCE. Rechazo e irritación del PSOE, por mero sectarismo. Una enfermedad moral corroe a un partido que traiciona lo más básico: querer bien a tu país. No defender la memoria de Pagaza, no dedicar un mísero tuit al oprobio del domingo, inhabilita a Sánchez. Como persona y para dirigir España.

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