Icetatón complex

ngredientes: 80% de la nacionalismo y 20% de transversalidad antiespañola

Humor al margen, Iceta i Llorens es un arquetipo de trepa de partido REUTERS
Luis Ventoso

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La vida política española peca de tremendista. Todo se dramatiza y el sentido del humor, obligado en democracias tan acrisoladas como la inglesa, se ve cada vez más proscrito. Los v iejos próceres de la Transición se adornaban con acotaciones cómicas desde la tribuna del Congreso (Fraga rara vez perdonaba un chascarrillo y Guerra también se prodigaba, aunque abusaba de la sal gruesa y el vitriolo, nunca aprendió que es mejor «reírse con» que «reírse de»). Hoy todo se ha ensombrecido. Lo que se estila son políticos con rictus Buster Keaton , que solemnizan obviedades en tono soporífero. Urkullu, Cospedal, Margarita Robles o el comunismo reñidor a lo Montero son paradigmas de la floreciente escuela muermazo. Reconozcamos que Miquel Iceta , a falta de otras virtudes, al menos cultiva el buen humor. Ayer en un mitin esgrimió una cajita de pastillas rojas, en cuya cubierta podía leerse: «Icetatón Complex . Ayuda a recuperar la economía y el estado de ánimo de los catalanes».

Humor al margen, Iceta i Llorens es un arquetipo de trepa de partido. Plantó Químicas nada más empezar la carrera para instalarse en la política y a sus 57 años no sabe lo que es pegar chapa en una empresa . Vive desde siempre del maná público. De porte pícnico y personalidad desenfadada, se presenta dicharachero, sonriente, bailón. Un profesional del buenrollismo. Solo hay un problema, y es que el Icetatón Complex tiene nocivos efectos secundarios para España, porque su fórmula se compone de un 80% de nacionalismo y un 20% de transversalidad antiespañola y seudo chachi.

Pese a la calamidad que ha supuesto el separatismo, a Iceta quien lo enerva es Inés Arrimadas , esa extremista que defiende principios tan provocadores como la unidad de España, la igualdad de todos los españoles y el imperio de la ley. El corazoncito transversal de Icetatón Complex está más bien con los golpistas de Estremera, a los que propone indultar. En el jubiloso planeta icetiano el buen rollito prima sobre la ley , que debe aparcarse para hacer carantoñas a los que ha delinquido intentando destruir el Estado. El prospecto del Icetatón Complex incluye también indicaciones económicas: inflar de dinero a los que han puesto en jaque al país, los que se gastaron lo que no tenían en farras identitarias, detrayendo esos fondos de otras regiones que sí se esforzaron por cuadrar las cuentas.

«Para la solución, Icetatón», bromeaba ayer el jovial líder socialista. Su «solución» consiste en hacer un Sánchez . Es decir, Iceta, que probablemente quedará de cuarto, aspira a ser presidente merced a una sopa de letras con los sediciosos y Colau. La simpática transversalidad es así: cordón sanitario contra los constitucionalistas y abrazos al clan xenófobo. Las pastillas de Icetatón Complex suponen meterse una dosis de nacionalismo para intentar curar un empacho de separatismo. El Icetatón viene a ser como una caja de bourbon en Alcohólicos Anónimos. Recaída instantánea y resacón de impresión.

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