Es ya un clásico que cuando un adolescente se acerca a la edad en la que puede examinarse y conseguir un permiso de conducción de vehículos a motor de dos ruedas, la presión, el bombardeo argumental, incluso el chantaje emocional al que se somete a los progenitores para que les faciliten el acceso a una moto o scooter, se hace insoportable y cuasi eterno, en muchos casos hasta la rendición de los padres que van a pagar. Y el argumento defensivo esgrimido por los progenitores para cerrarse en banda es casi siempre el mismo: la seguridad.
Al haber sido concebido desde el origen como un objeto de movilidad urbana 100% eléctrico, el Twizy no tiene equivalente en el mercado y tampoco tiene más clientes que aquellos que buscan un vehículo fuera de norma, con cierto parecido funcional a una moto, lleno de sensaciones, económico y respetuoso con el medio ambiente. Pero tan seguro como un coche. La reglamentación actual no exige lo mismo para los cuadriciclos que para los coches, pero poco importa puesto que el Twizy se beneficia de la experiencia de Renault en términos de seguridad del automóvil y, naturalmente, cuatro ruedas son más estables que dos. Además, el casco es el propio Twizy. En caso de choque frontal, su estructura deformable permite absorber la energía del impacto y proteger así a los ocupantes. El airbag del conductor y los cinturones de seguridad de cuatro puntos en la parte delantera y de tres en la parte trasera completan el paquete de seguridad.
Con sus dimensiones ultra compactas (2,34 m de largo, 1,24 m de ancho) y su centro de gravedad muy bajo (las baterías van debajo del piso y con su elevado peso, hacen que sea prácticamente imposible volcar), el Twizy es capaz de aparcar en un área diminuta o acelerar en 6 segundos de 0 a 45 km/h (las mismas aceleraciones que una scooter de 125 cc en 50 metros). En un recorrido urbano clásico se ahorra un 25% de tiempo sin consumir una sola gota de gasolina. Con su visión panorámica, su parabrisas de montantes, su arquitectura abierta, su radio de giro de 3,4 m y su radar de proximidad (disponible como accesorio), el Twizy es imbatible en el entorno urbano. Y una de las razones de estas prestaciones es su bajo peso, de apenas 450 kilos con las baterías incluidas.
Asimismo, el Twizy dispone de un sistema arranque codificado y de un cerrojo para la columna de dirección. Para mayor comodidad, una bolsa de 50 litros semirrígida permite aumentar el volumen para guardar objetos. Además, las puertas opcionales (por 595 euros más) que se abren hacia arriba lateralmente del Twizy ofrecen una protección eficaz frente a la intemperie y las corrientes de aire. Las dos guanteras del salpicadero (una de 3,5 litros y otra de 5 que cierra con llave) incluyen una toma de 12V. En la parte trasera, el respaldo del pasajero esconde un maletero de 31 litros adicionales.
El Twizy cuenta con tres acabados: “Urban”, disponible desde 4.917 euros, impuestos, transporte y ayudas del gobierno incluidas, “Color” (5.128 euros) y Technic (5.479 euros) en color blanco y negro, con llantas de aleación y pintura metalizada de serie. La estructura de la carrocería está disponible en color blanco, negro, gris, rojo e incluso bitono. Con un abanico de tres decoraciones en la versión “Color”, el techo, las puertas, las tapas de las guanteras e incluso la tapicería de los asientos pueden “vestirse” de azul, rojo o verde. Ninguno de estos precios incluye la batería, porque Renault quiere mantener su propiedad para que el cliente no soporte los gastos de mantenimiento y reparación de la misma (muy elevados, si se producen) y la ofrecerá en renting con una cuota mensual de 45 euros en el caso de la versión básica y de 49 euros en el resto, incluyendo garantía completa.
