Pintada aparecida en la zona de Madrid Río
Pintada aparecida en la zona de Madrid Río - AFP

El día después de la muerte de «Jimmy»

Apenas 24 horas después del fallecimiento del ultra del Deportivo, la ciudad de La Coruña seguía conmocionada

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Las inmediaciones del estadio de Riazor presentaban este lunes por la mañana un aspecto inusualmente normal, dados los acontecimientos que se habían producido apenas un día antes. En las puertas de la grada de Marathon Inferior, la que ocupan cada fin de semana de partido los radicales deportivistas, no había nada que recordase el brutal asesinato de Francisco Javier Romero Taboada, más conocido en su círculo como «Jimmy» o «El Abuelo». Ni una flor, ni un lazo negro, ni siquiera una pintada de rabia clamando venganza por su muerte como las que sí aparecieron en la zona de Madrid Río, donde tuvo lugar la batalla campal de los Riazor Blues con los miembros del Frente Atlético, en la que también participaron ultras de Rayo Vallecano y Alcorcón.

En los poco más de veinte minutos a pie que dura el camino entre el estadio del Deportivo y el domicilio de «Jimmy» en la Calle Franja, muy concurrida dada su gran concentración de bares de tapas y su proximidad a la Plaza de María Pita, es imposible no encontrarse con viandantes que comentan los sucesos, bien todavía sorprendidos por la gravedad de los mismos, bien recordando otros episodios similares vividos en La Coruña en los últimos tiempos. Pero estas conversaciones se convierten en silencio a medida que uno se acerca a la zona que frecuentaba el aficionado blanquiazul. Los comerciantes que rodean el edificio en el que habitaba dicen «no saber» e incluso «no querer saber» nada de «Jimmy» ni de todo lo que le rodeaba. Para encontrar a alguien que le conociese se necesita ir a la cercana Plaza del Humor, donde otros habituales señalan que Francisco Javier «parecía un hombre muy tranquilo», que acudía casi a diario a pasear con su mujer y a jugar con su hijo pequeño, de cuatro años, el menor de los dos que deja. Según estas personas, nunca vieron en el ultra nada que hiciese pensar que fuese una persona agresiva o violenta, y es una de ellas la que revela que su familia regenta una tienda en una zona próxima.

Al llegar al pequeño negocio de la Calle San Andrés, es la propia madre del fallecido la que sale a atender a ABC. Todavía visiblemente afectada por los hechos, pide respeto y privacidad al menos por unos días «para poder enterrarle en paz». La emoción no le impide contar a grandes trazos el drama personal que está viviendo, debido a que a la muerte de su hijo se le suma la grave enfermedad que atraviesa su marido, aquejado de alzheimer en fase avanzada. La mujer confiesa que la única razón por la que mantiene su negocio abierto es un compromiso que debe atender, pero que cerrará sus puertas durante los dos próximos días. Después de este tiempo, su intención es contar su historia, para intentar «ayudar» a que no se repita. Todavía le quedan fuerzas para pedir que se acabe con la lacra de la violencia en el fútbol, un deporte que, según sus propias palabras, era «la pasión» de su hijo. «Se ha llegado a decir de él que no era del Dépor, cuando la verdad es que era socio desde los catorce años», apostilla.

Historial de antecedentes

Las últimas informaciones que se conocieron ayer sobre «Jimmy» contradicen las opiniones que señalaban su presunta tranquilidad, pues son relativas a la larga lista de antecedentes con la que contaba el fallecido. Según fuentes policiales, en su historial figuran entre los años 2001 y 2013 peleas con radicales de otros clubes, malos tratos, tráfico de estupefacientes o varios robos, algunos de ellos con violencia e intimidación. De hecho, la última vez que fue detenido fue a causa de otra reyerta callejera entre ultras, como la que le costó la vida, que se produjo el pasado año en un bar de La Coruña, esta vez contra aficionados del Real Zaragoza.

«El Abuelo» era también un habitual de los viajes de alto riesgo de los Riazor Blues, pues acudió a las últimas visitas del equipo a Gijón, Bilbao o Alicante, entre otras, todas ellas a lugares donde esperaban otras aficiones «enemigas»

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