LONDRES 2012
Nicolás García (iz), tras su derrota en la final olímpica./Reuters
España ha descubierto una mina en el tatami del ExCel londinense, el recinto que más alegrías ha dado con tres medallas de tres posibles. Nicolás García ganó anoche la de plata en menos de 80 kilos. Un canario de 24 años afincado en Madrid y que sorteó de forma perfecta otra jornada de tensión, incontrolables los gritos del taekwondo. De sol a sol, García fue sorteando rondas con solvencia y su marcha triunfal se detuvo en la lucha por el oro, que se colgó el argentino Sebastián Crismanich (1-0) por un impacto en el peto a falta de 23 segundos. La segunda posición de García, de todos modos, es notable porque el español dejó por el camino al campeón del mundo (Yousef Karami), al de Europa (Lulalo Muhammad) y al subcampeón en Pekín (Mauro Sarmiento).
Es una medalla que se trabajó a escondidas a los 16 años, cuando Nico se escapaba cada mañana a entrenarse por su cuenta sin que hubiera salido el sol. A las cinco, de puntillas para que sus padres no le vieran ni se despertaran de su sueño, se iba a poner las calles para alimentar su deseo, consumado en Londres después de una entrega de amor propio insuperable. Para llegar hasta aquí, para estar en los Juegos, García tuvo que competir en el preolímpico y lo hizo con el pie roto, el dolor va por dentro. Se vendó con fuerza en la final y no puso ni una mala cara, no quería que su oponente descubriera su punto débil. Incluso aquí, dos días antes, se quedó clavado con un terrible dolor de espalda. Ni rastro de las molestias en el día de la verdad.
Cerebro privilegiado
Tiene dos hermanos, uno de ellos gemelo. Es Hugo, licenciado en Ingeniería Aeronáutica y que entrena con él en la Blume, también taekwondista aunque frenado por las lesiones. Lo de estudiar va en los genes porque el propio Nico obtuvo matrícula de honor en Bachillerato y ahora cursa la carrera de Arquitectura. El otro hermano, el mayor, es físico. Se llama Eric y obtuvo el premio Arquímedes, prestigiosa distinción universitaria. Tres Pitágoras en la misma casa.
El canario supo luchar desde la adversidad, concienciado en el diván de Pablo del Río. Es uno de los psicólogos de la Blume, el que inculcó el paso a paso, no obsesionarse con mirar más allá, manejar los nervios. «Sin su labor, sería imposible. No controlaba la ansiedad en los días previos a una competición y ahora he cambiado mi mentalidad», acepta García. Es un luchador nuevo que ha madurado mucho en los dos últimos años. «Antes quizá era demasiado agresivo y violento en el tatami. Ahora piensa quizá un poco más, trabaja cada situación», coincide Jesús Tortosa, director deportivo de la selección. «Si tiene un defecto es que siempre que sale a competición ofrece un comportamiento tan agresivo que acaba con dolores de rodilla o de cualquier cosa», comenta Joel González, campeón olímpico dos días antes en menos de 58 kilos.
Su éxito vale lo suyo porque su programa es el más abierto del taekwondo, con diez candidatos claros a medalla. A Nico García no le alteró el cuadro, difícil desde el primer momento, e hizo caso a los consejos de Joel González, compañero de habitación y de sueños en la Villa Olímpica. «Sal y disfruta», le repitió González. Objetivo cumplido, Nico ya tiene su medalla y, aunque no sea la más buena, bien vale esta plata. Tres de tres en el taekwondo para España.
Se la dedica a Nuestra Señora del Pino de Gran Canaria y a todos sus compañeros de la Blume. García, lo confirman todos, es de los más queridos en la residencia. Presumirá con todos de medalla.
