LONDRES 2012
México celebra el oro olímpico. AFP
Ficha
Neymar estuvo desaparecido en combate. La nueva estrella del fútbol brasileño perdió la medalla de oro olímpica. Como le sucedió a Romário. Como le pasó a Ronaldo, Rivaldo y Roberto Carlos. La culpa la tuvo la sensacional estrategia de Luis Fernando Tena, que dirigió a México para conquistar el mayor éxito futbolístico de su historia. Un oro que empezó a ganar a los veintiocho segundos de partido, con el primero de los dos goles de Peralta, el rey del Olimpo tricolor.
La discusión en el campo de los jugadores de Menezes lo explicó todo. Otro desastre. Los mexicanos fueron mejores tácticamente. Listos. Sabían que la favorita no es la misma si tiene que abrir líneas. Las abrió. Y la tricolor la destrozó al contragolpe, con presión desde arriba y una defensa en la que Mier es una pirámide metafórica de la México precolombina.
Peralta, lo bueno y breve
Un fallo de Rafael en un pase arriesgado a Thiago Silva permitió a Peralta marcar el gol más rápido de una final olímpica. El reloj marcaba veintiocho segundos. Fabián presionó al lateral brasileño, Aquino robó el balón y su pase lo aprovechó el héroe de Wembley para conseguir el primer tanto. Menezes se enfadó. Otro partido cuesta arriba. Fue el comienzo del fin.
La falta de concentración de la defensa ha sido un mal endémico de la selección amarilla. Las victorias contra Egipto y Honduras, ambas por 3-2, exigieron una reacción de Neymar para remontar situaciones complicadas. México, en la final, le planteó el mismo órdago. Y lo ganó. Tena demostró altura como técnico. Atosigó a su rival. No la dejó pensar. Ese «pressing» creó el primer gol.
Los hombres de Menezes estuvieron perdidos durante un cuarto de hora. Por fin despertaron. Lograron entrar en el partido. Pero jugaron sin velocidad. Óscar tuvo la primera oportunidad en un disparo a la media vuelta que detuvo Corona.
«Mano» quiso evitar la crisis. Sentó a Alex Sandro e introdujo a Hulk a la media hora. El tanque puso a prueba al portero con trallazos. Marcelo se convirtió en extremo. Dio un pase de oro que nadie remató. Y desperdició su propia ocasión, en un disparo mal dirigido. Neymar empezó a tirar sin ángulo. A buscar soluciones con regates imposibles. No sabía que hacer. Damiao, Bota de oro, era anulado por Mier. Brasil se desesperó. Y México sacó el estoque con su contraataque mortal.
Fabián mandó un balón al larguero y un cabezazo fuera con Gabriel batido. A la tercera cambió su rol. Dio el pase medido para que Peralta cabeceara el tanto de la tranquilidad. Dos remates, dos goles. Eficacia total. Hulk, al final, redujo distancias. México redujo a Brasil a la nada. Y ha puesto a Menezes en la diana. No sabe si continuará. La maldición cuesta cara.
