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Lunes, 10 de julio de 2006
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DEPORTES
mundial de fútbol de alemania 2006
Italia impone su ley del fútbol
Se proclama campeona del mundo por cuarta vez en la tanda de penaltis en un duelo en el que lo peor fue la expulsión de Zidane por agresión
A Lippi se le empañaban las gafas. La emoción. El miedo. La esperanza. La angustia. Grosso iba a lanzar el quinto penalti. El que valía el título. Pierna izquierda. El hombre llave ante Australia con aquel penalti que no fue, el hombre que abrió el camino de la gloria en la prórroga contra Alemania. No falló. Este futbolista de 29 años está tocado por la mano de Dios en este Mundial. Su Mundial. El de Italia, aunque tuviera que esperar a los penaltis.

Final pobre, manchada además por la paranoica acción de Zidane. No es que se deba y pueda esperar mucho de estos partidos estelares en los que el miedo a perder atenaza y minimiza el deseo de victoria, pero a Italia y a Francia se les debe pedir un poco más. Al menos lo que ofrecieron los veinte primeros minutos. Casi todo -menos la patosada de 'Zizou'- pasó entonces.

A lo 'Panenka'

Despegó la final acelerada. Encontronazo de Henry con Cannavaro, tarjeta a Zambrotta por una entrada canalla y penalti que no fue. Se equivocó Elizondo. Materazzi no tocó a Malouda. Iba a llevárselo por delante como es su costumbre, pero se frenó a tiempo. Es lo que le ocurre a este jugador que está tan buscado y marcado en la lista de árbitros por su andanzas que hasta un argentino le tiene fichado.

Zidane le metió morbo al lanzamiento. Como si quisiera que todo fuera especial, distinto, genuino e intransferible en su último día, eligió un ejemplo histórico para el disparo. Nada menos que la 'paradinha' y el pique del balón. Vamos, a lo 'Panenka'. Buffón se lanzó a su derecha y el balón tras dar en el larguero, botó dentro. Hay que ser Zidane para atreverse a lanzar un penalti con esa parsimonia y precisión en una final del Mundial.

Posiblemente los franceses pensaron que esa acción podría valerles, como ante Portugal. Pero Italia es Italia. Los de Lippi son guerreros. No se rinden cuando tienen un partido casi completo por delante. Y aunque no encontraban su dinámica de juego, sacaron provecho de su estrategia. Así le quitaron la cartera a la República Checa. Córner que saca Pirlo y remate de cabeza del grandullón que además salta como un 'pívot' de baloncesto. Materazzi le ganó el brinco a Vieira. Barthez que se había quedado a media salida, ni se enteró.

Ahí se apagó la luz. Un cabezazo al larguero de Toni, en otro córner de Pirlo y lo demás un peloteo insulso, sin ritmo en el centro del campo que provocó la maldita 'ola' y terminó de callar a un estadio demasiado político y de palco, con pocos aficionados de los dos países, porque la FIFA prefiere llenar el estadio de compromisos de sus patrocinadores.

Tácticamente el duelo fue cerrado. Mucho centrocampismo. Aceleró el ritmo el equipo de Domenech a la vuelta del descanso, más que nada porque Henry entró en escena y cuando el del Arsenal tiene el balón siempre pasa algo. Los técnicos comenzaron a mover su banquillo. Vieira se fue lesionado y Lippi hizo dos cambios. Reapareció De Rossi después de sus cuatro partidos de sanción y reincidió con Iaquinta, minutos después también con Del Piero. Elizondo anuló un tanto que pareció legal a Toni y Buffon le sacó un remate a Henry antes de que la final fuera languideciendo.

Los suplementarios iban camino de ser otra pesadilla previa a los

penaltis con Francia más activa cuando a Zidane se le cruzó el cable por enésima vez. No se puede estropear más una despedida. Un cabezazo sin venir a cuento contra el pecho de Materazzi. El árbitro no lo vio, pero ante las protestas italianas uno de sus ayudantes le puso la pilas y 'Zizou' se fue a la calle para no volver nunca más. Lo dicho, imposible peor epílogo.

Con uno más Italia quiso, pero no pudo. Volvía a estar con tres delanteros, pero no había ni el físico, ni las ideas del partido contra Alemania y todo quedó visto para la sentencia de los penaltis justicieros. Los «azzurri» no fallaron. Uno tras otro y Barthez impotente sin poder hacer nada.



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