Terminó el Mundial de Alemania 2006. Y lo hizo con la victoria de la selección de Italia y con un Marco Materazzi que se convirtió en el inesperado protagonista de una disputada final. El papel estelar del defensor transalpino describe muy bien lo que ha sido este Campeonato del Mundo, un torneo de transición que ha sido dominado por los jugadores veteranos, con experiencia, y que no ha dejado casi espacio para los futbolistas jóvenes. El partido comenzó con alternativas. Pero pronto un penalti de Materazzi sobre Malouda, con gol de Zidane al estilo Panenka, abrió el partido. Un auténtico lujo. Italia se fue hacia arriba y consiguió empatar en un córner que remató Materazzi.

La selección de Lippi, mejor asentada en el campo, llevó la iniciativa en la primera parte, y un remate de Luca Toni al larguero a punto estuvo de premiar el empuje transalpino. Pero en la segunda parte, Francia tomó el mando hasta la lesión de Vieira. Con Diarra también no perdieron la iniciativa, pero Italia metió a de Rossi y Iaquinta y consiguió refrescar al equipo.

Italia, después de jugar la prorroga en la semifinal, buscaba el tiempo añadido porque la condición física de los franceses era superior. Los italianos querían ir a la prórroga para desgastar a los franceses.

Pero el partido entró en una fase determinante con la expulsión de Zinadine Zidane. El genial centrocampista galo pierde en ocasiones los nervios. Sin embargo, Italia tampoco arriesgó mucho más. Su objetivo era llegar a los penaltis porque, con la roja a Zidane y la sustitución de Henry, sabía que tenía mejores lanzadores.

En definitiva, el protagonismo de Marco Materazzi en la final refleja bastante bien lo que ha sido este Mundial, dominado por los equipos conservadores, que finalmente se llevaron el gato al agua frente a aquellos que optaron por un juego más vistoso y de toque.