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Lunes, 26 de junio de 2006
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CULTURA
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Se apaga la voz 'más grande'
Rocío Jurado murió ayer de madrugada en su casa de Madrid «tranquila, sin grandes angustias y rodeada de los suyos, como había deseado» Será enterrada hoy en su Chipiona natal, tras un funeral a mediodía
Se apagó la voz de la más grande. Casi dos años después de la dramática lucha contra el cáncer, Rocío Jurado falleció ayer en su residencia de La Moraleja, rodeada de los suyos, deseo que había manifestado en diferentes ocasiones. La artista de Chipiona se mantenía desde hace días semiinconsciente, entró el miércoles en coma profundo, y familiares y amigos sabían que el final estaba cerca. Murió a las 5.15 horas acompañada por su esposo, el torero José Ortega Cano y su hija Rocío, entre otros familiares. La capilla ardiente, visitada por miles de personas, quedó instalada a media mañana en el Centro Cultural de la Villa de Madrid -el mismo lugar donde hace 11 años se despidió a Lola Flores- y sus restos serán inhumados hoy en su localidad natal de Chipiona. España perdió ayer a una gran estrella y ganó un mito.

No por esperado, el fallecimiento de Rocío Jurado, de 61 años de edad, no dejó de conmocionar a todos los estamentos del país, desde donde se sucedieron un sin fin de reacciones de pesar y dolor. Emisoras de radio y televisiones modificaron su programación desde primeras horas para informar sobre el triste acontecimiento. La mayoría de las cadenas retransmitieron en directo durante horas lo que acontecía en la capilla ardiente instalada en el Centro Cultural de la Villa de Madrid.

«Murió tranquila, sin grandes angustias, y como ella quería, rodeada de su familia», dijo su hermano y representante, Amador Mohedano, que se ha convertido en portavoz de la familia durante toda la enfermedad de la cantante.

Capilla ardiente

Su esposo José Ortega Cano y la hija de la artista, Rocío Carrasco, vestidos de luto y con los rostros desencajados por el dolor y el agotamiento, abandonaron el domicilio familiar de La Moraleja junto a otros familiares a las 10.15 horas. La comitiva se dirigió hacia el Centro Cultural de la Villa donde, tras ser recibidos por el alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, quedó instalada la capilla ardiente.

Por el féretro, cubierto con las banderas de España y Andalucía, desfilaron a lo largo de la jornada miles de madrileños que quisieron dar su último adiós a la chipionera. También lo hicieron decenas de rostros populares del mundo del espectáculo, la cultura, la comunicación, el deporte ó la política, lo que da idea de la trascendencia de la figura de la artista fallecida.

A última hora de la tarde se anunció que el entierro, previsto para la tarde de hoy en su localidad natal de Chipiona, se había adelantado a mediodía, en torno a las 13 horas. Con anterioridad, una hora antes, se celebrará una misa funeral en el santuario de la Virgen de Regla, de la que la cantante era devota.

Sus últimos días

La noticia sobre un agravamiento del estado de salud de Rocío Jurado se extendió a finales de la semana pasada. Fue la ministra de Cultura, Carmen Calvo, quien durante una visita a la Feria del Libro, el viernes, se hizo eco de un rumor según el cual la cantante había sufrido un infarto cerebral. La noticia fue desmentida posteriormente por el hermano de la artista, Amador Mohedano. Pero la situación entonces ya era extremadamente crítica.

Rocío Jurado había abandonado la Clínica Montepríncipe de Madrid el pasado 28 de abril, después de recuperarse de un cuadro de insuficiencia hepática aguda que se le presentó al regresar de sus dos meses de internamiento en el hospital Anderson de Houson. Tras pasar después por una revisión en el centro hospitalario madrileño, los médicos le dieron el alta clínica con el fin de que continuara la recuperación en su casa. A la salida del hospital le esperaban una multitud de periodistas, que montaban guardia en los aledaños del centro, y ese cerco mediático alrededor de la artista ha sido permanente en la última semana en la entrada de su domicilio. El médico de cabecera de la cantante, el doctor Alejandro Domingo, fue dando cuenta a los periodistas casi a diario de pronósticos aciagos.

La artista plantó cara a la enfermedad desde el principio. El 30 de julio de 2004 sintió unos fuertes dolores abdominales cuando se encontraba de vacaciones en Chipiona, por lo que fue trasladada urgentemente a Madrid y sometida el 2 de agosto, en el Hospital Montepríncipe, a una intervención de casi ocho horas. Unas semanas después, el 17 de septiembre, comparecía ante los medios, en su casa de La Moraleja, para confirmar en una multitudinaria rueda de prensa que había sido operada de un cáncer de páncreas. «No quiero dar la impresión de ser una mujer vencida. Al contrario, estoy llena de esperanza y voy a luchar por mi vida y por estar con los míos», dijo.

Las revisiones en la Clínica Anderson de Houston fueron constantes desde que decidiera trasladarse a la ciudad tejana para proseguir con la terapia. La cantante explicó que había decidido ir a Houston para el seguimiento de su dolencia no porque en España no se dispusiera de la capacidad necesaria para el tratamiento, sino porque al otro lado del Atlántico podía tener una tranquilidad que era imposible contar en España, rodeada de una nube de reporteros.

El peor toro

Desde que le sobrevino el cáncer, Rocío Jurado dio muestras de entereza y se mostró emocionada por las muestras de cariño recibidas por los suyos y de mucha gente de la calle. En todo momento estuvo apoyada por su marido, José Ortega Cano, que dijo enfrentarse «a mi peor toro» con la enfermedad de su mujer. La pareja fue entrevistada a principios de enero de este año, por separado, en TVE, para el programa Jesús Quintero. En el plató, Ortega Cano manifestó su profundo amor por la cantante y dijo no entender la vida sin ella. Por su parte, Rocío Jurado habló de la soledad del quirófano y recordó la frase que le dijo al médico que le atendió en Houston, el doctor Thomas Brown, minutos antes de una intervención: «Si me quedo en la operación, ponerme una inyección de esas que reaniman aunque sea tres minutos para decirle adiós a mi gente».

A finales de enero pasado volvió a la Clínica Anderson de Houston a causa de un nuevo tropiezo. Tuvo que ser intervenida en este centro médico ante la obstrucción de una vena en la zona del abdomen. Fue entonces cuando saltó la alarma, al producirse una infección a causa de una bacteria. El día 7 de febrero se trasladaron para la ciudad tejana sus hermanos, Amador y Gloria, asustados por la crisis. Pero volvió a España el 24 de marzo, en un avión especial donde viajaba con un equipo médico, para ser ingresada otra vez en el Monteprínce con el fin de «continuar la recuperación», dijeron sus familiares.

Estaba muy cansada, y su hermano Amador Mohedano se ocupó de que no viera la televisión para que no conociese la muerte de una amiga y compañera, Rocío Dúrcal. «Nosotros estamos también en la lucha», confiaba su hermano Amador a la familia de Dúrcal cuando manifestaron sus condolencias por la muerte de la cantante. El azar hizo que se fueran casi juntas.



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