IMPRESIÓN PRESCINDIBLE

Un mes de 30 lunes seguidos

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Bienvenida rutina, puede usted tomar asiento en el sillón con orejas que es nuestra vida diaria. Puede volver a instalarse sin ninguna piedad en la cocina con su olor a puchero, en el salón con sus Simpson por televisión, en el dormitorio con su despertador a las seis de la mañana. Vuelva usted, en este lunes que nos ve llegar con cara de cárcel -para algunos llegará mañana-, con sus revisiones al médico por el dolor de espalda, con su letra del coche, con su cuaderno de actividades del niño que no aparece por ningún lado y con el abuelo que cada día tiene más achaques y cualquier día se nos va.

Llega un momento en la vida en el que uno entra en septiembre como Dante en el infierno, abandonando toda esperanza. Mentía Neruda: abril no es el mes más cruel, es este maldito engendro entre agosto y octubre con curso de inglés y gimnasio en oferta que termina en noviembre. Es volver a verle la cara al jefe y, joder, que vuelva a llover en sábado. La verdad, un dios que permite que llueva en sábado es que odia terriblemente a la humanidad. Los políticos volverán a inventarse problemas, nuestros militares, en Rota o en San Fernando, crearán enemigos y su presidente de la comunidad, qué pesimismo, sacará de su chistera una reforma que le obligará a estirar un poco más el crédito.

Si ha conseguido leer hasta aquí le haré una confesión. Soy un farsante. Escribo este artículo mientras estoy de vacaciones, con la ilusión vital de un quinceañero que empieza a descubrir la moto, los libros y los besos. Vamos a darle un cosqui al derrotismo. ¡Demos la bienvenida a las mañanas apacibles y a los bellos atardeceres de septiembre!