La venta de Banif al Santander desata una tormenta política en Portugal

El coste de la operación obliga al primer ministro socialista, António Costa, a rectificar el Presupuesto de 2015, aprobado de forma paradójica gracias a la abstención de los socialdemócratas de Passos Coelho

CORRESPONSAL EN LISBOA Actualizado: Guardar
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La venta de Banif (Banco Internacional de Funchal) al Santander por 150 millones de euros ha provocado la primera crisis seria en el Gobierno de izquierdas capitaneado por el Partido Socialista en el país vecino.

La entidad española sólo ha aceptado los ‘activos buenos’ de la maltrecha firma, mientras que el grueso de los ‘malos’ se queda en Banif, controlado por el Estado luso en un 60,5%.

El primer ministro, António Costa, ya avisó que la operación iba a tener un alto coste para las cuentas públicas, es decir, serán los ciudadanos quienes sufragarán gran parte de los gastos derivados.

Esta circunstancia ha obligado a votar en el Parlamento una rectificación del Presupuesto para este 2015, lo que incrementará notablemente el déficit, que se situará en torno al 4,30%, muy por encima del 3% exigido por Bruselas como techo para no ser presa de sanciones.

Costa se la jugaba en el envite y, al final, su salvador no ha sido otro que… el socialdemócrata Pedro Passos Coelho, puesto que sus socios de la izquierda radical (el Partido Comunista, el Bloco de Esquerda y los ecologistas del PEV) decidieron proclamar su rechazo más absoluto.

También el CDS-PP de Paulo Portas, que ya no figura como aliado de Passos, se mostró en contra. Si ha salido adelante la rectificación financiera es porque el PSD se plantó en la abstención, aunque hubo tres diputados de Madeira que rompieron la disciplina interna y se posicionaron a favor de la propuesta socialista.

Es la segunda vez esta semana que el anterior primer ministro le salva los muebles al actual con el objetivo de no poner en peligro el «interés nacional».

Lo que está claro es que se pone de manifiesto la fragilidad de los acuerdos puntuales para gobernar urdidos por el líder socialista. No existe un pacto global y cada asunto se negocia de manera aislada. Para colmo, cualquier signo de entendimiento pasa por conversaciones separadas, pues la relación entre el Bloco de Esquerda y los comunistas está en vía muerta.

El laberinto político, similar al que puede cernirse sobre España si Pedro Sánchez no acepta los planes que le ha puesto Mariano Rajoy sobre la mesa, no hace más que prolongarse al otro lado de la frontera. Y todo cuando falta sólo un mes para las próximas elecciones presidenciales, llamadas a dar el relevo a Cavaco Silva, quien debe ahora promulgar el nuevo Presupuesto.

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