Theresa May, en televisión contestando las preguntas del público. El único formato que ha aceptado
Theresa May, en televisión contestando las preguntas del público. El único formato que ha aceptado - AFP

«Tuve las pelotas de ir a elecciones», replica May en televisión

Corbyn sufrió con las preguntas del público sobre si apretaría el botón nuclear

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Theresa May se ha negado a conceder debates electorales, algo que Corbyn calificó anoche como «una vergüenza», pero acepta acudir a formatos en directo con preguntas del público. Este viernes, en la BBC 1, se vivió el último gran hito televisivo de esta campaña. May, de 60 años, y Corbyn, de 67, se sometieron sucesivamente, durante 45 minutos cada uno, al duro repaso que les aplicaron un centenar de ciudadanos en el programa «Question Time».

Como maestro de ceremonias, el eterno David Dimbleby, de 78 abriles, el hombre de que desde 1979 ha presentado todas las veladas de las elecciones generales. Fiel a sus carrascalianas corbatas floreadas, demostró que no ha perdido reflejos. Véase esta colleja dialéctica que propinó a May: «Usted hizo campaña por el Remain y entonces decía que estar en Europa nos hace más prósperos.

Ahora en cambio dice que el Brexit, salir de Europa, nos hace más prósperos. ¿Cuál de esas dos personas es usted? ». May eludió la estocada como pudo: «Lo que yo digo es que demos una oportunidad al futuro».

La cita televisiva era muy importante, toda vez que las poco fiables encuestas británicas están marcando un deterioro de May, que sigue por delante, pero arrancó con 22 puntos de ventaja y hoy solo domina de tres, según «The Times», o de cinco, a decir de la encuesta que ayer publicó el «Evening Stantard», el gratuito de Londres que dirige George Osborne, ex mano derecha de Cameron, quien utiliza el periódico para pellizcar a May, en represalia por haberlo echado.

En el cara a cara con el público de comienzos de semana, May había estado muy mal, tensa, como enojada. Por el contrario, Corbyn lo había bordado, con un relax casi zen y una inesperada simpatía. Esta vez ha sucedido al revés. El público abrasó a ambos con preguntas y comentarios duros, pero la primera ministra respondió mejor que el líder laborista, que pagó sus convicciones pacifistas ante un público que se reveló guerrero.

«¿Pulsará el botón rojo si es necesario?», le preguntó el presentador. «El uso más efectivo de las armas nucleares es no usarlas», respondió Corbyn. « Está usted haciéndome un regate. ¿Qué pasa en la vida real?», replicó Dimbleby. Los espectadores siguieron presionando con el tema. «No seré el responsable de la muerte de millones de personas». «¿Y si nos atacan Irán o Corea del Norte?». Y Corbyn, a piñón fijo: habría que negociar, buscar un acuerdo, «aunque el desarme sería difícil…». «¡Sería imposible!», voceó un espectador.

El líder laborista funciona bien cuanto explota el malestar social que ha dejado la crisis para vender todo tipo de mejoras sociales, probablemente imposibles de costear. Pero sufre cuando los dardos incómodos –o realistas- le traban su discurso de «justicia social», en el que está a gusto. Por ejemplo: «Usted apoyó al IRA y a Hamas». Lo negó, pero al segundo elogió la bondad de los procesos de paz. A pesar de una rotunda pregunta de un ciudadano no acabó de condenar expresamente al IRA, a los que no llama terroristas, sino «los republicanos».

May también recibió lo suyo. Le afearon sobre todo sus contradicciones. La primera pregunta, de una chica muy joven, fue a saco: «¿Cómo podemos confiar en usted si como ministra del Interior y primera ministra ha cambiado de opinión en todo?». Fajándose bien, May le pidió ejemplos. «Las elecciones, que no iba a convocar, el cambio de idea en asistencia social». La premier sorprendió con una expresión que no está en su libro de estilo: « Tuve las pelotas de ir a unas elecciones», y explicó que lo hizo, para «frenar a los que quieren burlar la voluntad del pueblo sobre el Brexit».

Un señor mayor de porte bien, que se reconoció votante tory, expresó su enfado por dar ayuda internacional a Corea del Norte. Cuándo se le preguntó a May cuánto dinero era, no lo sabía. Otro lance difícil llegó cuando una chica contó, casi llorando, que se pasó año y medio esperando una cita de salud mental.

Corbyn defendió sus subidas de impuestos, con las que espera recaudar 48.000 millones de libras más. «El 95% de la población no se verá afectado», quiso tranquilizar. Subirá dos puntos el impuesto de sociedades. Un joven con pinta de hípster le hizo una observación: «¿Y qué pasa si a esas empresas no le gustan sus subidas y se van a otra parte?». Una pregunta que resumió los límites del populismo de izquierdas.

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