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VÍDEO: El terrorismo azota Turquía en 2016.

Turquía fue uno de los objetivos preferidos de Daesh durante el año pasado

Erdogan pasó de «tolerar» sus acciones en Siria a perseguirlos tras acercarse a Putin

CORRESPONSAL EN ESTAMBUL Actualizado: Guardar
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Hasta 119 personas en 2016. Más de 100 el año anterior y 39 víctimas mortales solo en los primeros 75 minutos de 2017. La sangrienta huella dejada por Daesh no deja de crecer en Turquía, que se ha convertido en uno de los países del mundo que más ha sufrido la barbarie de los yihadistas. Aunque no siempre fue así.

Hubo un tiempo en que los militantes del también autodenominado Estado Islámico se movían aquí con un alto grado de libertad. Extremistas de todos los rincones del mundo utilizaban el país eurasiático para entrar en el territorio controlado por Daesh en Siria e Irak.

Muchas voces, como la del presidente sirio, Bashar al Assad, o el líder ruso Vladimir Putin, acusaron en su momento a Recep Tayyip Erdogan de apoyar directamente al grupo armado yihadista.

Las pruebas puestas sobre la mesa nunca han demostrado esa implicación y desde Ankara se niega categóricamente ese tipo de acusaciones. No obstante, los analistas no dudan en señalar que el Gobierno turco dejó hacer o miró para otro lado hasta 2014, según explica una fuente de seguridad consultada por este periódico.

Hay quien sostiene que esta connivencia se extendió hasta el año siguiente. «Yo vi una bandera de Daesh en la mezquita de Fatih [situada en el centro de Estambul] durante el Ramadán de 2015», explicaba a ABC un refugiado sirio residente en Turquía que prefiere no dar su nombre.

El sector de la población más ultraconservadora y religiosa de Turquía no llegaba a ver con excesivos malos ojos a Daesh, que propugna una visión radical y suní de la fe islámica. De ahí que incluso surgieran encuestas como una que aseguraba, con una muestra poblacional de únicamente 1.500 personas, que casi el 10% de los turcos no ven a Daesh como una organización terrorista.

Turquía se sumó a la coalición internacional que golpeaba por el aire a Daesh, aunque en un primer momento concentró prácticamente todos sus esfuerzos en bombardear posiciones del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), y no yihadistas.

Cambio de rumbo

Sin embargo, 2016 ha supuesto un cambio de rumbo de 180 grados en la relación entre Turquía y Daesh a medida que los yihadistas aumentaban sus atentados en territorio turco. El año arrancó con un ataque suicida en la plaza de Sultanahmet, el corazón turístico de Estambul, donde once turistas alemanes perdieron la vida.

La ciudad del Bósforo, debido a su importancia a nivel internacional, es sin duda uno de los objetivos principales. En la céntrica calle Istiklal, una arteria comercial, murieron cuatro personas en marzo, mientras que en el aeropuerto Atatürk, la principal puerta de entrada al país, tres suicidas llevaron a cabo un atentado que causó 45 víctimas mortales.

Daesh, que ya había matado a más de 100 personas en la capital Ankara en 2015, también ha atacado otras zonas como Gaziantep, cerca de la frontera siria, donde un atentado acabó con la vida de 57 personas que festejaban una boda en las calles de la ciudad.

Los primeros atentados en Turquía se produjeron sin que los canales oficiales de Daesh pidieran abiertamente ataques contra este país. Todo cambió cuando a finales de agosto el Gobierno turco puso en marcha la operación Escudo del Éufrates, con la que tropas regulares entraron en el norte de Siria en apoyo de grupos opositores a Assad para arrebatar las zonas que controlaba Daesh en la zona. El avance se ha estancado en la localidad de Al Bab, en el norte de Alepo.

Desestabilizar Turquía

En diciembre, un portavoz del grupo armado extremista que se hace llamar Abi al-Hassan al-Muhajer aseguró que los seguidores de Daesh atacarían «al Gobierno secular y apóstata de Turquía en cualquier infraestructura de seguridad, militar, económica y mediática».

Ankara promete «luchar hasta el final» el terrorismo, y no diferencia entre Daesh, PKK o gülenistas (seguidores de Fetulá Gülen, el teólogo acusado de orquestar el fallido golpe de Estado). Todos tienen como como objetivo «desestabilizar Turquía», según las palabras del propio Erdogan. A pesar de los bruscos cambios de dirección en las políticas fomentadas por el presidente, después de más de año y medio de muerte y pánico, el Gobierno turco cree sinceramente que Occidente ha abandonado a Turquía en su lucha contra el terrorismo.

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