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Almuerzo de los líderes europeos con el primer ministro turco, este lunes en Bruselas - AFP

La UE expulsará a Turquía a los sirios que lleguen a Grecia

Acepta a un refugiado sirio por cada uno que expulse por llegar ilegalmente a Europa y sopesa eximir de visado a los turcos. Además, obtendrá una ayuda de 6.000 millones de euros

CORRESPONSAL EN BRUSELAS Actualizado: Guardar
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Para regatear, no hay nadie tan bueno como los mercaderes de alfombras del bazar de Estambul. Y eso lo han descubierto crudamente los líderes de los veintiocho países de la UE, que necesitan desesperadamente la ayuda de Ankara para poner orden en la gravísima crisis que provoca la llegada masiva de refugiados. Este lunes vieron al primer ministro, Ahmet Davotuglu, doblar el precio de su colaboración. Le habían ofrecido 3.000 millones de euros para que se hiciera cargo de la mayor parte de los refugiados, además de una promesa de que se aceleraría el trámite para permitir la entrada en Europa de los viajeros turcos sin visado. El primer ministro turco ha pedido el doble, 6.000 millones, una fecha concreta para la liberalización del visado y progresos claros en las negociaciones de adhesión.

La cumbre extraordinaria de este lunes debía haber sido un corto almuerzo de trabajo con Davotoglu, ya que había sido preparada cuidadosamente en varios viajes a Ankara y a los Balcanes por parte del presidente del Consejo, Donald Tusk, y en una reunión previa en Bruselas del dirigente turco con la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro holandés, Mark Rutte. Todo parecía estar claro, al menos las líneas generales del acuerdo.

Con razón, varios líderes europeos reaccionaron diciendo que necesitarían más tiempo para poder asumir esta inesperada posición turca aunque nadie la rechace frontalmente. En efecto, Davotuglu llegó a la reunión del Consejo Europeo con una inesperada propuesta que puede complacer a la mayoría de los europeos, porque supondría que Turquía se haría cargo de la gestión del flujo de refugiados, de manera que se pondría fin a la llegada desordenada y azarosa a las islas griegas, pero que a cambio dobla el precio económico y político. De modo que la comida decisiva se transformó en cena crucial y, como tantas veces, la cumbre europea se alargó hasta entrada la noche.

Novedades de la propuesta

Es decir, los jefes de Estado y de Gobierno decidían si aceptan o no la oferta presentada horas antes por Davutoglu, de doblar hasta los 6.000 millones de euros la ayuda a cambio de que Turquía acepte readmitir a los demandantes de asilo sirios e inmigrantes económicos llegados a la UE a través de su frontera. La principal novedad del acuerdo que había sobre la mesa es que las solicitudes de asilo se deben tramitar todas en Turquía y que la UE se compromete a aceptar tantos refugiados registrados e identificados como Turquía acepte a su vez de los que sean expulsados de Europa porque no cumplen con los requisitos para recibir asilo, incluyendo a sirios.

La Comisión Europea ha dicho desde noviembre que ha pactado un «plan de acción» con Turquía para gestionar los flujos, pero la realidad es que hasta ahora Turquía no se ha tomado mucho interés, o, al menos, no el que los europeos esperaban. Cuando llegó a la reunión de este lunes, Davotuglu admitió que el número de entradas irregulares desde su territorio a las islas griegas no se ha reducido al ritmo esperado, por lo que explicó que había decidido ofrecer a la UE medidas «más ambiciosas», es decir, regatear un poco más el precio de la alfombra. La petición de doblar las prestaciones económicas por su colaboración ha pillado con cierta sorpresa a los europeos, que ya han tenido problemas para recaudar los 3.000 millones iniciales que se le habían ofrecido para desembolsar antes de 2017, y que no sabe muy bien de dónde van a salir los 3.000 adicionales que quieren recibir en 2018. En un gesto destinado a aumentar la presión, desde Ankara, el presidente de la República, el islamista Tayip Erdogan, se quejó públicamente y en términos poco amables de que la UE no haya entregado aún los 3.000 millones que estaban sobre la mesa: «Dijeron: Os vamos a dar 3.000 millones de euros de ayuda. Han pasado cuatro meses y todavía no nos han dado nada», se quejó durante un congreso de un sindicato en Ankara.

«Una nueva era»

Para justificar la conveniencia de su oferta, el primer ministro turco dijo que «con esta nueva propuesta, nuestro objetivo es el de salvar las vidas de los refugiados, poner trabas a aquellos que quieren explotar la situación desesperada de los refugiados, combatir el tráfico de seres humanos y contar con una nueva era en las relaciones entre la UE y Turquía».

Una vez explicada su propuesta, Davotuglu abandonó de la reunión y sin salir de Bruselas acudió a reunirse con el secretario general de la OTAN, Jan Stoltemberg, ya que un grupo marítimo de la Alianza va a empezar a patrullar en el Egeo en apoyo de la agencia europea de fronteras Frontex. Y tras escuchar al primer ministro turco, los líderes europeos continuaron la discusión entre ellos para analizar las demandas de Ankara y valorar si son o no aceptables. Entre los europeos, además, no hay un pleno consenso sobre la aceptación de los refugiados, que a su vez quieren irse masivamente a Alemania o a Suecia y no quieren saber nada de ser instalados en ciertos países, donde saben que los gobiernos y las sociedades no están a favor de acogerlos. De todos modos, esta era una reunión consagrada esencialmente a Turquía, ya que dentro de diez días se celebrará un nuevo Consejo Europeo en el que la política migratoria será el tema central de discusión.

En todo caso, si no en esta, en la siguiente, lo cierto es que la intención de los europeos es «taponar» lo antes posible la vía de entrada a través de Grecia y de los Balcanes. Atenas mira con cierta impotencia esta situación en la que unos y otros hablan de lo que sucede en su territorio y sus fronteras, pero sin contar prácticamente para nada con su opinión. Bastantes problemas tienen los propios griegos con su insondable crisis económica como para poder ponerse a regatear como sus vecinos turcos. A los griegos ya nos les quedan ni alfombras que ofrecer a cambio.

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