Sturgeon y May
Sturgeon y May - AFP

Sturgeon insiste en su referéndum tras verse con May

La premier advirte que nunca permitirá «un Reino Unido más débil»

Londres Actualizado: Guardar
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Llega el día D del Brexit. El miércoles Theresa May activará el artículo 50 con una carta a Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo. Comenzará la salida de la UE, que dará pie a unas negociaciones de divorcio de 18 meses. Los brexiters lo celebran como «el Día de la Independencia». Pero lo cierto es que la aventura nacionalista y más bien xenófoba que fue el Brexit ha desatado a su vez tensiones territoriales en Escocia e Irlanda del Norte, que votaron por la permanencia. Irlanda del Norte se encuentra sin Gobierno, con los republicanos del Sinn Féin y los unionistas del DUP incapaces de ponerse de acuerdo. Más tensión todavía genera Escocia, cuyo parlamento de Holyrood aprobará hoy la petición a Westminster de un segundo referéndum de independencia.

El Reino Unido, con 64,1 millones de habitantes, lo componen cuatro naciones. Dos votaron Leave (Gales e Inglaterra) y dos Remain (Escocia e Irlanda del Norte) En realidad la locomotora y el poder fáctico del país es Inglaterra, que cuenta con Londres y con 53,1 millones de habitantes. Pero antes de activar el Brexit, May ha hecho una gira por las otras tres naciones, que ha concluído este lunes en lo que es su avispero: el pulso escocés.

El viaje resultó infructuoso. May amenazó a Sturgeon en un discurso matinal antes de verla, que fue un gran canto patriótico al unionismo: «Nunca permitiré un Reino Unido más flojo o más débil». También le advirtió que no admitirá una consulta separatista mientras duren las negociaciones con la UE, porque debilitaría el esfuerzo negociador británico. Pero la primera ministra escocesa no se dio por enterada. Es más, salió de su entrevista con May proclamando que las exigencias de Londres se adaptan perfectamente a su pretensión de celebrar un referéndum separatista entre el otoño del año que viene y la primavera de 2019.

El argumento de la líder separatista es que la negociación del Brexit estará completa en las fechas que ella maneja para la consulta, con lo cual queda sin sentido la objeción de May: «Se hace muy difícil que pueda plantear una oposición racional a las fechas que le he planteado». Lo que omite Sturgeon es que si May aceptase ya el referéndum se abriría de facto la precampaña y Londres tendría dos frentes abiertos, a cual más duro.

A diferencia del mal estilo de los separatistas catalanes, el nacionalismo escocés guarda las formas institucionales y observa los cauces legales. Al inicio de su encuentro en Glasgow, el primero desde que Sturgeon lanzó su pulso, ambas posaron sonrientes. Sus portavoces aseguraron que su reunión fue «cordial» y «de negocios». Llamó la atención la modestia de la estancia hotelera en la que se encontraron y el hecho de que no lo hiciesen en unas cercanas instalaciones del Gobierno escocés.

Sturgeon reprocha a May que haya ignorado a Escocia en el proceso de salida, lo cual es cierto, pues el Número 10 ha elegido el Brexit duro y para nada ha tenido en cuenta la sensibilidad de Escocia (o de Londres, donde también ganó el Remain). Por su parte May promete que intentará construir «una nueva forma de sociedad con Europa» y repite una y otra vez que estamos ante los albores de una «Gran Bretaña global», cuya génesis curiosamente consiste en romper con sus socios desde hace 43 años, a los que vende el 41% de sus exportaciones.

«Mi visión es muy simple y no voy a cambiarla. Ahora no es el momento de un segundo referéndum de independencia», zanjó May antes de ver a Sturgeon. Pero el miércoles Holyrood enviará a Westminster su solicitud y es muy complicado que con los acuerdos constitucionales británicos May no acabe admitiendo una consulta que intentará aplazar al máximo.

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