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El presunto asesino de Cox: «Muerte a los traidores, libertad para Gran Bretaña»

Thomas Mair responde con una soflama cuando el tribunal le pregunta su nombre y la jueza ordena un estudio psiquiátrico

CORRESPONSAL EN LONDRESs Actualizado: Guardar
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Una gran incógnita rodea a Thomas Mair, el solitario de 52 años que a las 12.53 del pasado jueves acuchilló y disparó tres veces a la diputada laborista Jo Cox, de 41, que murió a la 1.48 de la tarde. ¿Es Mair un enfermo mental o un ultraderechista violento? A tenor de lo que se vio ayer en su primera comparecencia judicial, tal vez ambas cosas.

Vestido con un chándal gris, calvo y con barba, con escaso parecido a la foto que se ha distribuido, fue llevado a declarar a las diez de la mañana a uno de los tribunales más importantes de Inglaterra, la Corte de Magistrados de Westminster. Lo flanqueaban dos policías, a los que estaba esposado.

La jueza, Emma Arbuthnot, le preguntó su nombre. Mair respondió con una sorpresiva soflama: «Mi nombre es muerte a los traidores. Libertad para Gran Bretaña«.

La vista fue muy breve. La jueza encargó un estudio psiquiátrico y le dijo que el próximo lunes tendrá que declarar en la corte criminal de Old Bailey. Mientras tanto, permanece encarcelado en la prisión de Belmarsh, al Este de Londres, cercana al City Airport.

Su frase ante el tribunal enlaza con la que repitió cuando acabó con la vida de Jo Cox: «Gran Bretaña primero«. El fiscal rebeló también que cuando fue detenido manifestó a los agentes que era «un activista político». Ha sido acusado de asesinato, lesiones graves y posesión de armas. Su segunda víctima fue el heroico minero Bernard Kenny, de 77 años, que se interpuso para proteger a Jo Cox. Lo apuñaló en el estómago, pero está fuera de peligro.

Mair acabó con la diputada pegándole un tiro cuando forcejeaban de pie. Cuando ella cayó al suelo malherida, le disparó dos veces más, una en la cara, la acuchilló y la pateó. Nuevos testimonios añaden que mientras cometía el crimen también habría dicho «esto es por Gran Bretaña» y «Gran Bretaña independiente». En su casa tenía recortes sobre Cox.

Sus frases concuerdan con su pasado de contactos con grupos ultras vía internet y con los recuerdos nazis y libros de extrema derecha racista que se hallaron en su casa. La vivienda es un adosado de protección oficial de dos habitaciones, a un cuarto de hora caminando del lugar del crimen, la Street Market de Birstall, una pequeña población de 16.300 vecinos célebre por su mercado.

Mair fue suscriptor en los ochenta de la revista de un grupo racista sudafricano. También han aparecido recibos que prueban que era cliente de la National Alliance, un grupo supremacista blanco estadounidense, cuyo líder murió en 2002. En total se gastó 546 euros en publicaciones suyas, entre ellas un libro sobre cómo montar armas. National Alliance, ya disuelta, inspiró el atentado de Timothy McVeigh en Oklahoma en 1995, uno de los mayores de la historia de EE. UU., con 168 muertos. Entre las obras que adquirió figura «Ich Kämpfe», publicado en 1942 por el Partido Nacionalsocialista alemán.

Rifle profesional

El arma que empleó no era de fabricación casera, como se dijo, sino un rifle profesional de cañones recortados, que pudo haber comprado por internet en EE.UU. La policía británica ha constatado que a veces esas armas se envían por el correo ordinario, separadas en partes para burlar los controles, de ahí los manuales para montarlas.

Pero la historia de Mair, un solitario que jamás tuvo un empleo fijo ni una relación sentimental, queda incompleta sin sus problemas psíquicos. En la víspera del asesinato acudió a una clínica local de terapia alternativa, Wellbeing Centre, en busca de ayuda contra la depresión. Le dieron cita para el día siguiente. Nunca se presentó. Fue la jornada del crimen.

Su madre, Mary Goodwall, de 69 años, estaba viendo las noticias en televisión con una vecina de 61 cuando se sobresaltó al ver las imágenes de la detención, según ha contado la mujer que la acompañaba: «Dios mío, ¡es la bolsa de Tom!, ¡es su ropa!».

De niño, Thomas padeció epilepsia severa y recibió medicación muchos años. Sin embargo, su vecina Diana Peters, una enfermera, ha descartado en «The Times« que sufriese «problemas mentales severos». Tommy mostraba síntomas de trastorno obsesivo compulsivo. Estaba obsesionado con la higiene personal y llegaba a limpiarse con gamuzas Brillo, propias de la limpieza doméstica. No le gustaba tocar los pomos de las puertas y lo impresionaba la sangre.

Su hermano, Duana St. Luis, de raza negra, nacido en las segundas nupcias de su madre con un hombre de la Guyana, sostiene que Tommy no era racista. Una vecina concuerda: «Antes creería que era Papa Noel que un neonazi». Lector compulsivo, se pasaba largas horas en los ordenadores de la biblioteca de Birstall. Frente a ella aguardó el jueves a Jo Cox. Portaba una bolsa con un cuchillo de monte y su rifle de cañones recortados. Estaba a punto de cometer el primer asesinato de un diputado en el Reino Unido en 26 años.

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