Abdulhamid al-Youssef abraza a sus bebés gemelos muertos tras el ataque químico que tuvo lugar en Idlib, al norte de Siria este martes
Abdulhamid al-Youssef abraza a sus bebés gemelos muertos tras el ataque químico que tuvo lugar en Idlib, al norte de Siria este martes

Un padre sirio abraza a sus bebés gemelos, muertos en el ataque químico de Idlib

La tragedia también le ha arrebatado a su mujer y a otros 16 miembros de su familia

MADRID Actualizado: Guardar
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Abdulhamid al-Youssef solloza mientras abraza los cuerpos sin vida de sus hijos, dos bebés gemelos envueltos en unas mantas blancas. Ahmad and Aya, de nueve meses, murieron en la mañana del martes, durante el ataque químico que asoló Khan Sheikhoun, en Idlib, al norte Siria. La tragedia también le ha arrebatado a su mujer y a otros 16 miembros de su familia. Al-Youssef los ha enterrado a todos este miércoles en una fosa común.

Según cuenta el diario británico The Telegraph, el hombre, de 29 años, estaba trabajando cuando el ataque golpeó su ciudad, poco después de las 6.30 horas. En cuanto su esposa le llamó para contarle lo que estaba pasando, él acudió corriendo a su casa para estar con su familia.

Todos parecían estar bien, pero, por precaución, se desplazaron juntos al sótano de un edificio cercano; un lugar más seguro si se producía otro ataque. Sin embargo, una hora después, la salud de los familiares de Al-Youssef empezó a deteriorarse.

Alaa, primo de Al-Youssef’s relata: «De repente, los gemelos comenzaron a tener dificultades para respirar. Entonces, [Al-Youssef] vio que los gases también habían afectado a su mujer, a su hermano y sus sobrinos. Todos murieron en el sótano, no les dio tiempo a acudir al hospital».

Al-Youssef abrazó a sus hijos por última vez, antes de dejarlos tendidos en la tierra; una imagen que ahora se ha convertido en un símbolo del horror de la guerra, uno más. Aparte de un moretón en la mejilla de Ahmad, los bebés no presentaban ni marcas ni heridas. «Los ataques químicos no dejan señales», exlica Mamoun Najem, médico en el hospital, en Idlib. «Estos gases son asesinos silenciosos que trabajan en el cuerpo lentamente». Él vio cómo decenas de pacientes llegaban desde la mañana hasta la tarde. Nunca había atendido este tipo de casos de envenenamiento antes. «Sus pupilas eran tan pequeñas como cabezas de alfileres, su piel estaba muy fría. Eran inexpresivos como zombies», cuenta.

Una enfermera del hospital explica a The Telegraph: «Tras el ataque, un olor raro se metió en el hospital, como de carne podrida. Era un caso totalmente diferente a todo lo que había visto hasta entonces. Las víctimas vomitaban un líquido amarillo oscuro, a veces marrón. La capacidad respiratoria mermaba. Los niños morían más rápido que los mayores».

El balance de víctimas mortales del ataque químico, confirmado por este jueves por Turquía, ascendió este miércoles a 86, entre ellas 30 niños, según ha informado el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos. El organismo, con sede en Londres e informantes en el país árabe, ha indicado que el número de muertos podría aumentar en las próximas horas, ya que varios de los heridos se encuentran en estado crítico. No obstante, según el balance proporcionado por la Unión de Organizaciones de Asistencia Médica y de Socorro (UOSSM), al menos cien personas han muerto y unas 400 han sido atendidas con síntomas de asfixia tras el supuesto ataque químico.

La inmensa mayoría de la comunidad internacional ha acusado al Gobierno de Bashar al Assad de estar detrás del ataque en la localidad, controlada por los rebeldes. Sin embargo, el Gobierno de Rusia ha afirmado este mismo miércoles que el Ejército sirio bombardeó una fábrica de armas químicas en la localidad, descartando un ataque químico por parte de las fuerzas gubernamentales. Por su parte, el Ministerio de Exteriores sirio ha negado la implicación del Gobierno en el ataque, afirmando que se trata de «acusaciones inventadas» para entorpecer la «lucha contra el terrorismo» que se libra en el país.

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