David Cameron, defensor de la permanencia, y Boris Johnson, del Brexit, en una imagen de archivo REUTERS

El oscuro futuro de los tories

Las culpas de la crisis que traera el Brexit recaerán sobre el que convocó el referéndum

ENVIADO ESPECIAL A LONDRES Actualizado: Guardar
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Pasar el día siguiente al referéndum del Brexit reunido con una docena de parlamentarios conservadores de los Comunes y los Lores permite verificar la profunda ruptura que enfrenta la formación que tiene la mayoría absoluta en Westminster. La cita, bajo la regla de reserva de las fuentes conocida como «Chatham House rules» reúne, entre otros, al diputado encargado de organizar la elección del nuevo primer ministro, al de mayor responsabilidad ante los servicios de inteligencia o a un exministro de Exteriores.

El único consenso es que el nuevo primer ministro debe ser un diputado partidario del Brexit, lo que ya limita mucho la lista porque la mayoría de los conservadores en los Comunes apoyaron la permanencia. El Comité 1922 del partido debe reducir la lista de candidatos a dos antes del 21 de julio para que durante agosto puedan hacer campaña y someterse a votación postal en septiembre entre los 120.000 afiliados del partido.

El nuevo líder será proclamado antes del congreso conservador del próximo octubre.

Una promesa que había que cumplir

¿Y cómo se ha llegado hasta aquí? Diputados de una y otra tendencia reconocen que era una promesa que no quedaba más remedio que cumplir, pero alguno aclara que Cameron lo prometió cuando no podía soñar en que iba a sacar mayoría absoluta y contando con que el pacto de Gobierno con los liberales implicaría anular esa promesa. Lord Razzall, antiguo tesorero del Partido Liberal Demócrata, me confirma que eso era lo previsto.

Pero son varios entre los que han apoyado la fracasada opción de permanecer en la UE los que creen que la suerte del Partido Conservador está destruida y empieza una etapa de decadencia. La victoria del «Leave» no va a ser un triunfo para el Partido Conservador, porque en cuanto se vean las consecuencias que trae, toda la culpa de la crisis recaerá sobre esta formación. La elección entre el reducido número de diputados partidarios del Brexit deja a tres en los mejores puestos de salida: Michael Gove, ministro de Justicia y teórico jefe del Brexit; Teresa May, que puede ser una opción de compromiso, aunque no llega a los tobillos de Lady Thatcher con la que algunos gustan compararla, y Boris Johnson.

Johnson es la cara visible de la campaña por el Brexit, el que encarna su éxito. Pero tiene algunos problemas. Cuando fue diputado antes de ser alcalde del Londres, fue señalado como el más incompetente del grupo parlamentario. Y es el grupo el que tiene que seleccionar a los dos diputados que serán sometidos a los afiliados. Y, además de no ser una figura parlamentaria, no ha sido ministro, lo que en el Reino Unido es un paso previo imprescindible. En todo caso los conservadores saben que tendrán un gobierno disfuncional, con una mayoría absoluta de sólo doce escaños, que va a emprender una negociación con Bruselas que, en los términos anunciados ayer por Boris Johnson, es un puro incumplimiento ilegal de los tratados a los que está sometido voluntariamente el Reino Unido, en palabras de un antiguo fiscal general presente en la reunión. Por algo el David Cameron que logró una sorprendente mayoría absoluta hace sólo trece meses está ya, para sus compañeros, en el basurero de la Historia.

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