Obama asume una «nueva fase» del terror y llama a combatirlo

La matanza de California ha supuesto un mazazo para la Administración Obama. Y para todo Estados Unidos, que vuelve a temer por su seguridad. El 80% de los norteamericanos cree ahora que puede haber otro ataque terrorista en cualquier momento, según el Washington Post. Menos de un tercio aprueba la política del presidente contra Daesh, que recibe el rechazo del 64%, según una encuesta para la cadena CNN. Este es el país al que Barack Obama intentó infundir un mensaje de calma y confianza en un mensaje televisado que resumió en dos frases de muy distinto tono: «Vamos a destruir a ISIS (Daesh)» y «la libertad es más fuerte que el temor».

El inquilino de la Casa Blanca reconoció, sin embargo, que el terrorismo, al que no quiso poner apellido alguno relacionado con el islam, «ha entrado en una nueva fase» con el ataque de San Bernardino, e hizo una llamada a la «unidad» para que el Congreso apruebe medidas de refuerzo de la seguridad nacional: un mayor control de la compra de armas de fuego y de los visados de forma que «aquellos que están excluidos de volar en listas por potencialmente peligrosos tampoco puedan adquirir armas con tanta facilidad».

En paralelo, Obama mantuvo su confianza en la estrategia militar de no llevar tropas sobre el terreno a en Siria e Irak, pero apeló también al Congreso para que dé «una mayor cobertura» a la campaña de bombardeos y asesoramiento a las tropas locales que se lleva a cabo desde hace más de un año.

En su tercer discurso en el Despacho Oval en casi siete años de mandato, Obama protagonizó una alocución muy pedagógica, con la que pretendió combinar su determinación de comandante en jefe con la justificación del esfuerzo que está haciendo su Administración por combatir el terror, y que va a seguir haciendo en el futuro, según proclamó. Un intento de llevar la tranquilidad a los hogares norteamericanos. Durante trece minutos, diferenció claramente las medidas de seguridad nacional de la política militar, con la que se mostró confiado en la campaña de bombardeos y de apoyo a quienes combaten a Daesh sobre el terreno, los kurdos, iraquíes y turcos, junto a otros países árabes. Muy lejos del escepticismo que mostró horas antes la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, con un «no vamos ganando», Obama aseguró que Estados Unidos vencerá, pero advirtió que no se va a caer en «el error de hacer la guerra que pretende ISIS: que llevemos tropas sobre el terreno».

Fue dentro de las fronteras de Estados Unidos donde el presidente planteó la necesidad de lleva a cabo un mayor control del acceso a las armas, para lo que apeló al Congreso, consciente de que la mayoría republicana se ha opuesto hasta ahora a cualquier medida. Pero lo hizo en un punto en el que podría alcanzarse un acuerdo más fácilmente, que tiene que ver con que quienes no pueden volar tampoco adquieran armas. Según Obama, el objetivo sería «poner las cosas más difíciles a aquellos que pretenden comprarlas para matar a estadounidenses», como en California. En su reconocimiento del salto cualitativo que supone el ataque terrorista de San Bernardino, a cargo de un matrimonio radicalizado y, en principio, «sin otras conexiones externas», según precisó, el presidente, esta vez sí, reconoció que el riesgo terrorista «es real», pero mostró su convencimiento en la victoria final para responder a «muchos americanos que se sienten amenazados por un cáncer que no tiene cura inmediata».

El presidente estadounidense también fue muy explícito en el llamamiento a que no se discrimine a los musulmanes, frente a algunos aspirantes republicanos como Donald Trump, que plantean la elaboración de listados. Aunque incorporó también una petición expresa a todos los colectivos islámicos en Estados Unidos para que «combatan los extremismos y la radicalización en su seno».