Merkel mantedrá su política de inmigración, pese a la oposición de sus socios de Gobierno

La canciller alemana confirmó ayer, durante una entrevista, que ha unido su destino político al gran reto de imponer la política de integración de los refugiados en Alemania y en Europa

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Angela Merkel dejó ayer claro que defenderá contra toda resistencia en su partido, en su gobierno y en la sociedad alemana, su curso en la crisis de los refugiados. La canciller confirmó que ha unido su destino político al gran reto de imponer la política de integración de los refugiados en Alemania y en Europa. Y por lo visto ayer en la entrevista especial en la televisión pública ZDF está decidida a luchar con toda dureza frente a la creciente resistencia.

«No soy el primer canciller que tiene que luchar por un objetivo. Y yo voy a luchar por mi plan», dijo en referencia al Congreso de su partido, la CDU, que se celebra en diciembre, y en el que algunos preparan un levantamiento contra la canciller.

Muchos no ya con intención de que enmiende su política, posibilidad que ella ayer descartó, sino con objeto de buscar un sustituto a la líder que ha sido incuestionada desde que llegó a la cancillería hace ya más de una década.

Su mayor decepción

Para los aliados de Alemanía y la UE tienen un especial interés algunas respuestas de Merkel a preguntas relacionadas con Turquía pero también a su mayor decepción en los pasados meses. La canciller dijo abiertamente que su mayor decepción había sido la dificultad para transmitir a los socios la necesidad de la solidaridad en estos momentos en esta gran cuestión para toda Europa. Lo cierto es que la inmensa mayoría de los países de la UE se resisten a aceptar contingentes de refugiados. La canciller no dejó duda de que el «el justo reparto» del peso de la inmigración es un objetivo irrenunciable para ella.

Por otra parte, también generará preocupación su abierta disposiciónn a avanzar con Turquía en el camino del acercamiento a la UE y la exención de visados. Merkel subrayó el esfuerzo de Turquía en mantener a dos millones de refugiados y consideró que más allá de ayudar a los costes, habría un precio político que pagar a Ankara. Los temores a que esta actitud haga muy vulnerable a Europa al chantaje turco no se reduirán tras la intervención de Merkel de ayer. Esta se producía tras un encuentro de la ejecutiva del CDU y de su homólogo bávaro del CSU, en el que se intuían fuertes disensiones por el estado de ebullición política en que se encuentran las bases del partido. Las dificultades de las autoridades locales para la prestación de servicios, las medidas extraordinarias impuestas para garantizar viviendas y refugios a los centenares de miles de refugiados de diversas procedencias han generado un intenso malestar en amplios sectores de la población.

Miedo y malestar

La extraordinaria disposición positiva de la sociedad alemana desde el estallido de la crisis este verano sigue siendo mayoritaria pero avanza rápidamente el miedo y el malestar por los graves trastornos que se están produciendo en la vida de amplias capas. Merkel aseguró ayer que está convencida de que pasadas los primeros tiempos de dificultades y problemas, los esfuerzos del gobierno están dando ya frutos para ir hacia una regularización. Hemos tomado decisiones importantes, hecho leyes que funcionan y correcciones necesarias». Pero la canciller volvió a decir quela decisiónde decir que Alemania aceptaría la entrada de todos los refugiados que llegaran a presentar la solicitud fue «totalmente correcta» y «tomada sobre todo desde la cabeza y la razón pero también con corazón». «Hablamos de gente que huye con causa y que sufre. Y tenemos el deber de ayudarlos. Hay que afrontar los problemas con la claridad de que es una tarea justa y que podemos hacerlo».

La canciller minimizó sus diferencias dentro de la cúpula de la CDU donde las críticas contra su persona han arreciado dramáticamente. Críticas que culminaron esta semana con una frase del ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble que causó conmoción porque mucho vieron en ellas una adhesión a los más duros adversarios del curso de Merkel. Schäuble dijo que el flujo de refugiados era «un alud causado por un esquiador imprudente» que dejaba poca duda sobre a quién se refería.

Merkel se limitó ayer a decir que «Schäuble es un caso especial» y recordó que la decisión final en la política de los miembros del gobierno corresponde al canciller. No quiso entrar en la cuestión sobre el ministro del Interior De Maiziere que tomó sin su conocimiento decisiones restrictivas sobre reunificación familiar de los refugiados. Pero asumió que facilitar la reunificación no es una prioridad y que habrá de esperar dada la ingente tramitación en curso. Luego parece cierto que Schäuble, De Maiziere y otros han impuesto a Merkel pasos que no formaban parte inicialmente de sus planes.

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