Nigel Farage, en la «premiere« de una película sobre la salida de,l Reino Unido de la UE
Nigel Farage, en la «premiere« de una película sobre la salida de,l Reino Unido de la UE - AFP

El eurófobo Farage pide una segunda consulta si los pro-UE ganan por poco

Cameron responde que no lo habrá y que su demanda «prueba que están perdiendo»

LONDRES Actualizado: Guardar
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El inteligente, pero atrabiliario y parlanchín hombre de la pinta, Nigel Farage, ha sido en los últimos años la cara de la eurofobia en el Reino Unido al frente de su partido UKIP. Pero llegado el referéndum, los políticos conservadores de peso que se han puesto al frente de la campaña del Brexit, Boris Johnson y Michael Gove, el ministro de Justicia, se han desmarcado de Farage. Han preferido que haga la guerra por su cuenta y tal vez con razón, porque el líder de UKIP suele hablar de más. Lo acaba de demostrar de nuevo al contemplar en plena campaña la hipótesis de perder el referéndum y que ganen los partidarios de la UE.

En declaraciones al diario tabloide “Daily Mirror”, Farage, de 52 años, ha considerado que una victoria corta de quienes abogan por continuar en la UE llevaría a una segunda consulta, debido al resentimiento que quedaría en el Partido Conservador, donde se consideraría que la consulta no ha sido limpia al haber gastado Cameron el equivalente a 11,5 millones de euros en folletos pro europeos que llegarán a 27 millones de hogares.

“Si el referéndum quedase 52-48, el asunto quedaría sin resolver durante mucho tiempo. Pero si Remain [la campaña por la permanencia] gana por 2/3 frente 1 1/3, entonces esto se acaba”, razona Farage.

Al invocar la posibilidad de que ganen los pro UE a solo cinco semanas de la consulta, Farage le ha servido un balón al pie a Cameron: “Cuando la gente empieza a pedir un segundo referéndum antes de haber tenido el primero, claramente se demuestra que están perdiendo el debate. La campaña Leave está perdiendo la discusión, sobre todo en economía”.

El primer ministro defendió además los 11,5 millones de dinero público gastados en folletos. Lo calificó de “dinero bien gastado”, argumentando que “el Gobierno tiene el deber de informar de los hechos a todos los ciudadanos”. Cameron bromeó con un juego de palabras, diciendo que lo que plantea Farage es un “neverendum” y le recordó que la consulta “es una vez en la vida, es para una generación”. Claro que eso mismo dijeron él y Alex Salmond cuando el referéndum de Escocia y cuando todavía no se han cumplido dos años de su celebración los nacionalistas ya comienzan a amagar con otro.

Boris Johnson, el ex alcalde de Londres y líder carismático de Leave Europe, fue más astuto que Farage y tras sus palabras evitó citar la expresión “segundo referéndum”. Johnson se limitó a comentar que es difícil que la consulta del próximo 23 de junio zanje para siempre la cuestión europea, porque para los británicos sería muy difícil aceptar que la UE entrase en un proceso de mayor unión política.

A media que avanza la campaña, el tono se hace más bronco y llamativo. En su discurso de hoy, Cameron advirtió que el Brexit “hará feliz a Putin y Abu al-Baghdadi [el líder de Daesh]. Boris Johnson, que acaba de hacer unas muy controvertidas declaraciones en las que comparaba a la UE con Hitler, se mostró sin embargo ofendido con lo dicho por su –todavía- jefe de filas: “Comparar a la gente que está argumentando a favor de la libertad de este país y de la restauración de su democracia con Putin y el Daesh es demasiado”.

Intercambio de golpes dialécticos

Pero en este martes a Boris le ha tocado más recibir que dar. Donald Tusk, el presidente del Consejo de Europa lo acusó de “amnesia política” por haber dicho que la UE persigue una autoridad única en Europa, al igual que Hitler y el nazismo en los años treinta. “[Los de Johnson] Son argumentos absurdos que deberían ser totalmente ignorados si no los hubiese formulado uno de los políticos más influyentes del partido del Gobierno”, explicó Tusk.

También criticó a Johnson un ilustre y veterano tory, Lord Michael Heseltine, el influyente ministro de los gabinetes de Thatcher. A su juicio, “comentarios obscenos” como el de comprar a la UE y Hitler “incapacitan” a Boris para ser primer ministro, que es su clara meta para 2020 y la razón de fondo por la que se ha embarcado en Leave Europe, pues su rival por la sucesión, George Osborne, el ministro de Economía, es leal a Cameron y apoya la permanencia.

Algunos analistas acusan a la campaña pro europea de falta de pasión, de reducirlo todo a argumentos de miedo económico. No deja de ser cierto y supone la mayor rémora de los conservadores que abogan por la UE: es muy difícil defender algo de modo persuasivo cuando en realidad a ti tampoco te gusta. Ese talón de Aquiles se le volvió a ver hoy a Cameron cuando explicó que “yo no voy a ir a las urnas a decir ‘vota por estar en la UE porque es magnífica’; pediré el voto por la permanencia porque es de interés nacional para el Reino Unido”. Y a continuación reconoció que “hay un montón de frustración con la UE, pero esa no es la cuestión que ahora se pregunta, sino si debemos irnos o quedarnos”.

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