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Cameron durante su intervención de hoy en la Casa de los Comunes - AFP

Cameron a Corbyn: «Por el amor de Dios, hombre, ¡váyase!»

Gordon Brown y Ed Miliban piden también al líder laborista que renuncie

LONDRES Actualizado: Guardar
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Tras pasar por una desagradable cena el martes en Bruselas, David Cameron tal vez se desahogó con Jeremy Corbyn. Este miércoles, al final de la sesión de control, fue durísimo con el líder laborista, cuestionado después de que el 81% de sus diputados votasen a favor de relevarlo. «El interés de mi partido sería que usted siguiese ahí sentado –dijo mirando a Corbyn, ubicado en la bancada de enfrente-, pero no es el interés nacional. Por el amor de Dios, hombre, ¡váyase!». El veterano líder de la oposición, que está mostrando una piel de rinoceronte en esta crisis, encajó el mandoble imperturbable.

La sesión de control fue extraña: un líder laborista con un motín a bordo y que se atornilla a su cargo frente a un primer ministro ya de salida, que será sustituido antes del 9 de septiembre.

Corbyn intentó llevar la sesión de control como si fuese un día cualquiera y desglosó su habitual inventario de supuestos desastres que estaría provocando en el país la «austeridad tory». Cameron, que normalmente es un parlamentario educado, debía estar escocido por su velada en Bruselas y por la herida del referéndum, porque le contestó que parecía «un disco rayado». «Cualquiera que sea el problema, solo propone más gasto y más deuda. Pero no puede haber estabilidad económica sin unas cuentas sólidas. Se ha probado en todo el mundo, hasta en uno de sus países favoritos, Venezuela».

La bancada laborista, que ya ha hecho público votando su apabullante rechazo a Corbyn (172 en contra, 40 a favor), optó por la técnica de guardar un absoluto e insólito silencio durante la intervención de su líder, que en la dialéctica parlamentaria inglesa siempre es jaleado con voces de aliento. Cameron se mostró también dolido por la floja campaña de Corbyn a favor del Remain: «Usted dice que lo dio todo. Odiaría saber cómo es la cosa cuando no lo intenta». El líder laborista se ha defendido estos días ante reproches similares de los suyos diciendo que dos tercios de los votantes habituales del partido eligieron la permanencia.

Corbyn repitió hoy a Sky televisión que «definitivamente» se presentará como candidato a cualquier proceso de primarias que se abra para echarlo. Su tesis y la de su equipo es que se trata de un golpe palaciego de diputados de Westminster y las bases están con él. Puede que sea cierto. Tras el Brexit se ha detectado un aumento de la afiliación al Partido Laborista, que se interpreta como simpatizantes que se dan de alta para proteger a Corbyn, “Jez”, cuando emplean el apodo afectuoso.

Ed Miliband, el anterior dirigente laborista, callado prudentemente durante el motín que comenzó el domingo, le ha pedido hoy por fin que renuncie: «Me preocupan mi país y mi partido y su situación es insostenible», ha dicho, aclarando previamente que «no soy blairista ni he participado en complots». En términos parecidos se ha expresado el ex premier laborista Gordon Brown, que considera que su retirada «es lo mejor para el partido y para los propios seguidores de Corbyn». «Se tiene que ir, porque sabe que el grupo parlamentario no tiene fe en él», razona Brown, en su día un líder también muy impopular.

Pero van a tener que echarlo con agua caliente. Los aspirantes a desafiarlo son su número dos, el jovial y tranquilo Tom Watson, de 49 años, y Angela Eagle, que hoy no ha querido hablar cuando una nube de cámaras la aguardaba ante su casa. Eagle, de 55 años, la primera diputada con una hermana gemela en los Comunes. Estudió en Oxford, fue secretaria de Estado del Tesoro bajo Gordon Brown y es una lesbiana que salió del armario en 1997.

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