Villa sostiene que la actual situación de inestabilidad recuerda mucho a la de principios del siglo XX
Villa sostiene que la actual situación de inestabilidad recuerda mucho a la de principios del siglo XX - ROBERTO VILLA

«España ha tenido un problema grave con los gobiernos breves, véase los 20 de la Segunda República»

Roberto Villa, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, hace un recorrido en «España en las urnas: una historia electoral (1810 - 2015)» a todos los procesos electorales que ha vivido España desde la Constitución de Cádiz hasta la actualidad

Madrid Actualizado: Guardar
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Todavía inmersos en un bloqueo político, la lectura del recientemente publicado «España en las urnas: Una historia electoral (1810-2015)» (Ed Catarata), escrito por el profesor de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad Rey Juan Carlos Roberto Villa García, resulta muy oportuna: «Habría que remontarse a las décadas del 10 y 20 del siglo pasado, para observar parlamentos tan difíciles para construir una mayoría», reflexiona este experto quien critica también el «exclusivismo político» de los partidos y defiende la actual normativa electoral. «Se culpa a la Ley de Hont de las distorsiones, pero esta no tiene efectos sobre la representación proporcional», apunta al respecto. Con él hablamos de la historia electoral de España, de la Transición o de los partidos emergentes:

En su libro hace un repaso de la historia de España a través de los diferentes procesos electorales, ¿cree que hay suficiente conocimiento entre el público?

La función del libro es la de conocer mejor nuestra historia constitucional y demostrar que no somos una aberración sino todo lo contrario: un país de lo más normal. Si nos comparamos con Reino Unido y Estados Unidos, con una tradición constitucional más larga y estable, la mayoría de los problemas del siglo XIX y XX de consolidación de realidades políticas nuevas son similares. Lo que también sucede en el caso de Francia y tras la Unificación de Alemania.

Leyendo su libro da la impresión de que las dictaduras del siglo XX en España, interrumpieron la evolución de estado liberal ¿era España tan atrasada políticamente como se suele creer?

No es cierto. La duración del Franquismo casi nos hace perder la memoria constitucional del parlamentarismo, pero España entre 1834 y 1923 es entre los grandes países europeos como Francia, Alemania e Italia, el que disfrutó de más años de régimen constitucional. Incluso hasta 1936. Luego pasamos 40 años sin un régimen constitucional.

Por otra parte, los países más pequeños como Holanda o Bélgica, tuvieron menos problemas en la consolidación de sus instituciones liberales. Aparte estaba Reino Unido, la más avanzada de todos y cuna del parlamentarismo.

Una de las conclusiones a las que llega es que el exclusivismo de los partidos en el poder ahogaba cualquier oposición viable, algo que se repite en la II República, ¿está superada totalmente esta actitud?

Sí y no. El problema del exclusivismo político no lo tenemos tan agravado como en el siglo XIX, pero también es cierto que los partidos tienden a patrimonializar o a estar en el poder todo el tiempo que pueden. Lo que también pasa en todos los países.

España disfrutó entre 1834 y 1923 de más años de régimen constitucional entre los grandes países europeos

El exclusivismo de partido se ve de manera mucho más clara en los partidos de izquierdas, no tanto en el PSOE, sí en Podemos: La contraposición pueblo - casta muestra una actitud muy parecida a la que, en el siglo XIX, tenían tanto carlistas como liberales. La idea de que el partido representa mejor las esencias del régimen. Esto forma parte de lo que denominamos cultura política a largo plazo: este tipo de esquemas mentales tardan en irse.

Si nació del acuerdo de la mayoría, ¿por qué está tan cuestionado el sistema electoral en la actualidad?

La cuestión es más compleja, porque existe un cuestionamiento que se produce sin que se conozca bien la Ley Electoral. Se culpa a la Ley de Hont de la distorsiones, pero esta no tiene efectos sobre la representación proporcional. Luego existe una crítica política, que atribuye a la Ley Electoral las victorias de PSOE y PP. Lo que no se puede desconectar del cuestionamiento al bipartidismo: Un fenómeno que no tuvo lugar con la misma misma norma durante la Tansición. Además, como hemos visto en 2015, ha vuelto a cambiar el esquema de partidos sin modificarse la norma.

Durante la primera década de este siglo se llegó pensar que la LOREG no dejaba entrar otras formaciones alternativas: Oponerte a la ley electoral era hacerlo a PSOE - PP. Podemos hablar de algunas cosas de la ley electoral, que no terminan de gustar a alguna gente como las listas cerradas o la circunscripción electoral. A nivel de calle se sabe votar, pero no cómo los sufragios se transforman en escaños: Hay que explicar bien cómo funciona el sistema y los problemas que pensaba resolver.

Sobre los partidos emergentes habla de superar la «fase de partidos aluvión» y «de la prueba de la gestión», ¿Podemos y Ciudadanos se consolidarán?

Es pronto para saberlo, pero ya hemos tenido dos elecciones y han demostrado pueden fidelizar a parte del electorado: Podemos ha mantenido un voto y un número de escaños bastante exitoso si lo comparamos con IU. Igual con Ciudadanos, a pesar de la pérdida de escaños. Cuando hablamos de partidos aluvión nos referimos, a que se les vota por desafección pero luego se abandona por opciones tradicionales, y se deja de serlo si consigue fidelización. Tienen que pasar para observarlo bien un par de elecciones más, y ver si en esta década estabilizan o no su representación.

Durante la historia de España hemos tenido un problema muy grave con la fragmentación parlamentaria

Son partidos vírgenes, que no han mandado a nivel regional, pero ya alguno de ellos como Podemos tienen consejeros y mandan a nivel municipal aunque no han pasado la fase en que puede crear expectativas sin desgastarse. Se trata de la prueba de la gestión, en la que demostrarán que van a ser o no un partido viable en el futuro. Vamos a ver qué pasa en los sitios que gobiernan, cuando los ciudadanos examinen su gestión.

Entonces, ¿nuestro sistema electoral favorece el bipartidismo y castiga a las «terceras vías»?

No lo veo así, es verdad que hay una crítica generalizada que tiene la percepción de que castiga a las terceras opciones. Sin embargo, como he dicho antes, el año pasado surgieron una tercera y cuarta opción fuertes. Igual sucede con el caso de la sustitución de la UCD por Alianza Popular, que se hizo con el liderato de la oposición. La Ley estimula, penaliza, pero no le dice a la gente qué votar. No influye tanto, como para facilitar que gane o no un partido.

Al final del libro apunta que nuestra historia enseña, que cuanto más se fragmente el sistema de partidos, menos responderá a las necesidades de los ciudadanos: ¿corremos hoy el riesgo de convertirnos en un sistema a la italiana sin italianos?

Si el bloqueo hubiera persistido iríamos a una situación de ingobernabilidad, pero precisamente el sistema italiano no es un paradigma de gobernabilidad, quizás antes sí por la Democracia Cristiana y porque el segundo eran los comunistas, pero se trataban de ejecutivos de coalición que duraban unos meses. La reforma electoral de Rezzi está inspirada en la española, aunque con incentivos más fuertes. Si no logramos recomponer un esquema de partidos que permita gobiernos homogéneos o de coalición, con formaciones no muy distantes ideológicamente que puedan confluir en programa e intereses, esta situación nos llevará a unas terceras elecciones y aunque tengamos gobierno no está asegurado que dure 4 años. Lo ideal sería que Ciudadanos y PP sumaran mayoría absoluta o el primero con el PSOE.

La Ley Electoral estimula, penaliza, pero no le dice a la gente qué votar

Durante la historia de España hemos tenido un problema muy grave con la fragmentación parlamentaria y los gobiernos breves, que se volvió a repetir durante la Segunda República con 20 gobiernos en 5 años. Nuestros políticos en la Transición, diseñaron el régimen político pensando en resolver estos problemas, para que no condujera hacia una crisis de la democracia y, por eso, reforzaron a las organizaciones de los partidos con listas cerradas y un sistema proporcional de representación que se ajustara a través de una prima a los más votados para gobernar.

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