La Reina Isabell II, el príncipe Felipe, el príncipe Enrique y los duques de Cambridge, Catalina y Guillermo
La Reina Isabell II, el príncipe Felipe, el príncipe Enrique y los duques de Cambridge, Catalina y Guillermo - REUTERS

Posible guiño anti Brexit de la Reina en el final de su fiesta de cumpleaños

Isabel II destacó en su discurso «los muchos beneficios» cuando los vecinos se unen para un propósito común

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Desde hace 250 años, los reyes británicos celebran oficialmente su cumpleaños en el arranque de junio, a fin de asegurarse el buen tiempo. Pero ni así. Aunque el clima londinense no es tan infame como su leyenda, la lluvia cerrada de la mañana del domingo estuvo a punto de amargar una enorme comida al aire libre frente a Buckingham que cerró los largos festejos del 90 cumpleaños de Isabel II. La organización había preparado 500 litros de crema solar y 12.000 ponchos de plástico, según saliese el día. El cielo ordenó ponchos. Al final, hubo una tregua hacia las dos de la tarde y pudo celebrarse un gigantesco picnic para diez mil personas, socias de 600 organizaciones filantrópicas.

También tuvo lugar un distendido paseo de media hora de los príncipes atravesando The Mall, la carretera que lleva a Buckingham, en el que saludaron a infinidad de asistentes.

La Reina recorrió The Mall en un Land Rover descapotable, con otro de sus modelos de colores eléctricos: un abrigo rosa intenso de su favorito Karl Ludwig, sombrero a juego de Angela Kelly y guantes blancos. A su lado, el incombustible Felipe de Edimburgo, que cumplió 95 años el viernes y vestía una gabardina beige. La compenetración que otorgan 68 años de matrimonio volvió a quedar patente. A mitad de camino en el llamado «Queenmobile», la Reina cuchicheó a su marido que avanzaban demasiado despacio. El príncipe Felipe dio de inmediato un enérgico golpe en la capota del conductor, con una voz de «¡deprisa!, que llueve».

Al final del recorrido, se subieron a un pequeño palco junto a los Duques de Cambridge y hubo unos breves discursos. El Príncipe Guillermo bromeó sobre el mal tiempo: «Gracias por demostrar que el gran público británico no permite que un poco de lluvia estropee un buen día al aire libre». También hizo un guiño personal a su abuela, al que llamó por el diminutivo inglés de abuela: «Granny, gracias por todo lo que has hecho por tu familia».

Celebración del 90 cumpleaños de la Reina Isabel II
Celebración del 90 cumpleaños de la Reina Isabel II - EFE

La Reina habló a continuación y dejó caer una frase que en contexto del intenso debate de la campaña del referéndum sobre la UE admite dobles lecturas: «Espero que estas felices celebraciones nos recuerden los muchos beneficios que pueden fluir cuando las personas se unen para un propósito común como familias, amigos o vecinos». Ese elogio a la unidad entre vecinos, ¿fue un sutil apoyo de la Reina a permanecer unidos a Europa? La prensa británica, mayormente euroescéptica, ha pasado de puntillas sobre la frase, pero cuesta no ver cierto un guiño en ella.

Isabel II observa escrupulosamente su obligación constitucional de neutralidad política. Pero en el referéndum de Escocia del 2015 pronunció un comentario a la salida de una misa en Escocia que claramente se interpretó como una llamada a votar contra la independencia: «Los escoceses tendrán que pensar con mucho cuidado sobre su futuro». En el debate europeo, «The Sun» publicó una controvertida portada asegurando que la Reina es partidaria del Brexit, invocando unos comentarios privados de 2011. Palacio protestó de inmediato. Incluso de manera insólita denunció lo sucedido ante el organismo de control deontológico de los diarios británicos, que amonestó al tabloide de Murdoch por mala praxis periodística y le obligó a publicar una rectificación.

La Reina cerró su discurso haciendo gala de su conocido sentido del humor e ironizando sobre lo mucho que han durado los festejos de su noventa aniversario: «Habrá que ver cómo me siendo si la gente sigue cantándome feliz cumpleaños en diciembre…».

La fiesta de ayer, que además de la comida multitudinaria contó con un desfile carnavalesco, fue organizada por el nieto mayor de la soberana, Peter Phillips, y cada asistente tuvo que pagar 150 libras (190 euros). El hecho de que se le otorgase el acto a la empresa de Phillips, sin sacarlo a concurso público y sin divulgar lo que ha cobrado, ha merecido críticas. Como es lógico, hubo fuertes medidas de seguridad, con muchísima policía armada y controles para acceder al recinto cerrado de The Mall donde tuvo lugar el almuerzo.

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