La princesa Soraya en agosto de 1965 en Marbella, con el alcalde de la localidad y Alfonso de Hohenlohe
La princesa Soraya en agosto de 1965 en Marbella, con el alcalde de la localidad y Alfonso de Hohenlohe - ABC
PROPIEDADES

«Okupan» el palacete donde vivió la princesa Soraya en Marbella

Cinco personas se han instalado en la mansión que refugió a la segunda esposa del Sha de Persia. La propiedad de la finca no está clara y se disputa entre una heredera de la dueña y la empresa de un condenado en el caso Malaya, Pedro Román

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Vivían en San Pedro, uno de los núcleos de población que pertenecen a Marbella; la crisis les golpeó y decidieron irse a una de las propiedades abandonadas que había en la ciudad. Eligieron entrar en «Casa Maryam», porque la puerta estaba abierta y se hicieron habitantes de uno de los más célebres palacetes de la época de oro de la localidad. Un lugar que en otro tiempo perteneció a la princesa Soraya, segunda y repudiada esposa del Sha de Persia, Mohammad Reza Pahlevi. La finca había quedado abandonada hasta la llegada de los nuevos inquilinos. Diversos han sido los avatares que el tiempo ha deparado a esta lujosa propiedad, que cuenta con un palacete central, otra segunda vivienda y un lugar de oración en el jardín.

Los actuales moradores están limpiando el jardín y han adecentado parte del entorno para hacerlo más habitable, ya que el tiempo ha hecho que desaparecieran tuberías o cableado y que no haya ni agua corriente, ni electricidad. El portero desconectado y algunas puertas bloqueadas dan una idea del abandono que sufría este emplazamiento.

La entrada a «Casa Maryam» hace unos días
La entrada a «Casa Maryam» hace unos días - J. J. MADUEÑO

Los vecinos definen a los ocupas como «gente agradable» y que se han ofrecido al vecindario para «lo que necesiten». «Les pregunté si eran sirios a uno de ellos cuando estaba limpiado el acerado, porque se ha publicado en prensa, y me dijo que era de San Pedro y que vivía con su madre y tres personas más», explica una vecina que pasea por la puerta y que baja la voz cuando habla de los inquilinos. En el interior uno de los ocupadores está haciendo trabajos de jardinería junto a uno de los grandes ficus que hay dentro de la valla.

«Esto debe valer cuatro o cinco millones de euros», señala una vecina sobre la propiedad. Se trata de una finca de 3.600 metros cuadrados en la que la princesa Soraya se refugió cuando fue repudiada por su marido al no poder darle hijos. «Era una mujer muy guapa. Yo trabajaba en una boutique de Puerto Banús y entró a comprar, la reconocí y me dijo que me callara y no armara alboroto. Luego me dio la dirección para que le trajera la compra a esta mansión», señaló la amable vecina, quien explica que la casa en su máximo esplendor era majestuosa y que los inquilinos actuales quieren recuperar parte de su encanto.

Este palacete fue uno de los lugares donde se desarrolló la vida de la «jet-set» en la ciudad durante los años dorados. Su piscina fue uno de los lugares donde las fiestas crearon el mito de la Marbella luminosa. Y la señorial vivienda era un nido donde los negocios y la diversión se mezclaban con las adicciones de la propia princesa, quien cultivó cierta fama de bebedora en la ciudad y que murió en su retiro de París en el 2001.

Con el apagón de los impresionantes ojos verdes de la dama se desató una amalgama de litigios sobre «Casa Maryam». Nunca figuró a nombre de Soraya Esfandiary-Bakhtiary, sino que conservó la titularidad de su propietaria primigenia, una anciana barcelonesa que murió poco después de que la princesa de Persia entrara a vivir en la finca. Sobre la propiedad pesan órdenes de embargo por un contencioso y por un requerimiento de una hipotética de responsabilidad civil. Incluso se llegó a un acuse de derribo en 2014 que no se ha efectuado.

La actual titularidad de esta finca también tiene un engorroso misterio. Por un lado, la finca pertenece a una heredera de aquella anciana catalana anterior a la Princesa Soraya, pero por otro los terrenos están registrados a nombre de la sociedad Tolken World, que perteneciera a Pedro Román, ex concejal de Marbella condenado a prisión en el caso Malaya, y que ahora administraría su hija Pilar Román. Sea como fuese, los inquilinos han confesado a los vecinos que están ahí «con el beneplácito de los propietarios». Y, de momento, están dando vida a uno de los símbolos de la época de oro de Marbella.

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