Cristina Fernández de Kirchner con uno de sus perritos a bordo del avión
Cristina Fernández de Kirchner con uno de sus perritos a bordo del avión - ABC

Mauricio Macri acaba con los vuelos del Tango 1, símbolo del poder de los Kirchner

La aeronave, de la época de Alfonsín, cuenta con todo tipo de lujos: revestimientos en caoba, grifería bañada en oro, ducha con hidromasaje, comedor para seis comensales y una carísima vajilla

Buenos Aires Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Fue la envidia de sus antecesores y del resto de los presidentes de Latinoamérica. Era el más grande, el más moderno y el más lujoso que surcaba los cielos en aquellos años, típicos de Argentina, de «pizza con champán». Era... el Tango 01, el avión comprado por el Gobierno de Carlos Menem, en 1992, que Mauricio Macri acaba de jubilar.

Se trata de una pieza con muchos secretos y no pocos escándalos en su historia. Este Boeing 757-200, con dos motores Rolls Royce, se acondicionó a gusto del ex presidente que sucedió a Raúl Alfonsín. Eso significaba, entre otros caprichos, revestimientos en el interior en madera y grifería de varios quilates. Los primeros brillaban por ser de caoba encerada y las «canillas», como se denomina en Argentina a los grifos, por los destellos del baño de oro.

Los Kirchner al completo a bordo del avión
Los Kirchner al completo a bordo del avión - ABC

Subir al Tango 01, aunque únicamente fuera para contarlo, era una de las ambiciones de ejecutivos, amigos y periodistas de la Argentina de los años 90. Sentir el suave masaje de las butacas o conectarse a internet (no olvidar la época) mientras desde el cielo se alejaba el Río de la Plata era toda una experiencia. Pero nada podía ser comparable con las que disfrutaba «el jefe» o «el turco», como llamaban sus aliados y adversarios, respectivamente, al ex presidente de origen libanés. Menem disponía de una de las dos suites del avión y descansaba en una cama de matrimonio con cabecero de cuero donde había ordenado grabar el escudo de Argentina. Desde la habitación tenía acceso exclusivo a su cuarto de baño, el único con ducha y, al parecer, con chorros de hidromasaje.

Todo lo que subía y estaba en el Tango 01 –incluido el pasaje– era exclusivo El comedor tenía espacio, cómodamente, para seis personas y por la vajilla, como se descubrió más tarde, se pagaron precios astronómicos. Sólo en 1998 Presidencia desembolsó 132.132 dólares por un juego completo que incluía 546 unidades... de cada pieza. El Tango 01 era, también, el emblema de la corrupción.

El «Tango 01» en pleno vuelo
El «Tango 01» en pleno vuelo - ABC

La ostentación fue una seña de identidad de una época donde «se tiraba manteca al techo», expresión local que ilustra con acierto cómo se sentía un Gobierno que había puesto freno a la inflación de varios dígitos, privatizado la mayoría de las compañías públicas y sentido que era el rey de la pista (del tango financiero) al establecer la equivalencia entre el dólar y el peso (ley de convertibilidad). Pero la década menemista (1989-1999) llegó a su fin.

Con Fernando De La Rúa en la Casa Rosada el efímero presidente intentó cumplir una de sus promesas de campaña: vender el Tango 01. No lo logró, resultaba imposible encontrar comprador para un aparato de esas características, pese a disponer de setenta sistemas alternativos de computación, como chivatos frente a cualquier contra tiempo. Además, los años no habían pasado en vano. De La Rúa, sin encontrar salida, lo usó en diferentes ocasiones.

Vista del interior de la aeronave
Vista del interior de la aeronave - ABC

Con la llegada de Néstor Kirchner al poder (2003-2007) el Tango 01 despegó con fuerza de nuevo junto a sus hermanos menores (Tango 02 y 03). Un cadena de incidentes lo puso en el ojo de la tormenta. El primero, en octubre del 2004, cuando con Kirchner abordo, se produjo una explosión y se incendió la turbina izquierda (el aparato tenía incorporados dos depósitos de combustible bajo las alas). Tres años más tarde, con toda la familia Kirchner en vuelo, incluidos la ex presidenta y sus hijos Máximo y Florencia, la nave aterrizó en Buenos Aires después de que el piloto se viera forzado a volar a baja altura porque se había «recalentado el motor derecho». Un desperfecto en el parabrisas y pequeños fallos, como el que obligó a Cristina Fernández de Kirchner incluso a bajar, antes de despegar, salpicaron el historial de un avión que, los últimos años, dejó de volar por temor a que lo embargaran los fondos de inversión –como sucedió con la fragata Libertad– que reclaman el cobro de sus bonos pendientes de pago desde el 2001.

A la ex presidenta, tanto o más caprichosa que Carlos Menem, le gustaba recibir en su refugio de la provincia patagónica de Santa Cruz, los periódicos los fines de semana. Las ediciones en papel viajaban en soledad en cualquier de los aparatos de la flota presidencial que Mauricio Macri acaba de jubilar. El actual presidente de Argentina se llevó las manos a la cabeza cuando vió el informe de la Casa Militar que declaraba todos los tangos «anti económicos». Con los pies en la tierra firmó su fecha de caducidad. Prefiere, de momento, viajar al exterior en líneas comerciales. Son otros tiempos.

Ver los comentarios