María León durante la final de la World Class Competition
María León durante la final de la World Class Competition - Maya Balanya

María León: «Me fastidia mucho no poder hacer topless en la playa»

La actriz descubre a ABC cuál fue el verano de su vida, que prefiere las playas y montañas de España para veranear y, reconoce, que su hermano Paco está «muy bueno»

MADRID Actualizado: Guardar
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María León es una de las actrices más aclamadas del panorama español, no solo por sus películas o por pertenecer a una familia que durante los últimos años no ha hecho otra cosa que engrosar galardones en la vitrina del salón. Ser la hermana de Paco León e hija de Carmina no es cualquier cosa, pero además de eso en 2011 ganó un Goya a la Mejor actriz revelación y la Concha de Plata a la mejor actriz, ambos por «La voz dormida». Con el «salero» que le aportan sus raíces y sin perder la humildad, María se muestra a la prensa tal cual es. Este periódico se reunió con ella en el madrileño Teatro Goya para la final de la World Class Competition, adonde la actriz acudió como invitada especial para apoyar a todos los cocteleros que competían para hacerse un hueco entre los mejores del mundo.

El próximo 25 de septiembre tendrá lugar la final en Miami. Con esta excusa, la actriz habló sobre el verano de su vida, del mejor sitio para tomarse un cóctel, de cómo los años le han servido para cuidarse y de su hermano Paco, que -hasta ella misma afirma- «está muy bueno».

—¿Cuál ha sido el verano de su vida?

—El verano de mi vida fue en Almería, en Las Negras, con mis dos mejores amigas y a los 19 años. Nos fuimos las tres en un Opel Corsa azul y vivimos un verano que se lo deseo a todo el mundo. Ahí no había dolores de cabeza ni resacas. Solo playas, sol, amigas, paseos… Un poco de riesgo también porque fuimos a la Playa de San Pedro y nos dijeron que podíamos ir en barco o andando. Pues allá que nos fuimos las tres chulas andando, medio en tanga, haciéndonos las hippies y cuando llegamos allí y vi el último tramo, me pasé el resto del día buscando una barca de vuelta. Y no la encontré, me tuve que volver por el mismo sitio.

—Qué prefiere, ¿playa o montaña en España? ¿O un viaje a un lugar recóndito del mundo?

—Playa y montaña en España. Aquí tenemos unos paisajes increíbles y me quedan muchas playas y montañas por descubrir. Soy muy de campo, muy bellotera.

—¿Es usted de las que lleva neverita a la playa?

—Aquel verano de Almería la llevé. Llegué a todos los sitios con mi nevera. Pero después de aquel verano reconozco que soy más de chiringuito, con la edad me he ido volviendo más pijilla y si me tomo algo en la playa a mí me gusta irme al chiringuito y disfrutarlo. Si voy con una nevera es porque pienso quedarme más de un día en la playa y llevo también una tienda de campaña.

—¿Se siente cómoda en la playa sabiendo que puede haber algún paparazzi disparándole fotos?

—Cómoda no, pero también me da igual. Hace unos días estuve en Cádiz con mi novio y vimos que había paparazzis. Nos dio igual, pero es más incómodo saber que te están siguiendo. Prefiero que me lo digan, me pongo y me hago una foto. A mí no me importa que me saquen con mi chico y mi perra en la playa porque no tengo nada que ocultar. Sí tengo que reconocer que impresiona un poco cuando ves que alguien te sigue. Entiendo que ellos están haciendo su trabajo y que si ellos vienen detrás de mí quiere decir que yo estoy trabajando. De todas formas, la prensa del corazón me trata bastante bien porque ellos saben que yo de verdad estoy para ellos.

—Tampoco es usted de las que vende exclusivas contando su vida…

—Exacto, hace poco estuve en Ibiza y en el aeropuerto estaban haciendo fotos y yo le dije a uno de los fotógrafos: «Espérate un momento». Me solté el moño y le dije «ahora». (Risas). Él se partía, pero es que ya que me hacen una foto que sea en condiciones. Lo que no hago es topless y eso sí que me fastidia, el no poder estar en tetas. No lo hago porque soy consciente de que puedo salir y ya está.

—¿Este verano: paella, pulpo a la gallega o espetos a la plancha?

—No sabría decir a nada que no. Me comería los tres platos de una con un buen vino blanco. Soy canijilla, pero muy comilona y disfruto mucho con la comida.

—¿Gazpacho o salmorejo?

—Me gustan mucho las dos cosas, pero soy más de gazpacho porque en casa, mi madre ha hecho gazpacho hasta en invierno. Me gusta mucho porque es una forma diferente de comer ensalada, de hecho, cada vez investigo más con el gazpacho y voy añadiendo ingredientes y quitando.

—¿Qué noticia le gustaría leer estando de vacaciones?

—Que encontremos una solución para gobernar este país. Me gustaría que nos uniéramos todos y que se escuchara de verdad al pueblo, haciendo equipo las cosas se solucionan. También se debería apoyar más la cultura porque es una buena forma para que este país crezca. Hay mucho talento y ganas por parte de la gente para que este país crezca.

—¿Cuál es el talento más extraño que tiene?

—Puedo coger cosas con los dedos de los pies. (Risas). Es verdad, soy como un mono. Tengo una amiga que no puede doblar los dedos de los pies y es como una escobilla, no tiene flexibilidad. Y yo tengo muchísima porque he bailado mucho y la danza hace eso. Es curioso, a ver, espero que nunca me falten mis manos, pero ahí tengo una habilidad rarísima.

—¿Cuál ha sido el mayor cambio que ha experimentado en los últimos años?

—En la mía, concretamente, ha habido muchos. Tengo que reconocer que en mi casa siempre ha habido mucha anarquía. A mí no me han enseñado a echarme cremas, a cuidarme… Pese a todo, estamos todos muy bien criados, con muy buenas pieles y no se nos ve aparentemente ninguna tara. Pero sí que es verdad que de un tiempo para acá he notado la satisfacción de cuidarme. Soy una mujer muy andaluza y allí hay una forma muy concreta de comer, beber, vivir… Y hago honor a eso, porque me gustan mucho las tres cosas, pero con 20 años no era consciente de lo importante que es cuidarse. Mi profesión obliga a estas cosas, pero podría operarme y muchas opciones para estar bien. Pero desde que pienso en lo que como a mí me sienta todo de otra manera. Esto es como las parejas, si tú les das cariño te lo devuelven.

—Hablando de operarse, ¿hay algo de su cuerpo que no le guste?

—Muchas cosas, pero cuando no me gusto prefiero mirarme al espejo y enfrentarme a ellas antes que intentar ocultarlo o taparlo.

—¿Cuándo fue la última vez que se googleó y por qué?

—Ostras, lo hago muchas veces. Yo me dedico a vivir mi vida y mi día a día, me encanta mi trabajo y me involucro en muchas cosas. Google es otro filtro diferente al tuyo por el que mirarte. Es como cuando vas al psicólogo, tu mejor amiga te dice lo mismo que él pero a ella no la crees porque te conoce de siempre, pero de él sí que te lo crees porque te escucha y no te conoce. Con Google pasa lo mismo. Hay una foto que siempre me río cuando la veo que es de mi primera rueda de prensa en San Sebastián, cuando me llevé la Concha de Plata. Yo ahora voy con mi equipo de maquillaje, estilistas… Pero entonces no. Y cuando íbamos en el coche cogí una brocha y me puse colorete. En las fotos aparezco con unos mofletes como cuando era chica y mi madre me decía «ya te has pintao» y yo le decía que no y ella me decía «sí, como una payasa». (Risas).

—En un tuit, ¿qué mensaje lanzaría al mundo?

—Que la gente se ría mucho. La única responsabilidad que tiene el ser humano es ser feliz, porque nadie más le puede hacer feliz.

—¿Qué le dice a su hermano Paco cuando sube esas fotos casi desnudo a Instagram?

—Que está muy bueno. Yo le digo que no enseñe más, que yo soy su hermana y el querer no ocupa el conocimiento. (Risas).

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