Laura Ponte en su estudio de pintura
Laura Ponte en su estudio de pintura - MARÍA GRANDA

Laura Ponte, sobre la Infanta Cristina: «Yo también he firmado cosas sin leer»

La modelo recibe a ABC para hablar de pintura, también sobre la boda de Beltrán Gómez-Acebo

Madrid Actualizado: Guardar
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Hablar con Laura Ponte es mantener una conversación con alguien que está en paz, que transmite tranquilidad y serenidad. Quizá sea porque es una mujer hecha a sí misma, que ha aprendido «por necesidad y curiosidad». A punto de cumplir 43 años, Ponte pertenece a una generación que se rige por los cánones del inconformismo, donde cada uno debe escribir su propia historia y vivir el día a día, dejando de proyectar una vida que solo el futuro y el destino podrán determinar. Por eso, esta modelo, diseñadora y pintora (entre otras cosas) pertenece a la Generación 43, un grupo de personas -anónimas y famosas, que se encuentran en su mejor momento-, apadrinado por Licor 43. Ponte es una de las embajadoras del proyecto y, con esta excusa, recibe a este periódico para hablar de sus proyectos y de las experiencias que le ha brindado la vida.

–El próximo mes de junio cumplirá 43 años. ¿Está en su mejor momento?

–Estoy en un buen momento. Tengo una edad y un recorrido en el que hay pocas cosas que interfieran en mi vida de una manera brusca. Estoy, como quien dice, con los deberes hechos.

–¿Qué le lleva a una a llegar a ese punto de tranquilidad?

–El rodaje. Con 43 años antes eras mayor, ahora eres joven pero a la vez has pasado 43 años por aquí. Creo que he hecho muchas cosas importantes para mí, no para los demás, que me han dado bastante estabilidad. Pero todo eso se consigue con las experiencias, el pasar por la vida con consciencia, no pensando siempre en el mañana.

Cuando Ponte cumplió 18 años les dijo a sus padres que quería ser sastre, pero sus progenitores decidieron por ella y se matriculó en Ciencias Políticas y se fue a vivir a Essex (Inglaterra). Como ella misme dice: «la vida te lleva por donde te lleva», por eso, al año y medio volvió a España y empezó a modelar dando el salto a Nueva York. Con el paso de los años acabó teniendo un negocio de joyería, que terminó por desavenencias con su socio. Pero ella sigue ligada al mundo del diseño y se involucra en todo tipo de proyectos. «Desde hace dos años me dedico a pintar mientras trabajo en otras cosas. No estoy todo el día encerrada en el estudio, pero sí es algo que me entretiene, me gusta y lo disfruto», cuenta. Y añade: «Lo hago como hobby, muchos los regalo». En abril viajará a Colonia para exponer sus pinturas. «Lo hago fuera porque aquí me da una vergüenza horrible», cuenta.

–Si pinta para usted, ¿qué hace con todos esos cuadros? ¿No los vende?

–Los he ido regalando porque me hacía mucha ilusión. El intercambio comercial no se me da nada bien -ríe-, pero si en algún momento quiero vivir de esto tendré que pensarlo. En realidad pinto por ver los límites de cada uno enfrentándose a un material.

–¿Sigue ligada al mundo de la moda? ¿La veremos en Cibeles?

–Sigo en tres o cuatro proyectos. Iré a Cibeles con los Alvarno (Arnaud Maillard y Álvaro Castejón ). Estaré con ellos el domingo para ayudarles y el lunes, que es el desfile, para echarles un cable. Estaré en el backstage, en primera fila no me apetece nada. El resto de desfiles los veo por redes, a mí lo de sentarme ahí con la prensa… nunca me ha gustado.

–Parece que las modelos solo desfilan, ¿cree que la imagen que la prensa refleja sobre usted es la real?

–Eso es un estigma, parece que las modelos no sabemos hacer otra cosa y si la hacemos siempre se dice que alguien nos ha ayudado o que en realidad es un paripé. Quiero pensar que se dice eso por desconocimiento. Es muy fácil pensar eso, tendemos a etiquetar porque no tenemos tiempo material para conocer a todo el mundo. Sobre todo porque ser modelo es un trabajo donde se supone que hay mucho privilegio y adulación. A mí eso es una cosa que me espanta. La gente piensa que como ya tienes dinero, eres guapa -que tampoco es mi caso- y todo te va bien, no hace falta que te embarques en otros proyectos. Romper esos esquemas es muy difícil. El mundo de la moda es curioso porque somos como una especie de seres a los que lo único que nos piden es que vayamos impecables. Pero llega un momento, a estas edades, que ya no tienes que demostrar nada a nadie.

–Muchas modelos jóvenes dicen que han tenido que aguantar muchas presiones y estrés. ¿Cómo vivió usted aquellos años?

–A mí me llamaban «la punky conservadora», porque decían que yo iba a la mía. Siempre fui muy fiel a mí misma porque no quería convertirme en algo que no era. Si lo hubiese hecho habría dejado de existir. En eso siempre he sido muy cabezota y sincera. El mundo de la moda es muy rápido y hay que rentabilizarlo. En cada momento unos factores hacen la moda rentable.

–Usted triunfó en las pasarelas mucho antes de que la belleza andrógina llegase a los desfiles…

–¿Al final la rareza y el equilibrio dónde están? El verdadero equilibrio muchas veces está en el ser y el parecer, en el carácter y la fisionomía.. Sobre la belleza hay muchos conceptos. A lo largo de la historia ha cambiado muchas veces el concepto de belleza en las mujeres. Lo que me da miedo es que, al vivir en una sociedad de consumo, todo funciona con la inseguridad: «yo no tengo esto que debo tener para ser algo». Se está creando es una inseguridad tremenda y la gente vuelve otra vez a esquematizar qué es lo armónico, lo bello… La armonía está en muchos sitios, no solo en los ojos y en una boca carnosa. No me considero, sobre los cánones de belleza, una mujer guapa. Puedo resultar atractiva para cierta gente, pero eso no quiere decir que no tenga una manera de ponerme la ropa que en un momento haya funcionado. A veces, más que la belleza, se trata de retratar otras cosas, como la tristeza, la locura… Eso también resulta atractivo.

–¿Cómo ve el panorama político actual?

–Pues que no me gusta la sociedad que estamos construyendo. No me gusta que consintamos la manipulación de información que hay. Lo que está pasando aquí es fruto de la gente joven, que empieza a darse cuenta de cómo están las cosas y que hay que cambiar cosas. Hay una revolución tecnológica brutal porque se acaba el trabajo, hay más comunicación, aparentemente más igualdad y la gente busca con mucha más fuerza la verdad…. Los que manejan todo esto están manteniendo una posición de jubilados, dejando que pase y viéndolas venir, ese comportamiento es completamente injusto. Este país está cogido con hilos, se han hecho cosas muy mal. No van a salir todas las cosas de golpe y es un país que económicamente no está preparado para una catársis de ese tipo, pero hay que dejar que cambien las cosas y que salgan todos los casos de corrupción, que son infinitos. Tendría que salir todo y no va a salir. Hay que desmontar todo el sistema en el que estamos.

–A los 43, ¿qué es lo más importante que cree que le ha enseñado la vida?

–Que hay que vivir el momento. De pequeños tendemos a proyectar y proyectando se te escapa el hoy. Es como cuando te pasas el día esperando a que llegue el fin de semana, ¿por qué? No nos damos cuenta y el tiempo pasa muy rápido. Los años me han hecho más consciente de ello, ahora proyecto menos y vivo más el día.

Ponte ha llevado una vida donde nada ha sido convencional, repleta de vivencias a las que parece que le fue llevando el azhar. En 1996 conoció a Beltrán Gómez-Acebo, el tercer hijo de la infanta Pilar de Borbón y el primo favorito del rey Don Felipe. Tres años después se casaban. Tuvieron dos hijos Luis Felipe (10) y Laura (9). Aunque la modelo asegura que no es necesario que una mujer deba ser madre para sentirse realizada, la experiencia más importante y gratificante que ha vivido ha sido la de «tener la oportunidad de entender al ser humano» desde pequeño. «A los niños siempre les he tenido mucho respeto porque son muy puros, ver cómo ellos veían el mundo me ha enseñado muchísimo. Veo la vida desde un punto de vista más práctico», apostilla.

–Beltrán, el padre de sus hijos, se casa la semana que viene, ¿irá a la boda?

–No, no voy a ir. Me parece que no es un sitio al que deba ir.

–¿Cómo se lleva con Andrea Pascual, su futura mujer?

–Bien, es estupenda y muy agradable. Siempre me he llevado muy bien con ella, la verdad.

–¿Cómo ha visto a la Infanta Cristina en la televisión durante estos días que ha tenido que ir a los juzgados de Palma?

–Pienso mucho en mis hijos, en el mundo que estamos construyendo. Con este caso espero que sea lo justo y que sea la verdad. Quiero que la gente sea honesta. También te digo que en este caso, como a mí me ha pasado que he firmado cosas sin leer por vaga y confiada, pues te pueden pasar mil cosas. Yo creo en la Justicia, pero no por lo que veo, creo en la palabra. Cuando coincidía con ella me parecía una persona estupenda, cariñosa y muy cercana. Hay mucha gente que es así y hace las cosas mal o bien.

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