Oleg Cassini y Grace Kelly, en 1954
Oleg Cassini y Grace Kelly, en 1954 - archivo abc

La guerra por la millonaria herencia del diseñador fetiche de Grace Kelly llega a su fin

La única hija de Oleg Cassini acaba de morir en la pobreza más absoluta. Llevaba casi una década batallando contra su madrastra por el fabuloso legado del modisto

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Christina Cassini, única hija del famoso diseñador Oleg Cassini, falleció hace pocos días en París en la más absoluta pobreza. Lo insólito del caso es que Tina, una divorciada de 65 años, enferma de cáncer de ovarios y madre de cuatro niños, era la heredera de la mitad de la fortuna del modisto fetiche de Jacqueline Kennedy y Grace Kelly, estimada en 55 millones de euros. Sin embargo, el día de su muerte, su cuenta bancaria estaba en números rojos.

Cassini, el aristocrático diseñador de origen ruso que transformó a la primera dama de Estados Unidos en un icono de estilo internacional y que sedujo a Kelly antes de ser Princesa de Mónaco, murió en marzo de 2006 dejando a su hija Tina, fruto de su matrimonio con la estrella de cine Gene Tierney, una fabulosa herencia.

Su legado incluía un piso en el Upper East Side de Manhattan, una mansión neogótica cerca de Gramercy Park y una casa de verano en Oyster Bay. Durante estos nueve años, la segunda esposa del mítico creador, Marianne Nestor, se negó a ejecutar la sucesión, mientras su hijastra libraba su dolorosa batalla contra el cáncer. Según un abogado de Nueva York, la viuda de Cassini «entorpeció el proceso con la esperanza de que Tina muriera pronto».

En el acuerdo de divorcio entre Cassini y Tierney, firmado en 1952, el modisto estipuló que tras su muerte la mitad de su fortuna debía ser legada a su hija. Sin embargo, en 1992 rubricó otro documento en el que dejaba todo a su ex secretaria y segunda esposa, Marianne Nestor, a la que además nombró su albacea testamentario. En este tiempo la viuda se aferró a ese papel para frenar la sucesión e incluso alegó que Tina no era hija biológica del diseñador, sino fruto de alguno de los amoríos de Tierney con Howard Hughes, Tyrone Power y el presidente Kennedy.

El segundo testamento de Cassini daba más detalles sobre los cuidados que había que procurar a sus caballos y perros que sobre lo que dejaba a su hija: un millón de dólares. Pero Nestor ni siquiera quiso conceder esa cifra a su moribunda hijastra. Ahora, la viuda del hombre que vistió a todas las grandes de la edad de oro de Hollywood-Rita Hayworth, Joan Crawford, Marilyn Monroe, Natalie Wood- podrá disfrutar sin tapujos del piso de su marido en el Upper East Side, de su mansión neogótica a pasos de Gramercy Park y de la casa de verano en Oyster Bay, descrita por algunos como «una morada digna del Gran Gatsby». También podrá gastar ese millón de dólares que le negó a Tina en su lecho de muerte. «Supongo que al final el mal triunfa sobre el bien», comentó una amiga de Christina tras conocer la noticia de su fallecimiento. El diablo no viste de Prada, viste de Oleg Cassini.

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