Carmena, tomando cocido madrileño en la Pradera de San Isidro
Carmena, tomando cocido madrileño en la Pradera de San Isidro - EFE

Pasión y odio por Carmena en la Pradera de San Isidro

La alcaldesa se da un baño de masas en el epicentro de las fiestas por el patrón de la capital. Confiesa que el santo siempre le ha «caído bien porque es campechano»

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, llegó a la Pradera de San Isidro este domingo a las doce del mediodía para asistir a la misa que ofició el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. Apareció por el paseo de la Ermita del Santo, ataviada con su mantón de Manila, lo único que le dio tiempo a ponerse tras el acto de entrega de las Medallas de Oro de la ciudad. Iba acompañada por sus concejales de confianza, Marta Higueras, delegada de Derechos Sociales, Equidad y Empleo, y Javier Barbero, responsable de Salud, Seguridad y Emergencias, quienes no llevaban ningún motivo para la ocasión. Fue la concejal de Carabanchel y Latina, Esther Gómez, la única que iba envuelta con la auténtica indumentaria de este día, el traje de chulapa, de pies a cabeza.

Carmena se dio un baño de masas desde que pisó este enclave de Carabanchel. Entre aroma de gallinejas, morcilla y entresijos, la dirigente de Ahora Madrid se convirtió en diana de besos, abrazos, «selfies», aplausos y críticas entre los ciudadanos que se percataban de su presencia. El cordón policial que la rodeaba era el que llamaba la atención de los festejantes. «¿Quién va?»; «¡La Carmena!».

«¡Corre, dale un clavel, dale un clavel!»; «señora, ¿me deja pasar para recoger las palabras de la alcaldesa? Soy de prensa»; «No, me da igual. Tengo que verla». «Muy bien, Carmena, lo estás haciendo muy bien»; «Madrid está muy sucio, alcaldesa»; «¡Pero qué guapa, Carmena»; «¡ deja las calles en paz con sus nombres! ¡qué vergüenza!», se sucedían entre la multitud. Y al grito de un individuo que pedía que se fuera respondían otros ciudadanos con aplausos. «Habérselo dicho a los de antes», lo reprendían.

Al santo, «un Madrid mejor para todos»

La líder de Ahora Madrid se paró ante los gigantes y cabezudos y ante la peña de Los Castizos, a quien la propia política les pidió una reunión para conocer sus inquietudes. Cuando llegó a la misa, coincidió en tiempo con la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, y con la portavoz del grupo municipal popular, Esperanza Aguirre.

A pesar de ser un escenario de paz, se desató la batalla por los micrófonos y los medios se dividieron ante unas y otras sin percatarse de que las tres hablaban al mismo tiempo. «Hala, chicos, preguntad lo que queráis», instaba la primera edil a la prensa. Y ante la pregunta de guión del 15 de mayo, «qué le ha pedido al santo», la inquilina de Cibeles confiaba: «Un Madrid mejor para todos en todo». Mientras, su máxima rival en las elecciones municipales de hace un año, Aguirre, quien en esta ocasión no vestía de chulapa, indicaba que había rezado por «salud, empleo y más libertad».

La confesión de la alcaldesa

Carmena reveló que cuando era pequeña solía ir con sus padres a la Pradera. «Ha sido muy bonita la misa, el sermón», manifestaba. Una de las periodistas le preguntaba si este año sentía más simpatía por San Isidro, después de que el año pasado dijera que no le tenía «mucha ley». «Era un vago, que el Ángel se lo hacía todo», dijo entonces. Sin embargo, la percepción le ha cambiado desde la cuarta planta de Cibeles. «El santo siempre me ha caído bien, porque es un santo campechano, con alpargata, con las manos rojas de trabajar. Es un santo simpático. En otras ciudades tienen santos ilustres. Nosotros tenemos un campesino», pronunciaba. Sin embargo, no bebió agua milagrosa. «Había demasiada cola y no le daba tiempo a llegar a la misa. No quería saltarse la fila», explicaron desde su gabinete.

Tras el acto religioso, la regidora capitalina cruzó la Pradera para tomar un cocido que ofrecía una asociación vecinal. De ahí caminó hasta la caseta de Ahora Madrid para estar con los suyos, su último plan por San Isidro. En 2016, ningún representante del gobierno municipal pisará Las Ventas para ver torear.

Ver los comentarios