Celia Mayer, junto a Manuela Carmena y Marta Higueras
Celia Mayer, junto a Manuela Carmena y Marta Higueras - ISABEL PERMUY

Mayer y su cultura del incendio agotaron la paciencia de Carmena

La gestión de la edil en temas como la Memoria Histórica ha sido el principal quebradero de cabeza de Carmena

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La destitución de Celia Mayer, quien puso nombre y rostro a buena parte de los errores del Ayuntamiento, era un secreto a voces. Su llegada a Cultura fue casi accidental, tras la dimisión de Guillermo Zapata por sus tuits ofensivos. Acaso marcada desde entonces, la polémica fue el denominador común de su gestión; abocada a esta suerte de destierro desde el Carnaval de los titiriteros y su maltrecha gestión en la aplicación de la Ley de Memoria Histórica. El vestuario de los Reyes Magos, los reproches de Ganemos –su formación– a Manuela Carmena y el nuevo rumbo del Teatro Español y las Naves de Matadero hicieron el resto.

Estrechamente vinculada al colectivo okupa del Patio Maravillas, su trampolín, Mayer representa los argumentos de la oposición contra el gobierno de Ahora Madrid: «Es sectaria y revanchista».

Sus errores tampoco pasaron desapercibidos para la alcaldesa, que antes de relevarla al área de Igualdad la despojó de sus competencias relevantes en Cultura.

Intento de reprobación

La oposición celebra ahora lo que no pudo conseguir hace poco más de un año, cuando el PP presentó una proposición para reprobar a la edil y conseguir su destitución. Ahora Madrid sedujo al PSOE y evitó que la moción saliera adelante, pero no la petición unánime de su dimisión. Tanto es así que los socialistas, que entonces no votaron cien por cien convencidos, supeditaron su apoyo a los presupuestos a la gestión de Cultura.

Su aplicación de la Ley de Memoria Histórica sintetiza lo que ha sido su mandato durante el último año y medio. Celia Mayer encargó a dedo el informe sobre el callejero franquista a la Cátedra de la Universidad Complutense y después trató de eliminar monumentos de forma arbitraria, sin consulta previa y sin sustento legal.

Al mismo nivel se ubica el Carnaval y la obra que mostró violaciones y asesinatos ante niños de diez años, siempre con la pregunta de cómo llegó a representarse y qué filtros pasó. La detención de los titiriteros por enaltecimiento del terrorismo marcó un punto de inflexión en el Gobierno y también el futuro de la concejal. No hace ni quince días que el mundo del teatro también pregunta a Mayer por qué las Naves de Matadero dejarán de tener su actividad principal: el teatro.

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