Carmena incumple su gran promesa y acabará el mandato sin limpiar Madrid

Más de tres años después de la llegada de Ahora Madrid al Gobierno, los servicios de basura continúan sin cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos

Las bolsas de basura se acumulan encima de unos abarrotados contenedores amarillos, situados en la calle Francisco de Diego (Moncloa-Aravaca) Fotos: Guillermo Navarro
Aitor Santos Moya

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Es el distrito de Moncloa, camino del mediodía, y en la calle de Francisco de Diego el único camión de recogida de basuras que ha pasado por la noche es el de orgánico. El contraste es evidente . Mientras los contenedores naranjas están a medio llenar, los amarillos, para «bricks» y plásticos, hace horas que empezaron a desbordarse. «No cabe nada dentro ni encima de la tapa», se excusa una mujer, que no tiene más remedio que dejar la bolsa a un lado. No es la única. Los residuos invaden la calzada a la espera de que los operarios aparezcan para retirarlos. «Es la historia de siempre», añade la vecina, sin explicarse el porqué de la preocupante situación.

El problema viene de lejos. Los contratos integrales de limpieza, suscritos en 2013 por la exalcaldesa Ana Botella (PP) , provocaron el «blindaje» durante ocho años de una tarea que las principales adjudicatarias (OHL, FCC, Ferrovial y Sacyr) nunca han terminado de cumplir. Aquel concurso público, que permitió al Ayuntamiento un ahorro del 24,4%, fue contrarrestado por las empresas con significativos recortes en sus plantillas , lo que mermó claramente la calidad del servicio.

Una coyuntura duramente criticada por los partidos de entonces en la oposición y que la candidatura de Ahora Madrid, con Manuela Carmena a la cabeza, utilizó en los comicios municipales de 2015 para lograr un decisivo rédito político a tenor de los ajustados resultados posteriores. En su programa electoral estaba recogido «establecer una hoja de ruta para remunicipalizar el servicio de basuras y recuperar la plantilla de los servicios de limpieza y jardinería». Pero la ambiciosa promesa cayó pronto en saco roto.

Los desperdicios ensucian la calzada y parte de la acera, alrededor de unos contenedores localizados en la avenida de Orcasur

Mientras la actual regidora se dedicaba a amenazar en público a las concesionarias -«Madrid está muy sucio. O Las empresas cambian de actitud o habrá que buscar alguna manera de ir a una actuación contractual que nos permita limpiar al propio Ayuntamiento», decía apenas tres meses después de llegar al Consistorio-, en privado les enviaba una notificación para que siguieran prestando el trabajo un año más con las mismas condiciones . Desde entonces, los parches en esta materia han sido una constante.

El último llegaba en julio de 2017, cuando la concejal de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés, anunció la incorporación de 853 trabajadores -468 nuevos y 385 modificaciones de contrato- y la duplicación del número de calles consideradas «principales» que debían limpiarse a diario. Para ello, se acordó desembolsar más de 16 millones de euros hasta 2021. El primer lote se aprobó al mes siguiente, con 118 nuevos barrenderos en Centro, Tetuán y Chamberí, tres de los distritos más afectados. Sin embargo, las quejas de los residentes no han remitido.

«En Sol y en el Barrio de Las Letras tenemos dos contrapuntos: por un lado, los lugares más visibles que se cuidan correctamente; y, por el otro, zonas que están abandonadas como el entorno de Medialab-Prado y toda la parte este, alrededor de las calles del Cenicero, Alameda, San Pedro o Gobernador, donde la limpieza brilla por su ausencia», detalla Víctor Rey, presidente de la Asociación de Vecinos de Sol y Barrio de Las Letras.

«Si paseas por allí cualquier fin de semana, puedes encontrar de todo: restos de botellón, excrementos, papeleras desbordadas...», prosigue Rey, descontento con los programas planteados por el Ayuntamiento: «Siempre que hablamos con ellos, nos plantean una serie de soluciones que luego comprobamos que no se están cumpliendo». Los residentes del enclave tienen claro que existe una problemática enquistada, tanto en frecuencias de paso como en intensidad .

Cartones esparcidos en la calle de Danciu, en el barrio de Pan Bendito (Carabanchel)

Las reclamaciones en el teléfono de atención ciudadana (010) y a través de Twitter (@LineaMadrid) están a la orden del día. «El Ayuntamiento utiliza las protestas de la gente para ver si hay o no un problema de limpieza. Lo que pasa es que los ciudadanos están hasta las narices de quejarse y ver que la situación no cambia», sostiene el portavoz de la coordinadora vecinal de Centro y presidente de la Asociación de Vecinos de Chueca, Esteban Benito, para quien la conclusión es clara: «Es entonces cuando las quejas bajan y el problema deja de existir».

El incumplimiento de la normativa por parte de algunas personas es otro de los asuntos capitales pendientes de revisión. «Necesitamos que haya más presencia de la Policía Municipal para evitar, entre otras cosas, que los incívicos tiren basura en los parques y calles», sostiene Begoña Sebastián, de la Plataforma del Barrio de Lavapiés.

Intervenciones de urgencia

La última intervención de urgencia, acometida por el equipo de Carmena, atañe a los distritos de Usera, Villa y Puente de Vallecas y Villaverde . Los trabajos, que arrancaron en septiembre en los barrios de Moscardó, Almendrales y Orcasur, incluyen campañas de sensibilización e inspecciones y mayor control por parte de la Policía. Pese a todo, los resultados no parecen convencer por ahora a los moradores. «Lo hacen para salvar la cara», considera Concha Pérez, vicepresidenta de la Asociación de Vecinos de Usera.

El pasado jueves, la alcaldesa reconoció en un acto vecinal en Puente de Vallecas que este último verano fue «horrible», con un «mayor nivel de suciedad», lo que llevó al Ayuntamiento a incrementar las sanciones a las empresas por sus «incumplimientos graves». Las multas se vienen repitiendo desde hace tiempo, sin que la situación haya revertido. Desde el sindicato UGT Limpieza Viaria apuntan, en ese sentido, que las compañías «no llegan ni de lejos» a superar los límites de incumplimiento -marcados en los contratos- para que el Consistorio «pueda rescindirlos unilateralmente» .

En la calle de Peña Gorbea, pegada al bulevar de Vallecas, son los contenedores de basura orgánica los que están desbordados
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