Ángel Antonio Herrera - Cartas a la alcaldesa

El abeto póstumo

Digo yo, alcaldesa, que estos árboles moribundos, o directamente muertos, necesitan un tanatorio urgente, o inmediato

Ángel Antonio Herrera

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Por azares de la vida, me vengo cruzando a menudo con un abeto de franca corpulencia que es el viudo de sí mismo. Quiero decir que el abeto que trato, en mi paseo, es un abeto grandón, pero muerto, gigante casi, pero ya seco, aunque mantiene el tipo, como si se empleara a diario, en efecto, de viudo de su propia biografía acabada. Voy a ver si se lo cuento mejor, alcaldesa. El abeto, por concretar, queda en la Avenida de Bruselas , frente a la muy prestigiosa librería Polifemo, y hace familia con otros árboles próximos, de muy distinta gama o vitola.

Todos los árboles están entre cuidados y muy cuidados, eso sí, con toda la frescura pujándoles por dentro, pero nuestro abeto de hoy es un árbol difunto , un abeto póstumo que está ahí, con más vida de semáforo apagado que de conífera castiza, con más de gigante jubilado que de arbolado mayor de la ciudad. De modo que yo creo que es un cadáver de abeto que no retira nadie, porque no verdea, y casi ni decora, pero no molesta.

A mí este abeto póstumo me tiene metido en tristezas, porque veo que se secó, a media vida, pero no se han secado sus compañeros diversos y numerosos de órbita, con lo que su mala suerte es doble: murió, y no se le hace ni caso. Como estoy con el malestar de haber conocido a un abeto póstumo, pero del tamaño de cuatro pisos, voy mirando por ahí y he visto algún caso más. Digo yo, alcaldesa, que estos árboles moribundos, o directamente muertos, necesitan un tanatorio urgente, o inmediato, y hoy en el día de difuntos quiero yo cantar a un abeto que está en la otra vida, aunque aún quede en ésta, a la altura del metro de Parque de las Avenidas.

Hay que amar al árbol como al hombre, naturalmente, y por eso procede insistir en que hay por ahí un parque disperso de abetos que se van muriendo en Madrid, mientras nadie los retira o los tala, porque les faltó riego, o quizá otros rigores. Hasta ahí no llego, alcaldesa. Pero hay hoy, día de los difuntos , un abeto póstumo en un barrio arrellanado de Madrid. Contempla sin vida la vida.

Dirige tu comentario a aymadrid@abc.es

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación