El alcalde de Orense, Jesús Vázquez, el día de su toma de posesión
El alcalde de Orense, Jesús Vázquez, el día de su toma de posesión - EFE

Vázquez resiste a su aislamiento con el presupuesto y el PXOM por aprobar

El alcalde, único referente popular en las ciudades, sobrevivió a la reprobación y a un intento de moción de censura

Santiago Actualizado: Guardar
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Orense es, para el PP, la piedra filosofal de su municipalismo. El espejo al que enfrentar los populismos de las tres grandes ciudades coruñesas, los brotes pintorescos del gobierno de Vigo y el nacionalismo de Pontevedra. Jesús Vázquez lidera esa doble responsabilidad, la de alcalde y ejemplo, sin ningún aliado dentro de la corporación. Ni a su izquierda, donde el PSdeG y Ourense en Común parecen poco dispuestos a tenderle la mano; ni hacia el lugar que ocupa Gonzalo Jácome, líder de la oposición y de un partido incalificable como Democracia Orensana.

El clima político de la ciudad obliga al exconselleiro a lidiar siempre con una espada de Damocles que amenaza con apearlo del poder. A punto estuvo de precipitarse sobre su espalda cuando fue reprobado, y poco después, cuando un pacto de mínimo común denominador entre todos los grupos de la oposición estuvo muy cerca de cristalizar en una moción de censura.

Pero Vázquez aguantó. Y mientras, la ciudad espera a que la borrasca de la corporación claree y se puedan aprobar algunos de los instrumentos básicos de gestión. Empezando por los presupuestos municipales, el plan de urbanismo (PXOM) o la relación de puestos de trabajo, imprescindibles para gobernar con cierta normalidad la tercera ciudad de Galicia.

«La ciudad no está bloqueada, es el juego que ellos intentan hacer ver, pero no lo está en absoluto», declaró el alcalde a ABC, cuando regresaban los rumores de un tripartito ocupando los despachos de la Plaza Mayor. A fin de trasladar la responsabilidad a la oposición, el popular aseguró que había puesto encima de la mesa una regulación urbanística casi idéntica a la que habían impulsado los anteriores gobiernos socialistas, atrapados por la acción de la

Justicia y las sospechas de corrupción. Por eso Vázquez saca a relucir «la normalidad» recuperada en el Concello, después de su victoria en mayo de 2015. «Cuando tienes que presumir de que tu mejor prueba de gestión es la normalidad, ese discurso puede valer en los primeros meses, pero es vergonzoso», destaca Martiño Vázquez, portavoz municipal de Ourense en Común.

En realidad, el PP en Orense saca pecho por algo más. Su objetivo es que las arcas municipales alcancen la «deuda cero» durante el ejercicio de 2017, después de haber reducido un 75% los compromisos con sus acreedores: de 39,3 millones de euros adeudados en junio de hace dos años a los 10 millones registrados a finales de 2016. O el periodo de pago a proveedores, que se redujo de 78,7 días de plazo medio —en enero de 2015— a 7,6 días, en febrero del año siguiente.

Pero los logros económicos de la gestión de Vázquez no pueden desvincularse del soporte de la administración del Estado y la Xunta, con quienes ha cultivado una relación de colaboración. Y con desencuentros puntuales. El principal se administró entre finales de 2016 y febrero del año actual. El ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, cuestionó la idoneidad de invertir más de 500 millones de euros en la variante exterior del AVE para ahorrar unos minutos en el trayecto de entrada a Orense. El alcalde se plantó: «La variante no es negociable». Una actitud apreciada en la dirección autonómica de su partido y que desencadenó la rectificación del ministro.

La revolución llegará a Orense sobre raíles. La llegada del AVE a la ciudad se espera para finales de 2019, la fecha en que comenzarán a circular los primeros trenes de prueba y mientras se prepara en A Ponte la futura estación intermodal, diseñada por el norteamericano Norman Foster.

El barrio pontino también se ha beneficiado de la colaboración entre el ayuntamiento y la Xunta. Ambas instituciones han cerrado su compromiso para para instalar el segundo «ecobarrio» de Europa, aprovechando el potencial geotérmico de una ciudad que todavía no tiene un balneario en su casco urbano. El proyecto — «uno de los más ambiciosos de la historia», para el alcalde— fue anunciado por Feijóo en su última visita a Bruselas. Prevé la instalación de un «district heating» que surta de energía limpia a 20.000 hogares orensanos y 35 edificios públicos.

Los dos años que restan de mandato serán los que vayan a determinar el futuro del PP en la ciudad de As Burgas. Si Vázquez logra sacar adelante las cuentas públicas y el plan de urbanismo, habrá salvado buena parte de los escollos que le quedan. En parte, porque el fin del aislamiento a su gobierno parece, a estas alturas, inverosímil.

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