Porto en una imagen tomada durante el juicio
Porto en una imagen tomada durante el juicio - Efe
«Caso Asunta»

Porto retomó la relación con su amante el día antes del asesinato de la pequeña

La acusada reconoció malos tratos por parte de su exmarido, al que calificó de «puritano»

Santiago Actualizado: Guardar
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La tercera semana de juicio por la muerte de la niña Asunta Basterra arrancó ayer con importantes revelaciones a propósito de la relación que los padres de la fallecida mantenían entre sí. Las aclaraciones llegaron de mano de los psicólogos y psiquiatras forenses que examinaron a Rosario Porto a los pocos meses del enigmático crimen y que este lunes relataron ante el jurado popular lo que ella les narró en las cuatro entrevistas que mantuvieron entre diciembre del 2013 y febrero del 2014. Durante las largas charlas entabladas con la acusada con el fin de trazar su perfil psicológico, los peritos se remontaron a la infancia de Porto y a su entrada a la madurez. Es a los 21 años cuando la abogada sufre su primera depresión. Poco después conoce a Alfonso Basterra, con quien se casa transcurridos tres años de noviazgo.

A los 28, Porto recae e incluso trata de suicidarse ingiriendo una alta dosis de fármacos.

Consultada sobre el carácter de su marido, Rosario Porto fue modificando sus definiciones a medida que las sesiones avanzaban. De hablar de un hombre «amable y correcto» pasó a reconocer que Basterra era una persona «rara, imprevisible» y «extremadamente puritana» en sus relaciones sexuales, según los expertos expusieron ayer en sala. El punto de inflexión en el matrimonio de los dos acusados por el asesinato de Asunta se produce en 2006. Poco tiempo después, Porto refiere las primeras agresiones físicas a las que la somete su esposo. «Unas tres o cuatro al cabo del año», contabilizó. Los expertos también desvelaron ayer que la idea de adoptar a Asunta partió de su madre y de sus abuelos, no de su marido. «Por él no era necesario», llegó a precisar Porto a propósito de las escasas ansias de paternidad demostradas en su día por Alfonso Basterra.

Responsable de sus actos

Los cuatro expertos que elaboraron el informa psiquiátrico de la acusada coinciden a la hora de señalar que Rosario Porto es una ciudadana imputable judicialmente, dado que sus episodios depresivos no condicionaron su entendimiento del mundo. «Su capacidad de conocer que el delito que se le imputa era ilícito no estaba alterada», anotaron a preguntas del Ministerio Fiscal. Consultados al respecto de las semanas y los días previos al crimen, los peritos también expusieron que Porto se había recuperado ya del último capítulo depresivo sufrido en los meses de mayo y junio, justo cuando se produce un llamativo acercamiento entre ella y su exmarido. Hacia él, la abogada procesaba un agradecimiento que hizo —siempre según su confesión— que Basterra tratase de retomar su matrimonio. Pero dio con la negativa de ella, que el día anterior a la muerte de la pequeña volvió con el que había sido su amante durante más de un año. Las excusas que dio a Basterra para poder pasar la jornada en Vilanova en compañía de este hombre debieron alertar a su exmarido, que la telefoneó «en numerosas ocasiones», tal y como ella misma refirió a los psiquiatras.

La coartada de Basterra, viable

Ayer también prestaron declaración los técnicos que analizaron la localización de los móviles de los acusados el día del asesinato de Asunta. Este examen avala la versión de Basterra, que mantiene que pasó toda la tarde en su casa, y revela que Porto sí se trasladó a la finca de Teo, desde donde hay una conexión a las 19.29 horas. El rastreo de los dispositivos móviles también dejó al descubierto tres llamadas sin contestar al móvil de Porto realizadas desde la casa de Santiago a las 17.43 horas. Comunicaciones infructuosas que, presuntamente, hizo la niña pocas horas antes de perder la vida. Media hora después las cámaras de una gasolinera cercana la grabaron a ella y a su madre abandonando la ciudad en dirección a Teo.

La triangulación de los móviles de los acusados por el asesinato de la pequeña también deja en el aire otro dato a tener en cuenta. El móvil de Basterra vuelve a registrar actividad (antes pudo estar apagado o simplemente conectado al wifi) a las 20.43 horas. En ese momento telefoneó al piso donde vivía su hija, pero nadie contestó. Los datos de la alarma confirman que a esa hora Porto aún estaba en la finca de Teo. Treinta segundos después de la primera llamada, Basterra llama al móvil de su exmujer, que tampoco contesta. A partir de ahí, el acusado realiza hasta diez llamadas sin respuesta y continuadas en el tiempo al piso, al móvil de Porto y al móvil de Asunta. Pasa una hora hasta que la madre de la niña devuelve las llamadas.

El proceso por el asesinato de la menor se retomará hoy con los interrogatorios a tres toxicólogos que participaron en la investigación. Será el jueves y el viernes cuando las partes presenten sus alegatos finales para, a continuación, dar paso a la deliberación del jurado.

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