José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

El legado de Mosquera

Si es cierto que sólo se negaron 13 de 1.150 tratamientos solicitados hasta abril de 2015, ¿qué criterio economicista hay para negar una mísera docena de casos?

José Luis Jiménez
Santiago Actualizado: Guardar
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Empecemos por poner todas las pegas oportunas. Por ejemplo, que tenemos a una oposición instalada con indisimulado descaro en precampaña electoral y ha encontrado en la declaración de dos cargos del Sergas por los tratamientos de la hepatitis C un estupendo argumento para cargar contra Feijóo y desviar la atención de su falta de proyecto o candidatos para Galicia. Incluso, extraigamos la derivada malintencionada de que el portavoz de los denunciantes, el doctor Evaristo Varo, fue uno de los damnificados por la cacicada de Rocío Mosquera a la hora de contemplar la designación de su marido como jefe de cirugía del CHUS y que, por tanto, pudiera intermediar en todo este asunto una hipotética vendetta profesional.

Y añadan como último aderezo al aliño el hecho menor —porque así parece que lo entiende nuestra opinión pública— de la presunción de inocencia que debe ser observada para Félix Rubial y Carolina González-Criado en el proceso judicial, no vaya a ser que lo que hoy es un incendio político con la oposición ejerciendo de irresponsable pirómana acabe en un auto de sobreseimiento en pocos meses, que en esto de nuestra justicia todo puede pasar.

Pero ninguno de estos tres argumentos puede eximir de responsabilidad política a la persona que estaba al frente de la Consellería de Sanidade cuando sucedió esto, y esa no es otra que la inefable Rocío Mosquera. Que no parezca que desde aquí se juzga sumariamente a la exconselleira, porque el razonamiento es otro. Un político, con independencia de su ideología, debe principalmente no generar problemas, y ya si los resuelve, ni les cuento.

No sabemos si Mosquera aplicó o no criterios presupuestarios para no prescribir el «Sovaldi» a los enfermos, pero lo que desde luego no aplicó son criterios políticos para evitarle este nuevo marrón al que era su jefe, el presidente de la Xunta. Y esto es aplicable para el traslado del Álvaro Cunqueiro, la radioterapia en el HULA, los centros de salud de los concellos... ¿Alguien duda de que este caso habría tenido otra resolución si Jesús Vázquez Almuiña hubiera sido el conselleiro entonces? Si es cierto que sólo se negaron 13 de 1.150 tratamientos solicitados hasta abril de 2015, ¿qué criterio economicista hay para negar una mísera docena de casos? ¿Y si en vez de ahorro fue simple miopía política?

Es entendible que la oposición haya salido de caza, porque el caso se presta a ser munición de gran calibre. Pero ellos mismos saben que la pieza a batir ya está retirada del coto político, precisamente porque el gestor del mismo estaba cansado de tener que limpiar sus destrozos. Feijóo acertó cesándola y cerrando un frente inacabable de situaciones comprometidas, y el único reproche es que no lo hubiera hecho a la primera de cambio. Nos habríamos ahorrado escándalos innecesarios y, probablemente, el juicio que está por venir.

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