José Luis Jiménez - Pazguato y fino

Alguien miente en el PSdeG

No deja de resultar curioso que, siendo el rol de presidenciable un plato más que jugoso para cualquier político con una trayectoria más o menos amplia, todos aparten de sí ese cáliz como si rebosara amargura

José Luis Jiménez
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

¿Acaso pensaban que el carrusel de emociones que atraviesa el socialismo gallego iba terminarse con la dimisión de José Ramón Gómez Besteiro? Eso es que no conocen al PSdeG y sus tendencias autodestructivas, esas con las que van a sepultar sus opciones para erigirse como alternativa al PP de Feijóo y regalarle a la Marea la segunda posición en las próximas autonómicas. Precisamente para esta cita con las urnas, de fecha incierta —debieran ser en otoño pero a ver quién en el PP niega el cosquilleo por adelantarlas al verano y hacerle un roto a la oposición— el PSdeG vive otro particular calvario, el de los llamados a ser candidatos a la Xunta borrándose de toda quiniela.

Y no deja de resultar curioso que, siendo el rol de presidenciable un plato más que jugoso para cualquier político con una trayectoria más o menos amplia, todos aparten de sí ese cáliz como si rebosara amargura, en un ejercicio de ímproba humildad, de honesta sencillez.

Todos están —al parecer— a otras cosas, a tareas más mundanas, desde luego no llamados a la gloria de presidir la Xunta. Vamos, como si nadie quisiera ser candidato. Ahí tienen a José Blanco, Carmela Silva, Valentín González Formoso, Lara Méndez, Fran Caamaño, José Luis Méndez Romeu, Pilar Cancela... Todos, uno detrás de otro negando como San Pedro, tres veces o las que haga falta.

No se engañen. Entre ellos —y alguno más que sobrevuela el ambiente— está el juego por razones muy simples. La primera, que el PSdeG no tiene tiempo de inventarse un candidato desconocido y necesita de pesos pesados del partido, gente con capital político propio que añadan valor a la marca. La segunda, que enfrente hay un líder sólido como Núñez Feijóo y no se le puede mandar a un aficionado porque el revolcón puede ser de aúpa. Y la tercera, porque la Marea viene empujando fuerte, demasiado, y está en juego ser la fuerza hegemónica en la izquierda, esto es, dormir en Monte Pío o no.

Cuestión distinta es que nadie quiera quemar su nombre y reputación en unas elecciones con muy malas perspectivas. Es entendible que ninguno se ofrezca para oficiar su propio funeral. O que estén esperando a ser aclamados por la masa y evitar ese jaleo de las primarias. O, pensando ya muy mal, aguardando al dedo bendito de Pedro Sánchez.

Ver los comentarios