Imagen de Ximo Puig durante el foro de Exceltur celebrado el pasado martes
Imagen de Ximo Puig durante el foro de Exceltur celebrado el pasado martes - EFE
POLÍTICA

Ximo Puig emula al PSC y se desmarca de Ferraz para no tensionar el Gobierno valenciano

El presidente de la Generalitat «desnaturaliza» al PSPV para no molestar a sus socios en la guerra de grupos en Congreso y Senado

Lerma intentó ayer que Compromís tuviera grupo en la Cámara Alta con las confluencias de Podemos

VALENCIA Actualizado: Guardar
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El transcurrir de la legislatura en la Comunidad Valenciana está revelando lo que era un secreto a voces en la federación socialista valenciana: que la Presidencia de Ximo Puig sería la más cara de la historia para el PSPV.

El Pacto del Botánico está diseñado a mayor gloria de Compromís y Podemos, y desde ese documento se está exprimiendo a los socialistas. El PSPV comparte muchos de los postulados en el ámbito social, pero discrepa en muchas otras cuestiones que persiguen una fiscalización de la vida pública y las inversiones extramuros del Consell (donde Podemos se maneja como pez en el agua).

En plena guerra por la conformación de grupos parlamentarios en las Cortes Generales, Ximo Puig ha dado un paso para alejar al PSPV de la línea marcada por el PSOE, y más en concreto por Ferraz.

Recientemente el jefe del Consell dejó claro que «no soy delegado de Ferraz ni de Madrid», y se puso a cubierto de cualquier decisión que Pedro Sánchez adoptara y que pudiera perturbar a sus socios en la Generalitat (Compromís) y en las Cortes (Podemos).

Pedro Sánchez dinamitó la paz del tripartito valenciano al dar la mayoría al PP y C’s en la Mesa del Congreso, ya que en el Senado los populares la tenían sin necesidad de pacto. Puig miró hacia otro lado y consideró que Compromís debía tener grupo propio y «dar voz propia» a los valencianos que habían votado a los nacionalistas -en coalición con Podemos en las elecciones generales- mediante una «reforma del reglamento tanto del congreso como del Senado».

Ayer, la Mesa de la Cámara Baja denegó el grupo propio a los cuatro diputados de Compromís, y Puig insistió en la idea de reformar el reglamento para permitirlo. La voz cantante de Compromís, Mónica Oltra, agradecía el gesto y aunque atizaba levemente al PSOE por permitir una mayoría del PP en la Mesa, cargaba sobre «las derechas inmovilistas» toda la responsabilidad de esa decisión.

Salvado ese escollo para no tensionar la vida interna del Gobierno valeciano, también ayer la Mesa -en este caso de la Cámara Alta- votaba contra la constitución de un grupo propio de los senadores de las coaliciones autonómicas formadas por Podemos, entre ellas Compromís.

Los cuatro miembros del PP en la Mesa rechazaron esa posibilidad, mientras que los dos miembros del PSOE y el del PNV se abstenían. Entre los dos socialistas destacaba la figura del expresidente de la Generalitat, Joan Lerma, quien se abstuvo por orden de Puig para mantener esa tranquilidad «de Contreras hacia abajo», como explicitó recientemente Mónica Oltra.

Lerma se abstuvo pese a que los servicios jurídicos del Senado explicaron que, por el artículo 27.3 del Reglamento, no cabe que senadores de un mismo partido estén en dos grupos, y es que el que pretendían las confluencias contaría con miembros de Podemos, partido que tiene ya un grupo propio.

Lerma valida ceder ante ERC

El expresidente autonómico se enfrentaba al parecer del Letrado Mayor al considerar que «desde el punto de vista jurídico es discutible, y desde el punto de vista político no es aconsejable negar la voz a quienes tienen opinión diferente a Podemos, los coaligados en las comunidades autónomas».

Eso sí, dejó la puerta abierta a adherirse al fundamento de los servicios jurídicos la próxima semana, cuando los grupos rechazados presenten el recurso «si la fundamentación por escrito es clara».

Lerma, vicepresidente segundo del Senado, también apoyó el discurso de Ximo Puig sobre la cesión del senador del PSPV por Castellón a Esquerra Republicana de Cataluña para «que tengan voz partidos a quienes los ciudadanos han votado masivamente». Y sobre las quejas de dirigentes del PSOE por este préstamo, aseguró que entiende las opiniones diferentes, pero que «a la hora de la verdad todos llegarán a la misma conclusión: que es mejor que tengamos interlocución con todos a que nos neguemos a hablar con alguien, con independencia de que nuestro criterio esté alejado».

Esta corriente de pensamiento en el PSPV liderado por Puig va creciendo. El posibilismo y la lucha para que Pedro Sánchez sea presidente del Gobierno a toda costa se impone a la visión de conjunto de España que el PSOE ha defendido en su historia.

El suelo electoral del PSPV

Puig sigue así la estela del Partido Socialista de Cataluña (PSC), que logra como partido asociado al PSOE más éxitos (en forma de ministros) que la federación socialista valeciana, que sigue adscrita a las siglas nodrizas. El líder del PSPV se ha echado en brazos del nacionalismo de Compromís y de la inmersión lingüística que se practica desde la Conselleria de Educación sin más objetivo que mantener la unión del Consell.

Y también acepta en público -aunque recele en privado- el mando a distancia que Podemos tiene para imponer políticas a los socialistas en el Gobierno valenciano sin formar parte del mismo. Las voces críticas en el PSPV surgen pero sin mucha fuerza, aunque temen que la mimetización del discurso de Ximo Puig con el de Mónica Oltra conduzca al partido a un suelo electoral desconocido, y cuyo camino de hundimiento se ha constatado en las últimas elecciones generales.

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