Libro de ruta

Faltaba el intento fallido de los conciertos programados por el Ayuntamiento de Valencia coincidiendo en hora con la Ofrenda a la Virgen. Una más. Visto desde fuera otra provocación. No estaba en el programa oficial de fallas del propio consistorio, se “colaba” a última hora, más pan y circo, sello de un gobierno que sigue sin bajar a los problemas reales de la ciudad, pero que de show entiende y bastante. Conciertos que no se llevarán a cabo, no por una marcha atrás de la Concejalía de la que es responsable el mediático Fuset, sino por que desde Protección Ciudadana se puso el grito en el cielo, la seguridad, estaba comprometida. Pero hay más. Por primera vez desde que los tiempos son tiempos, se ha autorizado en esta semana de fallas la instalación de “foods tracks” en la Calle Palau, frente al Palacio Arzobispal, y muy próximo a la Catedral. Nunca se había hecho, ahora sí. No creo que hiciera falta, ni que no hubiera otra ubicación.

La espita se ha abierto, y parece que todo aquello que tenga que ver con la religión católica es objeto de “estudio concienzudo” por parte del gobierno municipal. En casi dos años ya, en el que el tripartito ocupa los despachos de gestión del tercer ayuntamiento de España, queda como gran bagaje de su gestión el carril bici y su “política laicista”, nada más. De lo primero ya he escrito bastante. Seguimos a la espera de ese uso masivo que vaticinó la Concejalía de Movilidad Sostenible y que a esta hora no ha llegado. Lo segundo debería ser objeto de estudio. Las Iglesias han tenido algo más que problemas para tocar las campanas. Los símbolos católicos se han retirado de los edificios públicos, se amagó con eliminar algunos de esa simbología en la primera cabalgata de Reyes, cuya temática recuerden era la ciencia, mientras que a última hora alguien decidía ¿Contraprogramar? La Ofrenda de flores a la Virgen.

Claro que lo que se vive en Valencia es el reflejo de lo que pretenden implantar algunos ideólogos a nivel nacional. Pablo Iglesias ha iniciado una cruzada para evitar que RTVE emita por La 2 la Misa del Domingo. Ahora resulta que con 168 horas de emisión a la semana, no se puede destinar una la retransmisión de la Santa Misa, al igual que se emiten programas sobre otros cultos o religiones. Al final de todo, lo que más me que llama la atención que todas estas “prohibiciones” lleguen de la mano de los que se han presentado con la tarjeta de adalides de la libertad ante la sociedad. Iban a defender los derechos de todos. Los que gobiernan han demostrado que no es así. Gobiernan para sus votantes. Y eso en política se paga, a corto plazo.