El soberanismo echa el freno al «procés» mientras Puigdemont se exilia de la realidad

Los partidos mantienen la retórica del president «legítim», pero especulan con Jordi Sánchez de relevo

Puigdemont, ayer, durante su comperecencia en Bruselas EFE

À. GUBERN / D. TERCERO

No se para, pero se acabaron las prisas. Así explican los partidos soberanistas la nueva fase en la que se adentra el «proceso». Si la dependencia de la CUP en la pasada legislatura explica en buena forma las decisiones adoptadas –marcadas por la unilateralidad y el choque frontal con el Estado –, el resultado del pasado jueves permitirá al PDECat y a ERC marcar sus propios tiempos.

En paralelo, la necesidad de ambos partidos de consensuar un candidato a presidir la Generalitat ante la imposibilidad de que lo sea Carles Puigdemont –pese a que públicamente siguen instalados en la retórica de la restitución del presidente «legítimo»– obliga a explorar nombres. Fuentes políticas señalaban ayer al expresidente de la ANC y número dos de la lista de Puigdemont, Jordi Sánchez, como posible figura de consenso.

Éste sería el encargado de pilotar la nueva etapa. El retroceso de los antisistema, y el hecho de que su voto ya no es imprescindible –a no ser que se alineen con el bloque constitucionalista, algo improbable– anticipa una fase de atenuación del proceso independentista. Lo asumieron de manera forzada tras la aplicación del artículo 155, lo incorporaron a sus programas electorales, y en mayor o menor medida se asume ya como nueva guía política:la unilateralidad es cosa del pasado, de lo que se trata ahora es de gobernar. Cataluña regresa un pujolismo 2.0.No se apaga la retórica «indepe», pero los plazos se dilatan lo que convenga. Cronificación .

Solo un elemento distorsiona el nuevo orden: Carles Puigdemont y su corte –vencedores indiscutibles dentro del bloque «indepe» el 21-D– siguen alimentando un discurso irreal que no casa con el que el PDECat, y también ERC, plantean desde Barcelona. Lo que tarden en llegar a un punto de encuentro unos y otros determinará la política catalana en las próximas semanas. El partido tiene clara la línea a seguir, pero Puigdemont se siente fuerte. Fuentes de la formación asumen que no será fácil casar unos intereses con otros.

"Sin prisas"

Puigdemont al margen, el discurso que emana del PDECat es muy claro. Sin desmarcarse del presidente exiliado –hay que guardar las formas– el partido ensaya una nueva estrategia. Así lo explicó la coordinadora general del partido, Marta Pascal, que pese a señalar que hay que «restablecer» el Govern cesado con Carles Puigdemont a la cabeza, asumió que el proceso soberanista debe seguir, pero sin las «prisas» de antes. «No es tiempo de ponernos calendarios, ni plazos, ni de tener mucha prisa» para ver quién es más independentista, sino que es el momento de «sumar a mucha gente», apuntó Pascal haciendo suyo el discurso que también de manera insistente se plantea desde ERC. Sin llegar a superar el 50% de los votos (47,5%), las opciones independentistas necesitan ampliar su base.

El nuevo giro del soberanismo choca con la evidencia de un presidente «exiliado» principalmente de la realidad, y que sigue practicando discursos tan estrámboticos como el que entonó ayer para pedir al presidente Mariano Rajoy un encuentro bilateral en cualquier país de la UE menos España. La retórica del «president legítim» la sostienen –«no aceptaremos de ninguna de las maneras que no se acepte que Puigdemont y los consellers no ostenten sus responsabilidades», insistía ayer Pascal–, pero todo el mundo tiene asumido que el president fugado no regresará al Palau de la Generalitat.

El calendario comienza a correr, y el 6 de febrero es la fecha límite para la celebración del primer pleno de investidura. Si Puigdemont quiere realizar algún tipo de «performance» sera detenido cuando entre en España. La opción de seguir exiliado le inhabilita como presidente, aunque su partido y ERC le sigan tratando de «legítim».

En el PDECat reconocían ayer que la decisión concreta la tomará Puigdemont. Al margen de lo que haga, la opción de Jordi Sánchez cobra fuerza y se asume en medios políticos. Las mismas fuentes señalan que en caso de que Puigdemont tratase de entronizar a Elsa Artadi, ERC lo rechazaría de plano. No sucedería así con un Sánchez que podría ser punto de encuentro y desbloqueo .

Gobierno de concentración

No son pocas las diferencias que deben sortear neoconvergentes y republicanos. Presidencia al margen, ERC aboga por un Govern de concentración con las fuerzas independentistas y que incluya a la CUP, algo ahora mismo improbable dado el rechazo de los antisistema a cualquier pacto que no incluya regresar a la unilateralidad y al rechazo frontal a dialogar con el Estado. La retórica del gobierno de concentración es más propia de la dialéctica de campaña, pero no es real. Los republicanos, de igual forma, se muestran partidarios de «tirar cables a los comunes» para «llegar a acuerdos siempre que sea posible» y que salgan de la «ambigüedad permanente».

Tras una pasada legislatura encorsetados en Junts pel Sí, hay ganas en el PDECat y en ERC de marcar perfil ideológico. Tendrán que ponerse de acuerdo en cualquier caso, ya que en el PDECat, ni por asomo, se plantean la posibilidad de pactar con una CUP que por ella misma tampoco quiere.

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