Ángel González Abad - Los martes, toros

¿Por qué se ponen tan nerviosos?

¿Por qué se saltan a la torera sentencia tras sentencia y ante lo que puede ser esta acuden directamente a las trincheras?

Ángel González Abad
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No hay sentencia todavía sobre la inconstitucionalidad de la prohibición de las corridas de toros en Cataluña y la Cataluña feliz se ha puesto en pie de guerra. Solo saber que la ponencia que ha de debatir el Tribunal Constitucional viene a decir que aquella votación del Parlament fue ilegal porque la Generalitat no tenía competencias para prohibir, ha desatado una serie de reacciones de lo más virulentas, y no precisamente de los grupos animalistas. Apenas doscientas personas se concentraron a las puertas de la Monumental con toda la carga de gritos e insultos contra la Tauromaquia y sus seguidores. Una nimiedad si lo comparamos con la artillería política. Desde eso ya escuchado a Tardà de que tendrá que venir la legión para que vuelvan a celebrarse corridas de toros aquí, hasta la declaración del Govern en el sentido de que no es no y no.

Y todo, como digo antes de conocerse la sentencia final sobre el recurso a la abolición que tiene entre manos el TC a punto de caramelo. ¿Por qué se ponen tan nerviosos? El mismo día que se supo el sentido de la ponencia sobre los toros, el Constitucional abrió la vía penal contra la presidenta del Parlament por permitir la votación de la ruptura con el Estado, y como si nada. Hasta con cierta satisfacción de esa Cataluña feliz se recibió la decisión del Tribunal. Como cuando se incumple sistemáticamente la exigencia de que el castellano sea lengua vehicular, o cuando se suspendió el referéndum del 9-N, que al final se celebró.

¿Por qué los toros encienden todas las alarmas? ¿Por qué se saltan a la torera sentencia tras sentencia y ante lo que puede ser esta acuden directamente a las trincheras?

Esos doscientos -doscientos, no dos mil ni doscientos mil- activistas animalistas que se concentraron ante la plaza de toros dan la respuesta: una gran mentira política. Por eso los políticos se ponen tan nerviosos.

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