El hijo del abuelo Florenci

¡Toros no! Incluyó en el ideario convergente el hijo del abuelo Florenci, tan cercano siempre a la banca y a las divisas. Y también cercano a la cultura, a la música, al Palau. Ayer se destapó una de las ollas en donde se coció durante décadas el guiso de una Cataluña feliz, que caminaba entre la sardana y las obras, entre el orfeón y las mordidas. Millet, Montull, Osàcar... Todos, sin duda, tan cercanos al hijo del abuelo Florenci, todos bajo el mismo ideario, todos por Cataluña, por su Cataluña.

La sentencia del caso Palau no ha hecho más que poner en evidencia un proyecto político excluyente para la mayoría y concluyente para unos pocos, precisamente para el entorno del hijo del abuelo Florenci. Un entorno que decía lo que era catalán y lo que no, y que, sin embargo, a la pasta parece que nunca le hizo ascos.

Entre las muchas cosas que declararon ajenas a Cataluña y nocivas para los catalanes estaban los toros, mientras se apropiaban hasta del Ebro, ese río que nace en tierras extrañas. Visto lo visto, se apropiaron de muchas más cosas, pero lo del tres y el cuatro por ciento era más de uso interno. Todo fuera por el ideario del hijo del abuelo Florenci.

Millet, Montull, Osàcar... Y en un paseito se llega del Palau a la Monumental. Allí estaban muchos de los males de su Cataluña. ¡Ah, los toros! Una barbarie españolizante, pero sin tres por ciento que llevarse a la buchaca.

Levantar la voz era un ataque a Cataluña, a su Cataluña. Aquella Banca de meláncolicos recuerdos, la herencia del abuelo Florenci, la denuncia de Maragall en el Parlament, y ahora que la convergencia esta totalmente resquebrajada, las miserias del Palau..., pero lo que sobraba eran los toros, y el castellano en los menús de los bares y en las escuelas, y el pasodoble, y la zarzuela. ¡Coño con el ideario del hijo del abuelo Florenci!