Niños en una actividad del campamento de verano de San Pedro de las Herrerías, en Zamora
Niños en una actividad del campamento de verano de San Pedro de las Herrerías, en Zamora - ABC
Educación

Verano: tiempo para aprender

Los expertos recomiendan que las actividades estivales deben tener en cuenta los gustos y preferencias del niño

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Ya han llegado los días estivales, esos que parecen alargarse y en los que abandonar la rutina de los días del curso escolar. Muchas horas por delante para hacer planes y para que los padres disfruten de sus hijos y los hijos de la compañía de los padres. Pero, en ocasiones, por obligaciones laborales o por exceso de tiempo libre, la familia debe buscar alternativas para que esas horas no sean largas. Otras familias buscan cómo aprovechar el tiempo de una forma productiva para los hijos, un tiempo para que aprendan cosas y, también, para los más mayores, recuperar aquella asignatura o asignaturas que no tuvieron tan buen resultado en clase. Los expertos en educación, maestros y pedagogos, insisten en que el primer planteamiento para ocupar horas en verano es conocer bien al niño y sus preferencias y gustos y, a partir de ahí, planificar actividades que le enriquezcan.

«En lugar de generalizar, lo importante es ver las necesidades de cada niño», explica Itziar Sainz-Pardo, psicóloga especializada en infancia, adolescencia y familia y fundadora junto a Olga Trillo, psicopedagoga y psicóloga especializada en Neuropsicología, del espacio Lüar, un gabinete de psicología infantil en Valladolid. «Es muy importante que se respeten los momentos de descanso, pero hay niños que tanto tiempo sin ver las matemáticas o de no tener una rutina les supone que la vuelta les cueste mucho», añade, mientras Olga Trillo explica que «se trata más de hacer lo que le guste al niño que de un tema de castigo por las notas».

Para estas dos profesionales, en verano «se puede frenar el ritmo de exámenes, deberes, etc., y se pueden plantear retos para aprender cosas y llevar las matemáticas a la piscina con pasatiempos, sudokus, el parchís; son actividades que les ayudan a aprender y a desarrollar habilidades cognitivas».

Eulalia Torrubia, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Pontificia de Salamanca, comenta que «no debemos plantear el ocio y las tareas de refuerzo que los niños realizan en verano como dos opciones opuestas. A los niños hay que explicarles que lo que aprenden en el colegio es para la vida, no sólo para la escuela. También hay que proporcionarles experiencias para que lo comprueben» y que «el verano es un buen momento para eso. Un ejemplo lo encontramos en los supermercados, donde vemos a las abuelas y a las mamás o a los papás con los niños. Pueden ayudar en la compra, escribir la lista, buscar el producto, pesarlo, comparar precios, no comprarlo o elegir otro».

Un grupo de chavales aprende a nadar en la piscina municipal de Aranda de Duero
Un grupo de chavales aprende a nadar en la piscina municipal de Aranda de Duero

Para Olga Trillo, si se planifican tareas, «no se debe hacer como un castigo del estilo de o haces deberes o no sales a la piscina» y su compañera Itziar plantea que «una cosa es obligar y otra ayudarles a que descubran el atractivo de las cosas».

Torrubia sostiene que «el verano no es para hacer deberes» y que «no se puede plantear como el curso escolar» sino que «es para disfrutar y descansar. Yo no hablaría de deberes. Ya bastante hartos quedan los niños y los padres de deberes durante el curso». Además, afirma que ello «también depende de la situación de cada niño, de la edad que tenga, de lo que haya trabajado durante el curso, si es un curso decisivo para él o no» y que «se pueden realizar algunas actividades: a los niños les resulta gratificante demostrar lo que saben; conviene reforzar aquellas materias que les cuestan».

El reto de otros idiomas

También plantea que «supone un reto exponerles a un idioma. Si se tiene la oportunidad de viajar es el modo de aprender una lengua. La inmersión lingüística por excelencia se realiza en el país: todos los sentidos se exponen. Sobre todo el oído» y que «hay que buscar otro tipo de alternativas. Si tenemos en cuenta que los aprendizajes de la escuela no deben agotarse en la escuela sino deben servirnos para el crecimiento -en todos los sentidos- y para la vida, el verano es un tiempo muy adecuado». A su juicio, «no son necesarias grandes cosas. Se puede partir de lo cotidiano y también invitar al niño a nuevas experiencias».

El descanso facilita que el niño se concentre, la resolución de problemas y favorece la creatividad

Una cuestión ahora a debate es la importancia del aburrimiento para el aprendizaje y la creatividad del niño, en una sociedad hiperactiva y que lanza estímulos constantes. Itziar Sainz-Pardo sostiene que «la sobreestimulación que hay se ve en que cada vez el niño tiene menos capacidad creativa y de iniciativa», mezclado con el miedo de algunos padres a que no hagan nada, y Olga Trillo completa que «no pasa nada porque una tarde se esté sin hacer nada; a veces puede frustrar, pero también puede generar un oportunidad muy buena para discurrir y crear». «Eso no significa que no se hagan planes con los niños o los chavales», comenta Itziar.

Para Eulalia Torrubia, «normalmente correlaciona mal la creatividad con el aburrimiento; la creatividad no tiene por qué estar relacionada con él; tampoco el exceso de actividad», pero puntualiza que «el adulto y el niño no entienden lo mismo por creatividad» y que «a veces el adulto no sabe ver las posibilidades de lo que hacen los niños», que «suelen ser originales en la interpretación y en el uso que hacen de las cosas, que se transforman, junto a las situaciones, en la infancia».

Viajar y aprender un idioma, si es posible, es una de las opciones más positivas

De ahí también surge la reflexión de que, junto a la importancia del deporte y la actividad física, ahora que el verano ofrece muchas posibilidades, se dedique tiempo al juego creativo en los más pequeños, «sin necesidad de recurrir a juegos sofisticados» o juguetes caros. «La sociedad de consumo nos convence, pero no es necesario» comprar el último juguete, como señala Itziar.

«El verano es tiempo de luz, de calle, de juego, de piscina o de playa. Es muy propicio para el deporte y para el juego y se puede hacer más deporte y deportes distintos», apunta Torrubia, para añadir después que «es un tiempo intenso y prolongado», mientras que «el curso es un tiempo marcado, pautado» y que está demostrado también «que el descanso te activa. Es imprescindible para el crecimiento y el desarrollo y esencial para la infancia. El descanso facilita la concentración, la resolución de problemas, favorece la creatividad, determina el comportamiento».

Padres: Espejo en que mirarse

Para Olga e Itziar, también los padres son un espejo en el que se miran los niños y un poderoso modelo que imitan, por lo que en cuestiones como el uso de teléfonos, tablets y distintos aparatos electrónicos, deben ser un ejemplo para los más pequeños: «¿Cómo le digo a mi hijo que no lo usen tanto tiempo si yo mismo no lo dejo y no me ven leer; cada uno es responsable de su estilo educativo».

Y durante el verano, los padres no deben dejar de lado, según estas expertas, la importancia de pasar tiempo con sus hijos y que éste sea de calidad. Preguntada por esto, Eulalia Torrubia asegura que «lo ideal es que sí», que «el momento de las vacaciones es para eso» porque los padres trabajan durante el año y ese es un tiempo que marca la escuela. Además, es un tiempo distinto al del curso escolar» y «el tiempo de verano coincide, en muchos casos, con las vacaciones», aunque también tiene en cuenta que no en todos los casos es así «porque hay padres y familias que trabajan durante el verano», lo que puede obligar a buscar alternativas como los campamentos, ya sean urbanos o fuera del lugar de residencia.

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