Carlos Martín Aires

Siempre en vanguardia

«La palabra «poetura» es un neologismo, inventado por Pino sobre el término «poesía», más el galicismo «tour» –vuelta o giro– y la palabra castellana, hoy en desuso, «turar» o durar»

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Desde que Francisco Pino (Valladolid, 1910-2002) empezó a escribir poesía, casi desde su adolescencia, ha habido en su obra una concepción visual o experimental de la creación poética como lo demostró en sus revistas de vanguardia editadas en Valladolid a partir de 1928. Ya sus primeros Escritos surrealistas de los años 20 estaban ilustrados con personalísimos dibujos –algunos figurativos, otros abstractos– que iluminaron algunos de sus manuscritos menos conocidos e incluso inéditos hasta la edición de la obra completa en el 2010. Con el tiempo, ese enfoque fue evolucionando hasta plantear un heterogéneo universo arquitectónico en el que las masas y el espacio funcionan como elementos líricos y radicales.

De aquellos iniciáticos dibujos, Francisco Pino pasó rápidamente a un letrismo fundacional, consistente en que las propias letras del poema formaban parte del diseño gráfico y viceversa.

Este recurso –muy antiguo por otra parte, y que la llamada vanguardia histórica actualizó como novedad– pronto resultó insuficiente para un poeta como Pino –ya instalado, desde 1947, en el Pinar de Antequera, en Valladolid– ávido de experimentación y de modernidad. A partir de entonces, con la excepción del periodo de la Guerra Civil, el poeta vallisoletano consolidaría, hasta el final de sus días, sus dos importantísimas contribuciones a la historia de las vanguardias: lo que bautizó con los nombres de «poetura» y el «mundo de los agujeros». Elementos básicos que estructuran la exposición de Urueña.

La palabra «poetura» es un neologismo, inventado por Pino sobre el término «poesía», más el galicismo «tour» –vuelta o giro– y la palabra castellana, hoy en desuso, «turar» o durar. En la poetura, además de la palabra poética, interviene una semántica pictórica, que usa diversas técnicas para crear un poema espacial y entendible en su totalidad como una manifestación plástica. Con el «mundo de los agujeros» culmina la experiencia poética en Pino. El vacío –la física moderna así nos lo ha enseñado– es la fuente generadora del universo, y la antimateria es una fuerza creadora mayor aún que la propia materia. El agujero es, por tanto, la luz que da peso a una realidad en la que sobran las palabras, y el protagonismo es asumido directamente por los colores, las formas y las construcciones espaciales.

Francisco Pino concibió estas creaciones germinales durante los años 40, 50 y 60, desde su retiro del Pinar de Antequera, al tiempo que cultivaba el verso de corte tradicional. Por aquel entonces, le parecía que nadie iba a tomar en serio todos esos bocetos llenos de letras sueltas y agujeros. Cuando, a partir de 1969, comenzó a publicar de forma independiente toda esta producción, se colocó rápidamente al frente de la neovanguardia poética española y europea, como el principal renovador de las corrientes experimentales de la segunda mitad del siglo XX.

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