Alejandro J. García Nistal - Noción personal

No toquéis… la «consti»

«Que nadie se lleve a engaño con el término federalismo. Jamás las autonomías han tenido tantas competencias como si fueran estados pseudoindependientes»

ALEJANDRO J. GARCÍA NISTAL

A la hora de escribir estas letras toda España conmemora de una forma u otra el día festivo de la Constitución española. Aquella aprobada por la mayoría de los españoles en un no tan lejano 1978 y que nacía fruto del pacto, el entendimiento y la búsqueda de un punto de equilibrio en una nación rota en varias ocasiones por múltiples razones, fundamentalmente territoriales internas.

En Castilla y León hemos sido mansos, obedientes y no hemos puesto trabas a décadas de una vigencia constitucional que ha dado sin duda los mejores frutos de paz, concordia y desarrollo de este país en su contemporaneidad. Tan sólo, los de siempre, las minorías del interior radicales o los puntos de separatismo-racismo histórico son los que han creado los mayores problemas dentro de nuestras fronteras.

Curioso es el fenómeno del resurgir de los nacionalismos paralelo al de los populismos. Como vasos comunicantes, la sinrazón y el dirigismo de cierta opinión pública social se mezclan para destruir lo duramente creado en post de un futuro mejor, inciertamente mejor.

Tras lo sucedido en Cataluña, parece que en el bando constitucionalista hay cierto consenso en retocar algunos puntos de la Carta Magna. Y el periodista se pregunta qué necesidad hay de ello realmente. No es sino un sucumbir para agrupar a un bloque que se ve acomplejado frente a los que más gritan, trampean y reclaman.

Que nadie se lleve a engaño con el término federalismo. Jamás las autonomías han tenido tantas competencias como si fueran estados pseudoindependientes. Nosotros, los castellano y leoneses, los parientes pobres de la familia española, no hemos reclamado Justicia u otras competencias porque realmente no lo vemos necesario.

Pero si esto sigue así, por mimetismo, como en los orígenes en 1983, arremeteremos no queriendo ser menos y reclamaremos como papagayos para no quedarnos atrás. ¿Atrás en qué? En destruir lo que ha funcionado bien.

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