Política

Castilla y León necesita un embalse nuevo como el Porma para garantizar el regadío

Reclama además 800 hectómetros a mayores para almacenar agua varios años y afrontar las sequías

La consejera Milagros Marcos, con los presidentes de las confederaciones del Duero, Ebro, Tajo y Miño-Sil F. HERAS

ISABEL JIMENO

Un «mínimo» de 350 hectómetros cúbicos más de capacidad de almacenamiento de agua para Castilla y León que añadir a los aproximadamente 3.800 actuales vinculados, entre otros usos, al regadío. Es lo que pide la Junta de cara a la redacción del Pacto Nacional del Agua que está sobre la mesa. Es la cantidad «imprescindible» para «atender» a las 660.000 hectáreas de regadío a las que la Comunidad podría llegar en 2027. Así lo planteó y reclamó este pasado miércoles la consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos, en la reunión con los presidentes de las cuatro confederaciones hidrográficas que surcan la región: Duero, Miño-Sil, Tajo y Ebro.

La petición va más allá de ese «mínimo» y es más voluminosa. Reclaman 800 hectómetros cúbicos a mayores que permitan garantizar un «almacenamiento plurianual» que los actuales embalses no permiten y poder «soportar» años de sequía y sus consiguientes problemas hídricos, como el pasado, apuntó Marcos.

Sólo esos 350 hectómetros cúbicos más supondrían la construcción de embalses equivalentes a más que los leoneses de Barrios de Luna (308) o Porma (317), entre los más grandes en la Comunidad. Y tener capacidad de almacenar 800 hectómetros cúbicos más superaría en posibilidades al también leonés de Riaño (651), el mayor pantano en una comunidad sin grandes infraestructuras hidráulicas. Sería similar a la cantidad de agua que llenan actualmente los 18 embalses que gestiona la Confederación Hidrográfica del Duero, la que abarca la mayor parte de la Comunidad.

Ni siquiera los embalses y pequeñas presas y balsas planteados dentro del actual Plan Hidrológico del Duero 2015-2021 suman esa «imprescindible» de 350 hectómetros cúbicos a mayores. Tampoco tendrían esa capacidad, dado su volumen, de almacenamiento en años de abundancia de precipitaciones, pues los mayores planteados son el burgalés de Castrovido -que se está acabando de construir y comenzará a llenarse en otoño- y el segoviano de Lastras de Cuéllar -se ha presentado el anteproyecto-, con 44 hectómetros cúbicos cada uno, además de la presa de Las Cuezas, de apoyo al Carrión, con 64.

Estudiar emplazamientos

Sin apuntar a lugares ni dimensiones concretas de esas infraestructuras que se demandan, la consejera señaló que una base para esos posibles futuros embalses es el Plan Hidrológico Nacional de 1998. En él se contemplaban una veintena de obras, de las que únicamente se han concluido tres, más Castrovido. Sin embargo, a lo largo de estos dos decenios ha habido obras que se han ido descartando por motivos técnicos, medioambientales o económicos, entre ellas las de Omaña (León) y Vidrieros (Palencia), que rondaban entre ambas los 300 hectómetros cúbicos.

«Tenemos margen para seguir avanzando», consideró la responsable de Agricultura y Ganadería en la Comunidad, quien apostó trabajar de la mano con las confederaciones hidrográficas para que esos planteamientos sean «realistas», estudiando tanto las necesidades del regadío como los lugares con «más posibilidades de almacenamiento, con menor impacto ambiental». «Hay que determinar muy bien dónde es más razonable que estén», subrayó Marcos, a la vez que incidió en la importancia de llevar a cabo una labor de «información» para concienciar a la sociedad de la importancia de estas infraestructuras. «Un tema muy complejo», reconoció.

El presidente de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), Juan Ignacio Diego, reconoció que «éste es el momento», coincidiendo con este Pacto Nacional del Agua que se quiere lograr desde el Gobierno, de plantear las peticiones y necesidades, aunque aseguró que «es muy prematuro» decir dónde se podrían construir esos nuevos embalses.

La demanda de mayor capacidad de almacenamiento busca que haya «suficiente» reserva hídrica «para dar servicio» a los regadíos ya planificados, pero también «para soportar momentos de sequía extrema como los vividos» el pasado año, señaló la consejera. Y es que, puntualizó, según el vigente Plan Hidrológico, tiene capacidad para llegar a las 550.000 hectáreas de regadío en el horizonte 2020-2021, pero en 2027 podría llegar a las 660.000 hectáreas. «Para esto necesitamos más capacidad de almacenamiento» que suponga la «garantía suficiente» para el riego, dada la inversión que supone la modernización. De ahí la demanda de esos 350 hectómetros cúbicos a mayores.

Además, Marcos recordó la «clara desventaja» en la que se encuentra la Cuenca del Duero y, por tanto, Castilla y León respecto a otras grandes. Aquí la situación es «diferente», pues «únicamente» puede usarse para regadío el 26 por ciento de las aportaciones que las precipitaciones hacen a los embalses, debido a que muchos de los embalses están en puntos donde su único aprovechamiento es la producción hidroeléctrica. Algo que contrasta, por ejemplo, con otras cuencas como las del Guadiana, donde se llega a dedicar al regadío el 221%, o el Segura, el 184.

De interés público

«Incrementar» la capacidad de almacenamiento o regulación no es la única petición de acuerdo a las «necesidades» de Castilla y León que planta la Junta. También reclama que la ejecución de esas infraestructuras, que normalmente lleva años, pueda hacerse por procedimiento de «urgencia». «Agilidad», ya que «no entendemos que los plazos se lleguen a prolongar de forma tan exagerada», afirmó la también portavoz del Gobierno regional. Y es que, señaló, la modernización de regadíos supone «beneficios» para el medio ambiente, además de económicos y sociales. De ahí que consideren «razonable» unos procedimientos «abreviados».

En el marco legal, la Junta también plantea que la ley que se derive de ese Pacto Nacional del Agua sea un instrumento que «garantice» la realización de esas grandes infraestructuras «a través de la declaración de razones imperiosas de interés público de primer orden». Eso sí, precisó, «sin perjuicio de que se fijen todas las medidas de conservación necesarias para preservar hábitats y especies». Un «plan renove energético» para «sustituir» la energía tradicional por otras fuentes renovables es la cuarta propuesta al Pacto.

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