Jimmy Chiang, a la izquierda, y algunos de los niños, durante la actuación
Jimmy Chiang, a la izquierda, y algunos de los niños, durante la actuación - Luna Revenga

Maravillosos, sublimes, angelicales…

Gran éxito de los Niños Cantores de Viena en la catedral de Toledo

Toledo Actualizado: Guardar
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El Festival de Música El Greco en Toledo ha alcanzado otro de sus grandes éxitos con la presencia de los Niños Cantores de Viena. Las entradas que se pusieron a la venta (muchas y de muy variados precios, para que estuvieran al alcance de cualquiera) se agotaron en un vuelo. La catedral estaba al completo con un público más variopinto que nunca. Si alguien piensa, con poco seso, que la música clásica en cualesquiera de sus formas, como la que nos han ofrecido las privilegiadas voces de estos niños, es cultura para las élites, lo único que demuestra es estrechez de miras, poca capacidad para el avance de la sociedad y una concepción bajuna de la cultura. Es sabido que la música contribuye a tener una mente más abierta y a crear individuos más equilibrados.

Las abarrotadas naves de la catedral toledana, con un pueblo gozoso, han demostrado una vez más que hay que ayudar a que la gente transite por el camino de la excelencia. Los Niños Cantores de Viena, que forman parte del coro más antiguo del mundo, creado en el año 1498, son parte de esa excelencia. A nadie le amarga un dulce. En su actuación toledana, este coro de voces privilegiadas y sentido rítmico innato, ha provocado el aplauso constante, aún cuando no fuera momento de aplaudir (eso también hay que educarlo), tal era el entusiasmo de los asistentes.

Los 25 niños del coro (que no todos son vieneses en este mundo globalizado y presentan una rica diversidad de nacionalidades), dirigidos por Jimmy Chiang, pianista originario de Hong Kong, mostraron sus habilidades, la ligereza de su voz (sopranos y altos) y la sensibilidad emocional de su música en un recorrido que va desde partituras del siglo IX hasta obras compuestas por autores contemporáneos. Por supuesto, se detienen en los grandes y conocidos autores como los hermanos Haydn, Mozart, Schubert o Bach, pero no olvidan la magnitud de otros como Caldara, Hasse, Fux o los del siglo XX, Goldfarb, Biebll o Wirth.

El Festival de Música El Greco en Toledo está demostrando su alta calidad. ¡Ojalá se creara para quedarse!

La catedral se llenó de música angelical. Fueron desgranando más de una quincena de piezas con diferentes modelos de agrupación y si una te llegaba al alma, la siguiente te tocaba un poco más el corazón, y todo ello sustentado en el buen hacer y un trabajo que exige de cada niño cantor una depurada técnica y un elevado nivel de educación y disciplina coral. Poner el punto de inflexión en unas piezas o en otras no merece la pena, todas tuvieron su propio clímax. Me llamó la atención, sin embargo, por lo sorprendente que es y lo nada acostumbrados que estamos, que se permitiera el guiño de la interpretación de una pieza profana, el “¡Ay, linda amiga!” del cancionero de Palacio, entre el conjunto que armonizaba valores religiosos. (Bien está que la catedral vaya admitiendo estas licencias que engrandecen la cultura y no menoscaban el sentir de la fe).

Es normal que a la salida del concierto se cuchichearan admiraciones como: maravilloso, fenomenal, sublime, ¡qué bonito! y otras similares. El encanto de estos niños de voces perfectas no deja a nadie indiferente.

El Festival de Música El Greco en Toledo, que nació con motivo de la conmemoración del cuarto centenario de la muerte del pintor, está demostrando su alta calidad y su aceptación popular. ¡Ojalá se creara para quedarse! La actuación de los Niños Cantores de Viena ha sido la penúltima de las actividades planificadas en su tercera edición, la de 2016. Con expectación esperamos conocer qué nos deparará la edición de 2017. Los mecenas con altura de miras y con conciencia del valor social de la cultura ya pueden analizar la pequeña historia de lo que se ha hecho y descubrirán que invertir en este Festival es hacerlo en un valor seguro.

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