Juan Fernández-Miranda

El fin de ETA, ven y cuéntalo

Juan Fernández-Miranda
Madrid Actualizado: Guardar
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Cinco años sin violencia dan para mucho. Ya no enterramos policías, jueces, militares, ni políticos, tampoco a quien pasaba por allí. Es mucho, muchísimo, más de lo que varias generaciones soñaron. Cinco años dan para mucho. Pero es insuficiente.

Cinco años también dan para que quienes un día defendieron el terrorismo, quienes lo practicaron, incluso quienes miraron para otro lado, actúen como si aquí no hubiese pasado nada. Borrón y cuenta nueva. Cinco años para construir un relato a medida de quienes han abandonado las armas no por convicción, sino por obligación. Si ETA ya no existe hay que agradecérselo exclusivamente a quienes han propiciado que se imponga el imperio de la ley.

Llegados a este punto, el quinto aniversario de aquel maravilloso y emocionante día en el que tres encapuchados anunciaron el cese de la violencia, debemos ser conscientes de que sobre ETA hay al menos cuatro asuntos pendientes:

1) Armas: sin la entrega del arsenal no hay fin real de la voluntad de matar. El golpe de la semana pasada, cuando las fuerzas de seguridad -una vez más- desmontaron el zulo en el que los terroristas estaban amontonando las armas, es casi definitivo. La veintena de etarras que aspiraban a negociar entregando esas armas se han quedado sin nada que entregar. ¿Hay mayor muestra de debilidad? Pero, aún así, no ha habido intento de entregar las armas, y esto es significativo.

2) Víctimas: demasiados atentados pendientes de resolver, demasiadas víctimas que no han sido reparadas por la verdad y el reconocimiento. Estamos hablando de secuestros, torturas, asesinatos, desapariciones, ametrallamientos, emboscadas. Las víctimas son los héroes de la democracia española, siempre esperando a la justicia y descartando la venganza. Auténticos héroes a los que nuestra convivencia debe demasiado. Su autoridad moral debe seguir siendo el epicentro de nuestra democracia.

3) Los presos. Aún es pronto para acercar presos al País Vasco, aunque llegará un día en el que se cumplan algunos requisitos previos. Eso sí, hay varias exigencias que se me antojan necesarias: disolución de la banda, arrepentimiento individual de los delitos cometidos y, muy importante, contribuir a esclarecer los atentados pendientes.

4) El relato. Muy importante, porque nos afecta a todos: no se puede olvidar que la banda terrorista ETA ha matado a más de 800 personas, recordar cómo sucedió todo, y contarlo. En este sentido es especialmente relevante la ficción, y en particular la última y excelente obra de Fernando Aramburu, Patria. Novelas como ésta, de un realismo sobrecogedor, son el camino para evitar el olvido. ¿Recuerdan aquel eslogan de turismo del País Vasco que decía «Ven y cuéntalo»? ¿Y aquella viñeta de Mingote que lo ridiculizaba con su singular y sarcástico sentido del humor? Pues eso, contrarrestar la propaganda abertzale debe ser un compromiso de todos.

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