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Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, en La Moncloa - EFE

Rajoy y Puigdemont se mantienen firmes pero abren una etapa de diálogo

El presidente autonómico reconoce la voluntad de escuchar del jefe del Ejecutivo, que dice «no» a su consulta

MADRID Actualizado: Guardar
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Hubo «feeling» en ese primer encuentro oficial entre el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y el president de la Generalitat, Carles Puigdemont. La entrevista entre ambos políticos llegaba este miércoles, después de años de bloqueo institucional y de silencio entre ambas administraciones. No hubo acuerdos, pero sí acercamiento, «voluntad de escuchar», según reconoció Puigdemont, que intuía la posibilidad de pactos en alguna de sus 46 peticiones a Rajoy.

La conversación de más de dos horas entre el presidente de la Nación y el autonómico abrió una puerta y, sobre todo, escenificó el claro deseo de iniciar una nueva etapa de normalidad entre ambas instituciones, más allá de la tensión creciente que se ha vivido en los últimos años.

Puigdemont llegó al Palacio de la Moncloa, pocos minutos después de las cinco de la tarde, pudo comprobarse que las formas, al menos, han cambiado en la relación entre el Gobierno de la Nación y la Generalitat de Cataluña. El saludo inicial de Mariano Rajoy al presidente invitado no tuvo nada que ver con la frialdad y la tensión que se vivió en julio de 2014, durante la última reunión que mantuvo con Artur Mas. En esta ocasión, se guardaron unas formas correctas y distendidas y ambos se escucharon con atención, aunque el fondo de sus posiciones sigue siendo el mismo. Rajoy dio otro «no» rotundo al presidente autonómico catalán cuando este defendió su plan independentista y un referéndum vinculante.

«Mi obligación es cumplir y hacer cumplir la ley. Sin ley no hay democracia», advirtió el presidente del Gobierno en funciones. El desacuerdo fue absoluto en este punto, pero no se enzarzaron ni se produjo un ambiente se hizo pesado. Cada uno expuso sus argumentos y su posición, constataron que no están de acuerdo, explicaron lo que tienen previsto hacer y pasaron a hablar de otros asuntos porque, según dijo Rajoy, en Cataluña viven siete millones de personas con problemas reales que hay que atender.

«Absoluta normalidad»

Rajoy decidió comparecer después de una reunión que ha enmarcado en «la absoluta normalidad» y que desde Moncloa se ha intentado situar a lo largo de la semana en el mismo nivel que la de cualquier otro presidente autonómico. Se le vio cómodo y satisfecho por una entrevista que, pese a las serias discrepancias entre ambos, permite recuperar un diálogo perdido. A partir de ahora, será la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, la que estará en contacto con su homólogo autonómico catalán, Oriol Junqueras, para tratar de avanzar en otros asuntos, como economía, los refugiados, las inversiones y las infraestructuras. La próxima semana podría haber ya encuentro bilateral, aseguraba Puigdemont.

Incluso hubo un intercambio de alabanzas, comedidas, entre Rajoy y Puigdemont en sus respectivas comparecencias. El primero valoró «positivamente» que el presidente autonómico solicitara el encuentro y que se haya celebrado la reunión, de forma «muy correcta». «Estoy dispuesto al diálogo y a trabajar por acuerdos de colaboración institucional, porque juntos ganamos todos», fue el mensaje conciliador de Rajoy. Puigdemont, que se marchó a la sede de la Generalitat en Madrid para comparecer, elogió la disposición que mostró su anfitrión a escucharle. Nada que ver con esa crítica que profería Artur Mas contra Rajoy por no querer hablar con él. Rajoy se negó después a hacer una comparación personal ni política entre ambos dirigentes catalanes.

Puigdemont llevó apuntado un reproche contra el Gobierno, por lo que llamó «la judicialización de la política», que es como se refiere a los asuntos planteados ante el Tribunal Constitucional. Rajoy recordó que la Generalitar ha planteado 49 recursos contra leyes del Estado ante el TC, mientras que el Gobierno ha llevado 29. A partir de ahí, Rajoy sí cree que se puede hacer un esfuerzo por ambas partes para llevar menos recursos al TC, aunque para eso «hay que cumplir la ley», un requisito imprescindible.

Los refugiados

Una vez fijadas sus posiciones respecto al desafío independentistas, abordaron el problema de los refugiados. Rajoy le pidió colaboración para afrontar un proceso «lento y complejo», y donde es muy importante trabajar entre todos para que sea lo más eficaz posible.

En la reunión, para la que no había una agenda de temas cerrados, hablaron también de la pobreza energética, y ahí Rajoy explicó la reforma que ha llevado a cabo el Gobierno en la pasada legislatura para acabar con el déficit.

Rajoy se detuvo más en las perspectivas económicas para este año y el que viene, con buenas previsiones de crecimiento y empleo pese a las últimas revisiones. Y en concreto puso el acento en el cumplimiento del déficit: «Es importante que las Comunidades Autónomas hagan un esfuerzo. He pedido colaboración en el cumplimiento del déficit, y en el nuevo modelo de financiación autonómica, porque es imprescindible», explicó después.

Tras la reunión, Puigdemont realizó su propio resumen del encuentro en su propio «territorio»: el Centro Cultural Blanquerna. Allí hizo público el documento que recoge los 46 «incumplimientos» del Gobierno de España con la Generalitat -el mismo que entregó a Rajoy- y definió el encuentro como «de cordialidad formal y normalidad institucional», aunque sin ocultar que existen «profundas discrepancias de fondo» entre ambos políticos.

«En las antípodas»

La cita finalizó, dijo, «sin atisbos de acuerdo» porque chocaban en el principio: el planteamiento de «convertir Cataluña en un estado independiente dentro de la Unión Europea». De Rajoy aseguró que le había escuchado «muy atentamente» pero que también «se ha explicado muy claramente» y no había dejado «ningún margen de acuerdo» en relación con el objetivo secesionista. «Está en las antípodas de lo que yo le he explicado». Puigdemont mantendrá su hoja de ruta porque «es el mandato del Parlament, que viene del mandato de las urnas, y es el mandato por el cual he sido investido».

Entre las 46 demandas que plantea el presidente de la Generalitat, el grueso están relacionadas con la «garantía de los derechos sociales», según él amenazados por los continuos recursos del Gobierno de la nación contra leyes catalanas. Pidió que no se perjudique a las personas que pueden verse beneficiadas por esas leyes. E insistió en lo que considera «excesiva judicialización de la política». A su juicio, ha sido un «gran error» el «abuso de los recursos de inconstitucionalidad», y «perseguir a alcaldes por expresar opiniones», o «mandar a juicio a Artur Mas» y otros políticos catalanes.

Puigdemong: «Está en las antípodas de lo que yo le he explicado»

Pero Puigdemont parece un hombre práctico, y no quiso salir de Moncloa sin obtener de un Rajoy al que le reconoce «voluntad de escuchar» algún compromiso de futuro. Obtuvo dos: la reunión de vicepresidentes, y la promesa de seguir viéndose con Rajoy si éste repite como presidente de la nación en unas nuevas elecciones. No consideró este encuentro como el «fin del bloqueo institucional», pero sí como un pasito». Entre otras cosas, porque reconoció que «intuimos la posibilidad de acuerdo en algunos puntos».

Puigdemont espera que haya nuevos comicios: «No hay posibilidades en España de gestionar la complejidad», como sí ha hecho Cataluña, presumió. Ahora que se ha visto con los cuatro líderes políticos, no espera mucho tampoco de los otros tres: ninguno le ha dado respuesta clara de qué reforma constitucional quiere hacer ni de con qué mayoría contaría para lograrlo. Le ha parecido, dijo, que Rivera, Sánchez e Iglesias están «en la táctica, y pequeña».

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