Salvador Sostres

Varios consejeros de Mas reprochan su entreguismo a la CUP

El presidente alega que no tiene más remedio que ceder para salvar el proceso secesionista; CDC propone un ultimátum: o acuerdo o elecciones

Salvador Sostres
Barcelona Actualizado: Guardar
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El presidente de la Generalitat, Artur Mas, intenta salvar a cualquier precio su presidencia, y sus consejeros, al menos cuatro de ellos, empiezan a advertirle seriamente de que hay viajes que no tienen regreso. El martes, en el consejo de gobierno, los consejeros más sólidos le expresaron su frontal rechazo al documento acordado con la CUP. No hubo gritos pero hubo tonos graves y severos. No hubo ultimátums, pero sí un reproche muy de fondo a la deriva del presidente en funciones desde el día siguiente de las elecciones.

Todos en el Gobierno catalán quieren que Mas sea el presidente y están dispuestos a defender su candidatura hasta el extremo de ir a unas nuevas elecciones si la CUP no cede.

Pero creen innecesario, frívolo y muy peligroso entregarse a la extrema izquierda como antes CiU se entregó a Esquerra, con el resultado de verse desplazada del centro político que tan holgadamente ocupaba y viendo reducidos a la mitad su número de diputados (de 62 a 31). Parte de esta estupefacción viene del hecho de que Mas siempre ha dicho a sus personas de confianza, entre los que se cuentan varios de los consejeros que el martes le contestaron, que nunca ha contemplado la independencia como posibilidad, y que de lo que se trata es de llevar el desafío lo más lejos posible para tener la máxima fuerza cuando llegue la hora de negociar con el Estado.

Mas nunca ha contemplado la independencia como posibilidad

Y aunque la declaración pactada con la CUP no deja de ser un brindis al sol, y sitúa a Convergència y a su líder en la marginalidad de los antisistema, es una chulería que puede tener consecuencias imprevisibles si el Gobierno y el Tribunal Constitucional se la toman en serio, y a cambio de ningún progreso para Cataluña ni de ningún beneficio para Mas ni para su investidura, la Generalitat podría ser intervenida y suspendida la autonomía, de modo que el Govern ya no sería nadie para negociar nada, ni tendría poder ni capacidad para hacer su trabajo. «Para preparar las estructuras de Estado necesitamos el Gobierno», le dijo a Mas uno de los consejeros que más y más crudamente le habló, y ahí tuvo el respaldo de prácticamente todos sus colegas.

El presidente en funciones expresó su afinidad con tales argumentos, pero insistió en que no tiene más remedio que ceder para salvar el proceso, que para él significa salvar su presidencia. Algunos consejeros trataron de hacerle ver que por mucho que haga, la CUP no va a votarle y que, en cualquier caso, con los comunistas antistema de socios no se puede ir a ninguna parte, ni mucho menos conducir un proceso tan delicado como este.

«Para preparar las estructuras de Estado necesitamos el Gobierno»

Hay división en el Ejecutivo de Mas, y también división entre Esquerra y Convergència. Sobre la polémica declaración, un destacado dirigente de Esquerra dice que «unos [la CUP] quieren convertir la retórica en hechos, y otros [CDC], quieren con la retórica frenar los hechos». Aunque Junqueras guarda silencio y sonríe en la distancia, su partido está cada vez más convencido de que no va a repetir la fórmula de Junts pel Sí ni en las elecciones generales ni en una eventual –y cada vez más plausible– repetición de las elecciones catalanas. «Para debilitar a Al-Fatah hincharon a Hamas, y ahora tienen que negociar con Hamas», apunta otro dirigente republicano. En Convergència cada vez creen más sensato y conveniente darle un ultimátum a la CUP, y si no lo acepta, convocar para marzo la repetición de las elecciones.

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